FICHAS DE ATRIUM
Es preciso aclarar
que, si nos atenemos al breve del papa Clemente X, de 11 de febrero de 1671,
por medio del cual se concede el nuevo culto al rey Fernando III, en realidad
lo entonces otorgado fue la beatificación del monarca. En los años siguientes
se incrementaría el culto fernandino y sería incluido en 1672 en el
martirologio romano, considerándole santo de facto, aunque no existe una bula
que reconozca esta condición, pese a haberse reclamado en múltiples ocasiones.
; Fernando III estuvo unido a la historia de Sevilla desde que la conquistó en
1248. El escenario privilegiado de esa unión fue la catedral de Sevilla. De las
honras fúnebres que se le dedicaron apenas ha quedado constancia, sólo se sabe
que don Remondo celebró una misa donde pronunció un memorable discurso sobre
sus hazañas. El rey fue sepultado en la mezquita cristianizada reposando en
diversos espacios hasta ocupar en 1579 su lugar en la Capilla Real. Con motivo
de este traslado se realizó una procesión con asistencia de autoridades civiles
y religiosas. Tales celebraciones están recogidas en un manuscrito de Francisco
de Sigüenza conservado en la biblioteca capitular de catedral. ; Aunque fue
considerado santo desde su muerte y varios papas concedieron indulgencias a los
que rezaran ante su tumba, no será hasta 1624 cuando se inicien las diligencias
para su beatificación. El punto de partida serían las investigaciones sobre su
vida y milagros que se recogen en el Memorial de la Excelente Santidad y
Virtudes Heroicas del Santo Rey, obra de Juan de Pineda que se publica en
1627. Bernardo de Toro, canónigo de la catedral, fue comisionado ante la Santa
Sede por Felipe IV para obtener licencia para estampar al nuevo santo con sus
atributos. La imagen elegida corresponde a la grabada por Claude Audran “el
Viejo” en 1630, que se convirtió en la estampa oficial del proceso (fig. 1). El
rey aparece de pie, con armadura, capa de armiño adornada de castillos y
leones, gola, corona y nimbado, portando la espada Lobera en la diestra y el
globo crucífero en la siniestra. En una mesa a su lado figura un cetro y en el
contrario una columna en cuyo pedestal vemos las armas de Castilla y León.
Audran, aconsejado por el canónigo, debió consultar el Armamentarium
Heroicum, publicado en Innsbruck en 1601, en cuyos grabados se representan
a los emperadores del Sacro Imperio en actitud heroica, con armadura, capa y
portando el orbe y la espada en alto, claras referencias que se corresponden
con el modelo ideado por Audran, transmitiéndose igualmente tales improntas a
la imagen realizada más tarde por Pedro Roldán. ; Por razones de distinta
índole el proceso se retrasó hasta febrero de 1671, fecha en la que el papa
reconocía su beatificación. La celebración de su subida a los altares fue la
más relevante manifestación del barroco en la ciudad, donde se puso de
manifiesto el poder del cabildo y de las jerarquías eclesiásticas. La efeméride
está recogida con detalle tanto por Ortiz de Zúñiga como por Torre Farfán. ; Se
encargó una talla inspirada en el grabado de Audran, designándose como escultor
a Pedro Roldán, y su policromía a María Luisa de Morales, hija de Valdés Leal.
Los comisionados para la decoración del templo fueron Justino de Neve y Juan de
Loaysa, que contaron con Murillo, Valdés Leal y Pedro de Medina para las
pinturas, y con Francisco Ruesta, Esteban García y Simón de Pineda para las
arquitecturas que debían adornar el crucero y el altar mayor, inspiradas en las
que se montaban cada año para el Corpus.;
PINTURAS DE SAN
FERNANDO EN LA CATEDRAL
; La iconografía de San Fernando puede dividirse en tres grupos temáticos, los
episodios anteriores a la conquista de Sevilla, los posteriores a dicha
empresa, incluyendo su muerte y tránsito, y los retratos, tanto en su condición
de rey como de santo. ; De entre el catálogo de la catedral, destacamos en
orden cronológico, las siguientes obras: ; La entrega de las llaves a San
Fernando (fig. 2), encargada a Pacheco por el cabildo en 1634 para ser
colocado en la puerta del sagrario que preside el trascoro. Es obra tardía del
artista, ya con 70 años, que, si bien no se cuenta entre lo mejor de su
catálogo, si presenta interés por la temática histórica, que permite además al
pintor desarrollar en segundo plano una vista de Sevilla donde apuntamos como
curiosidad la presencia del cimborrio de la catedral, derribado más tarde por
el terremoto de Lisboa. ; San Fernando entregando la Virgen de la Merced a
san Pedro Nolasco (fig.3) forma parte de un conjunto de 4 pinturas de temática
mercedaria realizadas en 1635 por Juan Luis Zambrano para el claustro chico del
museo de BB.AA., entonces convento de La Merced. Traídas tras la
desamortización de 1835 a la catedral, hoy se exhiben en un muro lateral de la
capilla de san Pedro. Pertenecen estilísticamente al naturalismo zurbaranesco.
La que nos ocupa narra el momento en el que Fernando III entrega una Virgen a
san Pedro Nolasco mientras le encomienda el rescate de cautivos. Interesa la
galería de retratos, posiblemente benefactores de la orden, a la vez que la
vista de Sevilla de fondo, donde se aprecian sus murallas. ; San Fernando (fig.
4), obra de formato circular realizada por Murillo en 1668 para la sala
capitular, se integra en un encargo de 9 lienzos destinados a la bóveda. El rey
muestra un semblante digno y solemne, mostrando el globo terráqueo y la espada,
símbolos de su misión de rey conquistador. ; San Fernando (fig. 5),
pintada por Murillo hacia 1671 para el oratorio de su primo el racionero
Bartolomé Pérez, que a su muerte la dona al cabildo. La aportación de Murillo
resultará decisiva para conformar la iconografía del santo. En este lienzo su
figura se recorta sobre un fondo oscuro. Aparece de medio cuerpo en actitud
contemplativa, en una composición triangular que confiere a la imagen un
sentido ascendente, que queda reforzado por la mirada dirigida al cielo y por
la espada. ; San Fernando guiado por un ángel (fig. 6), atribuida a
Ludovico Gimignani, de escuela romana, se fecha hacia 1671. Ha sido adquirida
recientemente en el mercado del arte por el cabildo catedral. El rey aparece
acompañado por la figura de un ángel que lo guía subrayando la dimensión
providencial y sagrada de su empresa militar y política. La silueta de la
Giralda al fondo evidencia que el pintor no conocía personalmente la torre. ; La
visita nocturna de San Fernando a la Virgen de la Antigua (fig. 7), sita en
la capilla homónima, en la que se describe el episodio en el que Fernando III
logró burlar la vigilancia y entrar en la ciudad, acceder a la mezquita y
llegar hasta la Virgen de la Antigua. Es obra de Domingo Martínez que se
integra en un conjunto de 8 lienzos encargados en 1734 por Luis de Salcedo,
donde se narran varios episodios de la leyenda de la Virgen titular.;














