FICHAS ATRIUM
CAPILLA DE
LOS EVANGELISTAS Cronología: H. 1445 Autores: Carles Galtés
de Ruan (Maestre Carlín) DATOS HISTÓRICOS. Se ubica esta capilla en
el lado del evangelio de la cabecera del templo que, según ya vimos al abordar
el estudio de la vecina capilla de las Doncellas, la bibliografía tradicional
vincula con el quehacer del maestro Juan de Hoces hacia el año 1496, si bien ya
entonces apuntábamos que una serie de características (como la mayor profusión
decorativa en los pilares que la flanquean o el más rico molduraje de su arco
de acceso) nos impulsan a vincularla con la obra del maestre Carlín, en cuyo
caso habría que retrasar su cronología hasta 1445, integrándose en la primera
fase constructiva del templo. Su aspecto actual data de la restauración de 1927
promovida por el capitán de fragata Miguel Desmassières y Farina, IX marqués de
la Motilla, descendiente del fundador. PATRONATO. En el muro izquierdo una
lápida recuerda a Domingo Polo de Santillán, caballero escocés que llegó a
Sevilla con Fernando III, y que emparentó con las familias de mayor alcurnia
del momento, siendo sus descendientes actuales los marqueses de la Motilla
(linaje Solís-Beaumont). Ortiz de Zúñiga refiere, por otra parte, que el primer
patrono de la capilla fue Rodrigo de Santillán, arcediano de Écija, que la dota
en 1530 para su enterramiento y el de su familia, de donde proviene el nombre
tradicional de capilla de los Santillanes con que la refieren las
fuentes antiguas. Creemos que Zúñiga habla de una dotación establecida sobre el
mismo espacio de otra anterior, que dataría de la mezquita cristianizada,
capilla que entonces se advocó de san Gregorio o san Sebastián, cuyo patronato,
una vez terminada la nueva catedral en 1530, se actualizaría. El retablo lo
sufragó en 1553 Sebastián de Obregón, obispo de Marruecos y canónigo de la
catedral, que actúa en nombre del también canónigo Pedro de Santillán, patrono
en ese momento. En la lápida fundacional del altar leemos “AQUÍ YACE EL
REVERENDO Y NOBLE SEÑOR DON RODRIGO DE SANTILLÁN, ARCEDIANO DE ÉCIJA, QUE DOTÓ
ESTA CAPILLA, Y EL DEAN DE JAÉN DON FRANCISCO DE SANTILLÁN, Y DON DIEGO DE
SANTILLÁN, TODOS CANÓNIGOS DE ESTA SANTA IGLESIA DE LOS CUALES Y DE LOS OTROS
SUS HEREDEROS Y SUCESORES ES EL ENTIERRO Y CAPILLA…”. Otros integrantes de este
linaje poseyeron patronatos de enterramiento en los conventos de san Pablo
(desde el siglo XIV) y san Francisco (desde principios del XV). DOTACIÓN ARTÍSTICA. Arquitectura: La capilla responde al plan general
constructivo del templo según el diseño atribuido al maestro Isambret. Conserva
los antepechos originales que sustentan los laterales de la reja. Retablos y
esculturas: No tiene. Pintura: El retablo principal se encarga al pintor
holandés Hernando de Esturmio en 1553. Este artista aparece en Sevilla al menos
desde 1537 como vecino del barrio de san Andrés. Su carrera se desarrolla en la
estela de Pedro de Campaña, que llega a la ciudad el mismo año, y que marcará
su evolución estilística. Cuando Esturmio concluye 1555 el retablo que
comentamos, Campaña ya trabaja en su obra maestra, las pinturas de la capilla
del mariscal Diego Caballero. Los dos artistas parten de las mismas premisas,
sobre todo grabados de Durero, Miguel Ángel y Rafael, pero mientras Campaña
reelabora y acentúa los ritmos, Esturmio se complace en una copia servil. La
evolución de estos artistas irá desde el naturalismo nórdico hasta el
manierismo romano, que aparece a partir de 1550. La corrección en el dibujo y
el dominio de la técnica pictórica, junto a la gran demanda de pintura religiosa
que se da en Sevilla por esos años, le proporcionan a Esturmio una exitosa
carrera, plagada de encargos, para los que incluso tuvo que ampliar su taller
con varios aprendices. El retablo que nos ocupa está compuesto por banco y dos
cuerpos de tres calles. En la central encontramos, en el cuerpo inferior, una Misa
de San Gregorio, y en el superior la Resurrección. En la calle
izquierda aparecen los evangelistas San Lucas (inferior) y San Juan (superior),
mientras en la derecha vemos a San Marcos (inferior) y a San Mateo (superior).
