Arrepentimiento de San Pedro (1630) [Taller de Gerard Seghers]
Arco de los alimentos , para indicar austeridad a los canónigos
Martirio de san Andrés (1615) [Juan de Rodelas ]
Tercera negación de Pedro (1620) [Anónimo]
Jacob bendiciendo a sus hijos (1660) [Pieter vant Lint]
Entierro de Cristo (1640) [Anónimo]
Rey salomón dirigiendo las obras del Templo (1630) [Simón de Bosch]
El banquete de Herodes (1640) [Taller de Pedro Pablo Rubens]
La Magdalena (1635) Cornelius de Beer
La piscina de Bethesda (1620) [Artus Wolffort]
FICHAS ATRIUM
La negación de San Pedro. Cronología: H. 1620.Autores: Anónimo.Existen dos tradiciones en el siglo XVII para la representación de este asunto: la nórdica de los ilustradores de la, Biblia, con figuras de cuerpo entero, que incluye la representación simultánea de las dos escenas, la negación de san, Pedro y Cristo ante el sumo sacerdote; y la tradición de los caravaggistas italianos con figuras de tres cuartos en, torno a una mesa de juego, que se limita a la escena de la negación. En la capilla de los Dolores de la catedral, encontramos un brillante ejemplo de esta segunda tendencia, que muestra derivaciones de la escuela italiana,, concretamente de la romana, pero que por los tipos humanos y detalles de indumentaria pudiera tratarse de autor, francés formado en Roma, concretamente en la estela de Bartolomeo Manfredi, uno de los principales discípulos de, Caravaggio en Roma, con su marcado claroscuro y su insistencia en el naturalismo, con un talento para narrar la, historia a través de la expresión y el lenguaje corporal. En Roma trabajaron los franceses Valentín de Boulogne y, Simón Vouet. Como ellos, muchos otros artistas acudían a la ciudad eterna a estudiar, conociendo así de primera, mano el naturalismo que allí se practicaba. A su regreso a Francia, estos artistas tuvieron éxito, sobre todo en, provincias y entre la clientela eclesiástica y burguesa. El más famoso de los caravaggistas franceses fue Georges de La, Tour, que trabajó en el ducado de Lorena, por entonces independiente de Francia
Arrepentimiento de San Pedro. Cronología: H. 1630.Autores: Taller de Gerard Seghers. En la sacristía mayor de la catedral se exhibe este, lienzo, versión de un original de 1624 conservado en, el museo del Louvre, que por su excelente calidad, creemos salido del propio taller de Seghers. La, temática de san Pedro arrepentido tuvo gran, difusión durante todo el siglo XVII (recuérdense las, varias versiones que realizó Murillo) gracias a la, importancia que las conclusiones del concilio de, Trento otorgan a la confesión (sacramento de la, penitencia), uno de los principales argumentos a la, hora de enfrentar el protestantismo. Siguiendo esta, línea también se difundirá el culto a la Magdalena, arrepentida o a san Jerónimo penitente. Seghers, trabajó tanto en el virreinato de Nápoles como en la, propia corte de Felipe III (de 1617- a 1620), por lo, que su obra aparece bien representada en nuestro, país (sobre todo en el Prado, pero también en el, museo de Cádiz), además de por el hecho de ser uno, de los pintores preferidos por Isabel de Farnesio,, segunda esposa de Felipe V. El estilo de esta obra, está próximo al caravaggismo que practicó durante, su primera etapa, luego abandonado para asumir, una estética más próxima al dinamismo de Rubens.,
