Excursion
a Tentudia: monasterio de Tentudia de la orden de Santiago, retablos
de azulejos de Nicolaso Pisano , claustro mudéjar, solución magistral de las cúpulas
, opiniones de Enrique el "Ermitaño" sobre las venganzas protestantes
de Alonso Garcia en los azulejos de Santa Catalina ( simbología de la fe) y del
niño con tetas (negando la virginidad de Maria) [protestantismo] ; Conventual de
los Caballeros de la Orden de Santiago, imponente iglesia con
arcos planos y nervaduras muy diferentes , claustro majestuoso que nos recuerda
Ucles, feria de la artesanía extremeña portugueses, postre tecula-mecula"
JC
Jueves,
25/11/99 14:42
TEN-TU-VIDA
Verde Malaquita
No veo la hora de salir de este cuenco. Mientras me
mezclan con el agua voy recordando el camino tan penoso hasta llegar hasta este
promontorio. La parte del viaje más agobiante ha sido la navegación por el
Bósforo. Nuestro barco ha sido perseguido y acosado e incluso algunos marineros
estaban dispuestos a arrojarme al mar para retirar lastre. Empecé mi camino en
la faldas de las montañas de Raikjem, en Afganistán, siendo todavía piedra. Las
mujeres del poblado conservan la habilidad ancestral de siglos para convertirme
en polvo y golpear con suavidad para que mis partículas más pequeñas no se
alojen en sus ojos y queden ciegas. Después limpian sus dedos con unas semillas
de un árbol milenario para evitar que al contacto con los labios les haga tener
alucinaciones. Mis antepasados viajaron hasta las orillas del Nilo y se
quedaron impregnando collares de escarabajos y pendientes. Hay familiares mios
dando color a los toros alados de los palacios de Persépolis.
Me depositaron en un puerto italiano donde parece
que unos maestros han empezado a reconocerme como materia sublime, después de
haber aprendido por un viajero veneciano que soy inalterable a muchos grados de
temperatura. Otros sacos compañeros han
sido llevados al Norte Lejano en el que unos monjes han empezado a utilizarnos
para conseguir derivados de la plata y el oro.
Por fin ya voy en el pincel y empiezo a formar parte
de una llaga entre dos piezas del caballero llamado Pelay Peres y Correa. Los
monjes curiosos preguntan a Nicoloso por la historia de este personaje. Y es el
maestro Pisano el que les cuenta que recibió el encargo de Joan Riero, Gran
Maestre de la Orden de Santiago, para recordar la memoria del Cid de
Extremadura, capitán guerrero que empujó a los moros de estas tierras y
facilitó la entrada de Fernando III en el Alcázar de Sevilla. El Gran Maestre
Pelay y el Almirante Bonifaz subieron por el Guadalquivir triunfantes hasta la
capital del reino taifa de Sevilla. La victoria en los campos de la Sierra de
Aguafría sobre los ejércitos sarracenos se adjudica a la mediación de la Virgen
que permitió la prolongación del día para que los ejércitos cristianos pudieran
continuar luchando. Los astrónomos árabes habían predicho una importante
tormenta eléctrica en la zona y sabían que la duración de la batalla por encima
de las horas de sol era la derrota segura. Pelay Peres Correa atribuyó el
milagro a la Virgen y propuso la construcción de una residencia para los
vencedores que estuviera bajo la advocación de la Virgen de Ten-tu-día. El
lugar no fue elegido al azar. Ya había sido ermita visigoda y era junto a
Ponferrada, Murcia y Leyre, uno de los vértices de la cruz de los Templarios.
El hermano lego ha traído un jarro de agua fresca
para el maestro y se ha atrevido a preguntar por la forma de las cúpulas. Le
explica que están sobre trompas y que es una técnica que conocían a la
perfección los alarifes mozárabes. Ayudándose de falsos muros ponen sobre ellos
los ladrillos cejados y así van consiguiendo darle forma esférica a los techos.