En el banco, también dividido en tres calles, encontramos a las Santas Justa
y Rufina a la izquierda, San Antonio, san Juan Bautista y san Sebastián en
el centro y Santas Catalina y Bárbara a la derecha. Destacamos el
brillante cromatismo, la cuidada ejecución de los pormenores y los fondos, así
como las figuras ejecutadas de perfil, que nos recuerdan la influencia que la
numismática tuvo en todos los autores del renacimiento sevillano. En el
contrato se especifica con rigor la iconografía, y así leemos “en el tablero de
en medio san Gregorio dice la misa alzando el santo sacramento con dos
diáconos, la casulla, más dos o tres cardenales y el altar con todo el servicio
y delante del santísimo todas las armas de la pasión…”, o “en los cuatro
tableros (laterales) evangelistas que tengan insignias y sean tan grandes como
se puedan hacer en los tableros”, o “en el banco han de ser pintados tres
medios santos en el del medio…,…en el lado derecho dos medias santas…”. Se
deduce de una primera lectura que el margen de iniciativa por parte del artista
se reduce a lo mínimo, pues hasta los pequeños detalles se refieren en el
contrato. En cuanto a la historia material del conjunto nos llama la atención
que en 1598 el cabildo contratara al cetrero Martín Alonso de Castro para que
“aderezara” las tablas, entendemos que por haber anidado en su parte posterior
alguna especie de ave, posiblemente lechuzas, cuyos nidos habrían de ser
retirados. Del contrato con Alonso se concluye que se pagaría una cantidad fija
por cada animal eliminado. Por otra parte apuntamos que algunas tablas han sido
ocasionalmente retiradas para integrarse en exposiciones temporales, y así las
Santas Justa y Rufina se pudieron ver en El Emporio de Sevilla (Caja San
Fernando, 1995) o en Arte del Renacimiento en Sevilla (Museo de Bellas Artes,
2023) y las Santas Catalina y Bárbara en Velázquez y Sevilla (CAAC, 1999). En el muro
frontero a la entrada se aprecia una pintura con el tema de El martirio de
san Pedro de Arbués, obra de 1804 debida al pintor neoclásico Joaquín
Cortés. Se trata de una copia de un lienzo de Murillo (hoy en el Ermitage de
San Petersburgo), al parecer encargada por Godoy para disimular el impacto del
expolio de la obra original que se encontraba en la capilla de
Inquisición, en el interior del castillo de Triana. Cuando en 1812 esta
institución desaparece la obra pasa a la catedral. La coincidencia de medidas
entre esta pintura y la original induce a dar veracidad a esta versión de los
hechos. La escena está captada en el momento del sacrificio del diácono
español, cuando dos verdugos se disponen a clavarle sus puñales, que blanden en
alto. En el ángulo superior izquierdo de la composición un ángel le enseña la palma
de su martirio y le señala el camino hacia el cielo. El santo ostenta una
expresividad muy lograda; su tipo y sus ropajes, así como los de sus asesinos e
incluso los del ángel están muy bien captados en su colorido y dibujo. Existe
otra versión de Murillo en el Museo Vaticano. Un conjunto interesante de
pinturas se disponen por los muros norte y oeste de la capilla. Al parecer en
su mayoría proceden de dos retablos desmontados que en principio se ubicaron en
la Sacristía Mayor, siendo ejecutados por el racionero de la catedral Diego
Vidal el Joven, sobrino de Diego Vidal el Viejo, de quien debió heredar el
cargo catedralicio y su afición por la pintura. Su actividad en Sevilla debe
situarse en el segundo cuarto del siglo XVII, mostrando sus obras una escasa
originalidad ya que están todas inspiradas en grabados. Entre las conservadas
identificamos en el muro oeste un San Juan Bautista y un San Pedro, copias
del mismo tema de originales de Andrea del Sarto. En el muro norte aparece una
serie de cuatro lienzos de los Evangelistas, obras de escuela flamenca
del siglo XVII. Otros lienzos de escuela española del XVII representan a San
Diego de Alcalá y a San Sebastián. Artes Suntuarias: La reja es obra
de principios del XVI, ostentando en la viga escudos de la familia Santillán.