Las bodas de Caná. Cronología: 1630. Autores: Frans Francken II.Pintor flamenco natural de Amberes (1581-1642), hijo, de Frans Francken I. Su obra parte de la de Jan, Brueghel de Velours, aunque también tiene evidentes, influencias de sus antecesores de la familia Francken., La pieza que comentamos es de notable calidad, tanto, por lo elaborado de su composición como por la buena, técnica empleada en su realización. El autor posee una, especial habilidad en la descripción pormenorizada y, suntuosa de elementos accesorios de la escena como, la vajilla, los alimentos o los detalles del vestuario,, gustando además de colocar gran número de personajes, transformando su contenido bíblico en mera narración, de género, siguiendo la tendencia profana que sobre esta iconografía iniciara Veronés. En este caso los comensales, de la boda están vestidos a la moda europea de principios del XVII, y sólo ciertos elementos como la presencia de, la virgen María, que señala a los novios, las seis tinajas (en este caso convertidas en lujosas jarras), y sobre todo la, figura de Cristo en pie (después de haber abandonado su asiento de comensal para obrar el milagro de la, transformación) nos trasladan al episodio sagrado narrado por el evangelista Juan. La escena se desarrolla en el, interior de una estancia, siendo muy acertada la captación del ambiente y la actitud gestual de los personajes,, resuelta con acertado dibujo. Hace pareja esta obra con otra del mismo autor que representa La cena de Baltasar,, también de notable calidad. Las dos piezas se exponen actualmente en la capilla de san Hermenegildo, a baja, altura, circunstancia que facilita su contemplación.,
La caída de San Pablo. Cronología: H. 1630.Autores: Frans Francken II. Las deudas de sus producciones más tempranas con el, manierismo y la pintura del siglo XVI se aprecian tanto, en la estructura de las composiciones, como en el ritmo, y expresión de sus figuras. Además, éstas incluyen, alusiones evidentes a la obra de artistas italianos como, Rafael, Veronés o Zuccaro. Del mismo modo, se ha, demostrado la utilización de estampas de Durero o, Lucas de Leyden para algunas de sus figuras., La Caída de san Pablo de la capilla de san Francisco de la catedral de Sevilla presenta una movida composición perfectamente resuelta en la integración de las actitudes y gestos del confuso tropel de caballos y jinetes desplegados en torno a la figura del futuro apóstol, que yace en el suelo con la mirada dirigida a lo alto. Del conjunto de obras de Francken II en la catedral de Sevilla destaca por la originalidad del tema la titulada La cena de Baltasar, actualmente en la capilla de san Hermenegildo. Esta escena se narra en el libro V de Daniel, en el cual el monarca asirio Baltasar, hijo de Nabucodonosor, bebió en una cena, junto con su corte, en los vasos sagrados de oro y plata que su padre se había llevado del templo de Jerusalén como botín. En el momento de beber Baltasar vio aparecer en el fondo de la estancia una mano que escribió en el muro una frase que anunciaba el fin de su reinado. El autor trató este tema en varias ocasiones en versiones pictóricas que se conservan en el museo de los Agustinos de Tolouse y en la galería Narodni de Praga, además de ésta que nos ocupa
La Magdalena. Cronología: H. 1635. Autores: Cornelis de Beer. Cornelis de Beer (Utrecht, 1586-Madrid, 1651) fue un pintor y editor de estampas de origen holandés establecido en Madrid, hijo de Joost de Beer, pintor de Utrecht. De 1627 a 1642 se le encuentra ocupado como tasador de pinturas, actividad con la que completaría los ingresos obtenidos con la edición y comercio de estampas y con la práctica de la pintura. Como otros flamencos establecidos en Madrid (alrededor de 40 en el siglo XVII) en 1637 pidió ser admitido como miembro de la guardia de archeros reales, sin obtenerlo quizá a causa de su edad. En 1641 casó a su hija con Nicolás Merstraten, de origen flamenco, entregándole una dote de mil ducados, lo que indica una posición económica desahogada. Después de 1643, cuando se pierde su rastro en Madrid, es posible que se desplazase a la región de Murcia, donde se encontraba el lienzo de las capuchinas al que hacía referencia Ceán Bermúdez, al parecer fechado en 1648. En la misma región, en la antigua colegiata de san Patricio de Lorca, se encuentra un Sacrificio de Isaac, firmado. También está firmada esta Magdalena de la catedral de Sevilla, donde el artista se ha concentrado en la