Las cúpulas de Tentudía son una maravilla de tecnología arquitectónica ya que
partiendo de plantas cuadradas se va pasando, a muy baja altura, a columnas que
sin dividir los muros se abren a dos arcadas (se consiguen ocho lados) y éstas
a su vez en otras dos hasta que se termina en un cuerpo semiesférico de 16
segmentos. El Altar Mayor que está montando Nicoloso Pisano está bajo una
bóveda de crucería que acoge las 516 piezas realizadas durante 90 dias en el
taller del maestro en Triana. No debo decir estas interioridades pero ha
cobrado 10 maravedies por cada una de ellas y se que ha pedido un anticipo de
5.000 maravedies ¡qué hábil!
Ahora, el maestro ha retirado el pincel de su azulejo
y se ha quedado pensativo. Puedo observar la grandeza de esta obra. Las
distintas estampas alegóricas enmarcan a la Virgen del Milagro de Tentudía. En
un margen o calle se observa la presentación de la Virgen, la coronación o
ascensión y otras escenas de la vida de María. En la otra calle figuran escenas
de la vida de Cristo. En la última de las cuadrículas con gesto de admiración
se recoge al Gran Maestre Pelay mirando a un sol sonriente.
Han pasado QUINCE años.
Noto un gran revuelo entre los monjes. Acaba de
llegar el Visitador de la Orden de Santiago desde el Monasterio de Uclés y
desde ayer esperaba, en Calera de León, el Inquisidor Mayor con sede en Zufre.
Hay rumores de la falta de fe cristiana del maestro Alonso García. Los paseos
por el claustro mudéjar del visitador y el inquisidor, a pesar de la nieve
caída esta mañana, anuncian la gravedad de los hechos. Se quiere conocer la
intención que ha movido a Alonso a representar a Santa Catalina pisando la
cabeza del Emperador Máximus siendo como fue una pensadora y acusar
indirectamente a sus protectores de no haberla defendido suficientemente, y
sobre todo, qué ha podido llevar al gran
maestro a ponerle pechos al Niño Jesús y a desfigurarle la cara. Hay que tener
valor para atreverse a expresar, en unos azulejos que quedarán para la
eternidad, una fe protestante,
precisamente cuando en las plazas de Sevilla los más exaltados empiezan a
quemar muñecos con los nombres de los más destacados herejes.
Las dos personalidades han subido a través de la
estrecha escalera de la torre hasta las almenas del monasterio. Allí habrán
recordado su pasado militar. El tejado está nevado. El viento helado impide que
sus palabras sean oídas a través del tiro de la chimenea por los monjes viejos
que han mandado a los novicios a coger algunas gallinas para obsequiar a los
invitados. Alguno seguirá recolectando cicuta para los intermediarios reales,
que bajo la amenaza de retirarles las prebendas al monasterio, siguen teniendo
esa sustancia tan cotizadísima en las Cortes de la Cristiandad.
El maestro no piensa en la denuncia. Sabe que su
comportamiento, un año antes, con
aquella doncella, sobrina del Rector del Colegio de San Marcos de León, en la
Conventual de los Caballeros de la Orden de Santiago, en Calera de León, le
traería cualquier desgracia si no aceptaba la autoría de la paternidad.
Recordaba como quedó encandilado con la belleza de aquella muchacha de quince
años que recorría el claustro de esa mole granítica con arcos góticos y
renacentistas. Cuando fue invitado a que explicara la técnica de los
esgrafiados de las bóvedas su corazón voló como el del halcón peregrino que
acaba de pasar por entre la ventana dodecagonal. A los pocos días del primer
encuentro, su tio, el Rector la devolvió
con su hermano a Ponferrada apartándola de un artista de mala fama, pero ya era
demasiado tarde y llevaba en sus entrañas un niño.
Las tumbas de alabastro de D. Fernando Sol y del más
pequeño de los Trastámara miran orgullosas a la del Camarero Mayor de la Orden
de Santiago con ropajes menos elaborados y la espada más pequeña. La forja de
los dos herreros de Zafra protege el Conjunto Monumental de los retablos y la
tumba de Pelay.
Han pasado casi QUINIENTOS años
Este grupo tan atento a mi nuevo padre, Quique, debe
venir de lugares muy dispares. Los niños no dejan de asombrarse del colorido,
después de tantos siglos, de mis hermanos y yo. La verdad es que procuro
mantenerme lo más vivo posible en mi color verde agua, y aunque ya he perdido
el brillo de mis años mozos, sigo siendo un buen VERDE MALAQUITA.