Posee la capilla en el perímetro una serie de bancos a modo de coro y un
facistol en el centro, de origen desconocido. La vidriera que preside el
espacio es obra de 1553 de Arnao de Flandes y representa el Nacimiento.
Este vidriero se sitúa en el contexto del manierismo sevillano en un plano
equiparable al que representan Pedro de Campaña o Esturmio en pintura. La
realización de las últimas vidrieras de la serie de santos para el crucero
coincide con el inicio del segundo ciclo realizado por Arnao de Flandes para la
catedral, dedicado a la vida de Cristo, al que pertenece la que comentamos. El
fondo del paisaje y las arquitecturas, y especialmente los rostros de las
figuras, abandonan los procedimientos específicamente vidrieros habituales para
traducirse en una pintura sobre el vidrio. Como capilla temática de la Palabra
de Dios el Cabildo se ha propuesto exponer en este ámbito distintos ejemplares
de las biblias históricas que conserva la Biblioteca Capitular y Colombina. En
estos momentos podemos admirar la Biblia de San Luis, edición facsímile
que donara el arzobispo emérito Monseñor Asenjo. Se trata de una obra ilustrada
en Francia entre 1226 y 1234, encargo de doña Blanca de Castilla, cuyo original
se guarda la en la catedral de Toledo. La Biblia consta de 4887 escenas
iluminadas, ocho por cada página. Las miniaturas son un espejo de la Francia
del siglo XIII y aportan un amplio repertorio de vestimentas y costumbres.
ALTAR DE LA ASUNCIÓN Cronología: 1523 Autores:
Anónimo DATOS HISTÓRICOS. El altar de la Asunción se encuentra junto a la puerta
de los Palos, entre ésta y el muro lateral de la capilla de san Pedro. Este entorno
arquitectónico, uno de los últimos en rematarse del interior del templo, pudo
ser concluido por el Maestro Juan Gil de Hontañón antes de 1519. PATRONATO. La
capilla es fundada por el jurado Juan Cristóbal de la Puebla y su esposa en
1523 para enteramiento propio y de sus descendientes, si bien las obras de arte
que lo adornan son de finales del XVI. Sabemos, gracias a la investigación de
López Martínez, que las pinturas se contratan con Alonso Vázquez en 1594. En
los laterales del banco aparecen dos tablas con excelentes retratos de los patronos.
DOTACIÓN ARTÍSTICA: Arquitectura: La capilla no presenta obra arquitectónica,
pues su retablo, que imita la forma de un sepulcro en arcosolio, se sitúa en un
sencillo espacio sin decorar abierto en el muro de los pies del templo. Retablos
y esculturas: Preside la capilla un retablo anónimo de 1593 en cuya calle
central figura un relieve con la Virgen de la Asunción, de autor
desconocido aunque con magnífica policromía de Alonso Vázquez, quien por
entonces era habitual colaborador de Juan Martínez Montañés. Con respecto a la
autoría del relieve se ha venido repitiendo su proximidad a los modelos de
Bautista Vázquez, si bien la cronología del contrato no apoya esta teoría, pues
Vázquez fallece en 1588. Nos atrevemos aquí a vincularla con la producción de
Núñez Delgado por similitudes con la Inmaculada que este autor diseña
para la parroquia sevillana de San Andrés, dentro del proyecto de un retablo de
características parecidas al que aquí observamos y donde también trabaja como
policromador Alonso Vázquez. Otro posible autor del relieve y aún de la traza del
retablo pudo ser Diego López Bueno, del que conservamos una Inmaculada en
la parroquia de Santa Catalina que también recuerda a la Asunción que
comentamos. Sobre la mesa de altar se ha situado recientemente una imagen del
apóstol san Judas Tadeo, del siglo XVIII, de gran devoción en nuestra ciudad. Pintura:
Las pinturas y policromía del retablo se contratan con Alonso Vázquez en 1594.