descripción de la figura femenina, sentada en un interior sumido en la penumbra. La actitud de esta elegante Magdalena es la de subrayar su arrepentimiento y rechazar los goces terrenales. Por ello concentra su mirada en el crucifijo y la calavera que tiene en su regazo mientras hace un gesto de rechazo hacia las joyas que figuran sobre la mesa. Sobre la firma que figura en esta pintura es necesario precisar que está retocada en una antigua restauración efectuada en ella, por lo que algunas letras fueron cambiadas por otras, desvirtuándose así la lectura correcta del apellido del artista
Entierro de Cristo. Cronología: H. 1640. Autores: Anónimo. Según Valdivieso esta obra pudiera pertenecer a la mano de un pintor francés formado en Roma en la estela del también francés Tróphime Bigot (Arlés, h. 1579-Aviñón, 1650). Se trata de un artista del que se tienen escasas e imprecisas noticias. Nada se conoce de su primer aprendizaje; aparece documentado en Provenza en 1605 donde ya se le denomina «maestro pintor». Entre 1620 y 1629 trabaja en Roma, donde se registran pagos suyos en la academia de san Lucas, y donde adquiere un estilo cercano a los caravaggistas nórdicos que le caracterizará en el futuro. El centro de la pintura que comentamos lo ocupa el cuerpo desnudo de Cristo que, en un plano horizontal, divide el lienzo en dos. San Juan y Nicodemo trasladan al mesías muerto, totalmente humanizado y envuelto en los pliegues flotantes del sudario. El realismo es completo, destacando el verismo de la carne, del brazo inerte caído y de las llagas que ya no sangran. Tras ellos, en recogido silencio, se oye el lamento de María, María Magdalena y María Cleofás. El anónimo artista, siguiendo la representación del mismo tema del Caravaggio, coloca el sepulcro en primer lugar y al espectador casi en la fosa abierta. Un punto de vista frecuente que aumenta, así, la potencia de los escorzos
El banquete de Herodes. Cronología: H. 1640. Autores: Taller de Pedro Pablo Rubens. Peter Paul Rubens (Siegen, Sacro Imperio Romano Germánico, actual Alemania, 28 de junio de 1577-Amberes, Flandes, Países Bajos Españoles, actual Bélgica, 30 de mayo de 1640), también conocido como Pieter Paul, Pieter Pauwel, Petrus Paulus, y, en español, Pedro Pablo Rubens, fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo exuberante enfatiza el dinamismo, el color y la sensualidad. Sus principales influencias procedieron del arte de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma y de la pintura renacentista, en especial de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, del que admiraba su representación de la anatomía, pero sobre todo de Tiziano, al que siempre consideró su maestro y del que afirmó «con él, la pintura ha encontrado su esencia». Trató una amplia variedad de temas pictóricos (religiosos, históricos, de mitología clásica, escenas de caza, paisajes, retratos) así como dibujos, ilustraciones para libros y diseños para tapices. Se conservan aproximadamente mil quinientos cuadros suyos y nueve mil dibujos. Fueron sus discípulos o ayudantes Jacob Jordaens, Gaspar de Crayer, Theodor van Thulden, Erasmus Quellinus el Joven, Cornelis de Vos y Antón van Dyck, cuyo trabajo en el taller consistió en completar varios encargos para la corte española en Madrid. Según el relato bíblico Herodes Antipas, patriarca de Judea, vivía con Herodías, esposa de su hermano, provocando un gran escándalo e indignación en el pueblo. El Bautista reprocha este adulterio y Herodes lo detiene por incitación de ella. Más tarde, durante un banquete, el patriarca es conquistado por la danza de Salomé, bella hija de Herodías, y le promete darle como premio lo que ella desee. Salomé entonces, impulsada por su madre, pide la cabeza del Bautista. Herodes, aunque contrariado, porque sabía la verdad de las palabras de Juan, ordenó que fuera decapitado y su cabeza entregada a Salomé.