La obra pictórica de Vázquez destaca por la solidez de su dibujo, que se
convierte en la auténtica estructura de la obra, sobre la que desarrollará el
cuidado efecto tonal de sus colores. Tiene un estilo muy variado en sus obras;
en la Santa Cena (que, procedente de la Cartuja, se conserva en el Museo
de Bellas Artes de Sevilla) se fija en los detalles propios de la escuela flamenca,
mientras que en La Virgen del Valle y en otras obras posteriores muestra
una serenidad más cercana a Rafael. Otro de los rasgos más representativos su
obra, claramente apreciable en este retablo, es la impronta escultórica que
muestran todas sus figuras, así como la composición geométrica con claras
formas Striangulares y redondas cuya yuxtaposición
va componiendo por sectores la obra. De igual forma se aprecia un respeto por
la tradición y corrección iconográfica en todos sus temas. En la capital
hispalense permanecerá hasta 1603, momento en que decide trasladarse a Méjico
para entrar al servicio del marqués de Montesclaros, virrey Nueva España. Su
muerte se produjo allí poco antes de 1608, influyendo en el desarrollo de las
escuelas locales. En cuanto a la iconografía del retablo el relieve central se
encuentra enmarcado por las imágenes de san Ildefonso y san Diego de Alcalá.
Por debajo, en el banco, además de los retratos ya referidos observamos una
tabla de acusado formato horizontal donde aparece una representación de Profetas
y Padres de la Iglesia. Otras pinturas distribuidas por el conjunto se
identifican con los temas del Bautismo de Cristo, Martirio de santa
Catalina, Ángeles Músicos, Alegorías de las Virtudes y El
Padre Eterno. Artes suntuarias: Se cierra la capilla con interesante reja
de 1593 rematada en crestería. La mesa de altar se recubre con azulejos de
finales del siglo XVI que siguen un esquema de los llamados de ajedrezado, con
casillas de colores alternos que incorporan motivos florales. Se trata de
azulejos planos pintados, o pisanos, introducidos en Sevilla en torno al 1500
por Francisco Niculoso y recuperados a finales del siglo XVI por el ceramista
Cristóbal de Augusta. Estos modelos seriados eran mucho más económicos que las
complejas composiciones que imitaban el textil. Su deterioro en el siglo XVIII
determinó que buena parte de estos frontales fuesen cubiertos por maderas que
imitaban jaspes. Así ocurrió con los azulejos que cubrían la mesa de altar de
la capilla de la Asunción. En la década de 1970 una intervención retiró la
cubrición de madera y restauró el frontal y la mesa de altar, si bien desde
entonces hasta ahora su deterioro ha ido en aumento. Este tipo de azulejo fue
muy repetido por los alfares sevillanos de finales del XVI, sustituyendo en
parte a la producción de arista, hasta entonces predominante. La fecha de la
obra que nos ocupa debe aproximarse a 1593, año que figura en la reja que
cierra la capilla. Junto al muro derecho exterior de la capilla se sitúa un
cofre limosnero ejecutado por el rejero Juan Barba en 1572. Se trata de una
buena pieza compuesta por balaustre y tornapuntas que recogen un arca con
cepillo. Todas estas labores se construyeron en hierro, siendo posteriormente
doradas y policromadas por el pintor Antón Pérez, habitual colaborador de Barba
en otras labores de metalistería de la catedral. Nada queda, sin embargo de
esta decoración pictórica, pues aunque la obra se conserva en su ubicación
original, junto a la puerta de Palos, una restauración poco afortunada eliminó
esta decoración para pintarla de negroN JUDAS TADEO, ANÓNIMO, SIGLO