Abraham y los tres ángeles. Cronología: H. 1640. Autores: Abraham van Diepenbeck. Van Diepenbeeck se convirtió en uno de los mejores alumnos y asistentes de Rubens a partir de 1623. Manejaba con soltura temas mitológicos, históricos y retratos, y fue un buen colorista, con una vibrante paleta. Adquirió la ciudadanía de Amberes en 1636, fue admitido en el gremio de san Lucas de pintores en 1638 y se convirtió en director de la academia en 1641. Durante el reinado de Carlos I residió ocasionalmente en Inglaterra donde ilustró el libro Sistema General de la equitación. Varias fuentes indican que Diepenbeeck fue más que un alumno común de Rubens. Así en 1626 - 1627, fue uno de los artistas ejecutantes del cartón de la serie de tapices “La glorificación de la Eucaristía". Este fue uno de los principales encargos que el estudio de Rubens había recibido de la infanta Isabel Clara Eugenia, princesa de los Países Bajos e hija de Felipe II. La representación del recibimiento de Abraham a los tres ángeles se convirtió pronto en símbolo de la hospitalidad, reconociéndose en capiteles románicos, iconos rusos, pinturas góticas, mosaicos y más tarde en la pintura barroca. En la escuela holandesa y flamenca son más dados a idealizar las figuras, ataviándolas con ricas telas como si se tratase de una escena palaciega, muy diferente a la forma más austera de representación de este tema en la escuela española. Junto a la encina de Mambré, aparece Yavé en forma de tres ángeles ataviados con ricas vestiduras. Se sientan a la mesa aceptando la hospitalidad de Abraham que agasaja a sus invitados, mientras estos le anuncian que Sara, su mujer, dentro de un año dará a luz un hijo. Detrás de una puerta, a la izquierda de la escena, Sara escucha la conversación y ríe al creerse estéril, según indica el Génesis. Abraham es considerado como el primer patriarca en las religiones judía, cristiana y musulmana. También en las tres religiones es el prototipo de hombre acogedor de todos los viajeros y paradigma de hospitalidad. En varias fuentes, no sólo en la bíblica, se resalta la leyenda de que quien acoge a un forastero caminante atiende a Dios y que esa actitud nunca quedará sin recompensa. De esta referencia viene el deber cristiano de atender al peregrino.
Jacob bendiciendo a sus hijos. Cronología: H. 1660. Autores: Pieter Vant Lint. Van Lint (Amberes, 1609-1690) fue alumno de Roland Jacobs, convirtiéndose en maestro en 1632. Durante su formación había trabajado junto a Artus Wolfordt, lo que dejó anotado en el curioso diario que compuso y que todavía se conserva. Poco después partiría para Italia, donde entraría al servicio del cardenal Ginnasio en Roma entre 1633 y 1640. Aquí pinta la serie de frescos para la capilla de la familia Cibo en santa María del Pópolo con la historia de la Santa Cruz. A pesar de estudiar intensamente la Antigüedad clásica, como demuestran sus abundantes dibujos siguiendo una línea de tradición academicista, se dejó también influir por las escenas de género, dejando algunos lienzos en esta dirección. En 1643 está de vuelta en Amberes, donde continúa atendiendo a mecenas importantes como el rey hristian IV de Dinamarca. Otra parte de su producción se enfocó hacia obras devocionales pensadas para los mercados de España y América, como ésta que vemos, donde se representa el episodio del génesis (49, 2-33) en el que Jacob, antes de morir, se despide de sus doce hijos, profetizando sobre el destino de cada uno de ellos. La gesticulación que realizan los personajes, un tanto teatral, intenta traducir sus reacciones psicológicas, componiendo un repertorio de actitudes individualizadas que sólo a veces armonizan entre ellas.
La adoración de los Reyes. Cronología: 1669. Autores: Jacob Jordaens. Jacob Jordaens nació en Amberes (1593-1678), primogénito entre los once hijos del rico mercader de lino Jacob Jordaens y Bárbara van Wolschaten. Se sabe poco sobre su primera educación, pero se admite que debió recibir una formación aventajada como heredero de una rica familia. Esta idea se ve confirmada por su dominio de la gramática, el conocimiento del francés y la competencia en cuestiones mitológicas. Su familiaridad con los temas bíblicos se manifiesta en muchas pinturas de tema religioso, y su vinculación con estas cuestiones se ve confirmada por una tardía conversión del catolicismo al protestantismo. Al igual que Rubens estudió con Adam van Noort, quien fue su único maestro. Durante esta etapa Jordaens residió en la casa de Van Noort y estableció estrechos lazos con la familia. Realizó una copiosa producción, tratando escenas mitológicas y religiosas que se caracterizan por sus dinámicas composiciones, protagonizadas por personajes vitalistas configurados con desbordantes anatomías y populares semblantes. Dos importantes obras de Jordaens se conservan en la catedral, expuestas actualmente y tras ser restauradas en la capilla de san Antonio, estando firmadas y fechadas ambas en 1669. La Adoración de los Reyes es obra que repite en formato reducido la pintura que con el mismo tema perteneció a la iglesia de Dixmude (Bélgica), destruida durante la II Guerra Mundial, circunstancia que le otorga a ésta un valor especial.
La circuncisión. Cronología: 1669. Autores: Jacob Jordaens. Jordaens nunca realizó el clásico viaje de aprendizaje a Italia para estudiar el arte clásico y renacentista. A pesar de esto, se esforzó notablemente para adquirir láminas de los grandes maestros italianos que podían encontrarse en aquel entonces en el norte de Europa. Así es como conoció a Tiziano, Veronés, Caravaggio y Bassano. Su obra, sin embargo, delata su fuerte arraigo como pintor local y el apego a la pintura de género de artistas como Brueghel el Viejo, de carácter costumbrista y un tono más bien jocoso. La mayoría de sus encargos le llegaban de ricos mecenas flamencos y miembros del clero, si bien hacia el final de su carrera el maestro ya recibía pedidos de cortesanos y gobiernos de toda Europa. Además de una considerable cantidad de pinturas al óleo a lo largo de su carrera realizó numerosísimos tapices, una huella de su temprana vocación de acuarelista. La importancia de Jordaens puede calibrarse por la cantidad de discípulos que tuvo: el registro de la hermandad de San Lucas -el tradicional gremio de los pintores- apunta a unos quince entre 1621 y 1667, y a estos hay que añadir otros seis aprendices que aparecen registrados como tales en documentos de la corte. Entre ellos se contaría su primo y su propio hijo Jacob. Como Rubens y otros artistas de la época, el estudio de Jordaens dependía en gran medida de sus ayudantes para la producción de sus pinturas. Aunque no muchos de sus discípulos adquirieron fama, tener un cargo en su taller era una posición codiciada por artistas de toda Europa. La circuncisión muestra un magnífico esquema compositivo poblado por numerosos personajes, cuyas actitudes contrastan entre la solemnidad de la presencia de los sacerdotes oficiantes y la vitalidad gesticulante de las figuras de las mujeres y niños que se agolpan en los laterales de la escena.
La piscina de Bethesda. Cronología: H. 1620. Autores: Artus Wolffort. En 1889 un incendio destruye varios lienzos en la capilla de la Antigua. La obra que comentamos es una de las empleadas para reemplazar a esos originales siniestrados. Wolffort es un pintor flamenco formado en Dordrecht (Holanda) donde se asentaron sus padres y donde llegó a ser miembro del gremio de san Lucas en 1603. A su vuelta a Amberes en 1615 pasó a trabajar con Otto van Veen, abriendo taller en esta ciudad en 1617. Como pintor de altares realizó varios encargos para entidades religiosas, si bien el grueso de su producción fueron composiciones para el mercado del arte, en muchos casos series completas de apóstoles, padres de la iglesia o escenas de la vida de Cristo, de gran acogida entre los coleccionistas. Su factura apretada y técnica dura y pesada están lejos de la galanura de Rubens, Van Dyck o Jordaens. Wolffort contó con un taller muy activo dedicado a producir obras célebres, primando la cantidad sobre la calidad. No le encontramos en la lista de artistas contratados por la realeza y nobleza española. Debió tener marchantes en Sevilla, Málaga y Cádiz. El pintor sigue aquí con fidelidad un episodio del evangelio de san Juan que trata la curación del paralítico en la piscina de Bethesda. Al fondo vemos la arquitectura del palacio con cinco pórticos y los enfermos esperando el momento que las aguas cubran sus cuerpos. En primer plano Jesús con el anciano y a los lados varios grupos bien equilibrados, a un lado los apóstoles y al otro enfermos que suplican la ayuda del redentor. El que está de espaldas en primer plano contribuye a fijar la distancia con la perspectiva de la piscina. Al fondo aparecen unas ruinas evocadoras de la antigüedad, entre hiedras y un bosque fundido en el horizonte