martes, 9 de enero de 2024

PINTURA CATEDRAL BARROCO SEVILLANO III

 

La Virgen con Santo Domingo y San Francisco (1664) [Sebastián de Llanos Valdés] 

San Juan Bautista ante el sanedrín (1668)  [Sebastián de Llanos Valdés]


La Virgen del Consuelo (1720) [Alonso Miguel de Tovar] 

Altar de plata de la Catedral de Sevilla (1730) [diseño de Domingo Martínez] 

Altar de plata de la Catedral de Sevilla (1730) [diseño de Domingo Martínez] 

Altar de plata de la Catedral de Sevilla (1730) [diseño de Domingo Martínez] 

San Diego de Alcalá curando enfermos (arriba), Cristo curando al ciego (abajo), San Fernando, San Abundio, San Hermenegildo y Santa Florentina (en los medallones). Cronología: 1734-38. Autores: Domingo Martínez. 

La Virgen del Consuelo (1720) [Alonso Miguel de Tovar  








San Laureano (santo cefalóforo) [Matias de Arteaga] 




San Laureano ante el Papa Virgilio  [Matías de Arteaga] 

La resurrección de un joven en Marsella por intervención de san Laureano. Cronología: H. 1702. Autores: Matías de Arteaga



Martes 9-1-24 (VISITA) PINTURA EN LA CATEDRAL. ÚLTIMO BARROCO SEVILLANO / ATRIUM / (Guía Emilio Rubio) este conjunto de obras se considera secundario por su historiografía actual, pero no para los historiadores por la trascendencia que tuvo en su momento;  SAN JUAN BAUTISTA ANTE EL SANEDRÍN (1668) Sebastián de Llanos Valdés  y a la izquierda la VOCACIÓN DE SAN MATEO , ambos cuadros estaban exornando la capilla Scala,  después los pusieron en el trasaltar y ahora en el Tesoro de la Catedral;  CRUCIFICADO Sebastián de Llanos Valdés este artista se mueve el grupo de Murillo y Valdés Leal , gusto por el claroscuro de Caravaggio,  post conciliar, post tridentino,  buscando una religiosidad más entendible,  actitudes expresivas,  respeto al dibujo,  contraste con el fondo oscuro,  siguiendo la escuela italiana,  también tiene influencia de Zurbarán y de Francisco Herrera El Viejo que junto con Roelas introducen en nuestro país la veracidad,  aquí en España,  influencia de Bernardo Strozzi , de la escuela genovesa,  llama la atención el momento apasionado,  en el siguiente barroco la figura se van haciendo más pequeñas,  Sebastián de Llanos Valdés se dedicó al arte sin necesidad, era rico,  tuvo mucha relación con la Academia de los Tres Nobles Artes sevillana,  llegó a ser presidente de la Academia de San Lucas,  del gremio de pintores;  SAN JUAN  BAUTISTA ANTE EL SANEDRÍN  los rostros expresivos interrogan al Bautista,  figura de San Juan muy importante,  San Mateo era recaudador de impuestos,  gestos muy estudiados,  graduados del color de las mangas de Cristo;  CRUCIFICADO  es un Cristo todavía vivo, con Zurbarán lo presenta ya fallecido;  en la capilla de San Laureano , obras de Matías de Arteaga ; San Laureano muere en el 576,  este cuadro lo hace Martín de Arteaga un año antes de morir,  San Laureano es símbolo de la resistencia al arrianismo perseguido por el rey Teudis en España y por Totila en Italia,  esta de san Laureano es la primera capilla que se hace en la Catedral (donde se hace la primera misa por iniciarse la Catedral por los pies);  las reliquias de san Laureano salían en el Corpus;  en el siglo XVIII se desmitifica las reliquias y su papel taumatúrgico,  las reliquias de San Laureano se conserva la cabeza,  la vidriera es renacentista,  época de Pedro González de Mendoza, “tercer Rey de España” (por su poder) ;  San Laureano nace en Hungría,  se va a Milán y después está 17 años de obispo en Sevilla,  y después va a Roma, Laureano advierte que llegarán a Sevilla calamidades, se su historiografía se acabaron cuando llegaron sus restos como reliquias; después de estar en Sevilla pasa por Marsella y llega a Roma,  San Laureano se encuentra en Marsella un entierro, san Laureano hace el milagro de resucitar al hijo de los ricos hombres que estaban acompañando a su hijo muerto  LA RESURRECCIÓN DE UN JOVEN EN MARSELLA POR INTERVENCIÓN DE SAN LAUREANO. 1702. Matías de Arteaga.; otro cuadro de SAN LAUREANO ANTE EL PAPÁ VIRGILIO aparecen arquitecturas,  las pinturas barrocas se van haciendo más complejas,  hacia una narrativa más compleja,  como el Renacimiento;  el Papa Virgilio lo pone y lo quita Teodora,  la mujer de Constantino,  el catolicismo era más complejo que el arrianismo para unir a los pueblos germánicos,  Virgilio invita a San Laureano a que haga una misa en la basílica de San Pedro;  SANACIÓN DE LOS MENDIGOS  [cuadros de la capilla: SAN LAUREANO ANTE EL PAPA VIRGILIO EN ROMA, LA CURACIÓN DE UN TULLIDO EN ROMA POR INTERVENCIÓN DE SAN LAUREANO, EL MARTIRIO DE SAN LAUREANO y LA ENTREGA DE LA CABEZA DE SAN LAUREANO AL CLERO DE SEVILLA , muy interesante el fondo, el ejercicio de perspectiva,  San Laureano va a ver los restos de San Martín,  es interceptado por Totila y lo decapita; es un Santo cefalóforo (cabeza parlante)  su cabeza la llevan ante Teudis,  rey de Sevilla,  el cuerpo se queda en Burgués (Francia) , es la entrega de la cabeza de San Leandro al clero de Sevilla,  el que toma la cabeza es Valentín Lampérez Blazquez que es el que encarga el cuadro Arteaga, este artista pertenecía a una familia famosa por la edición de libros, su familia eran grabadores,  hicieron libros y publicaciones esenciales, como el de la canonización de Fernando III, también hicieron publicaciones muy interesantes para la conmemoración de Santa María La Blanca, los libros fueron escritos por Torres Farfán,  ilustrados por Arteaga además ; en el cuadro Teudis se arrepiente y un niño guarda sus atributos de rey detrás de él, el rey Teudis aparece de vuelta de un desierto;  Sebastián de Llanos Valdés era famoso por las bandejas de las cabezas cortadas este sí que era el artista más tenebroso, más que “el pestilente” Valdés Leal;  Matías de Arteaga también miembro de la Academia,  el cuadro de la entrega de la cabeza refleja la Sevilla del XVII,  la calle de la Mar,  el perfil de la ciudad y la muralla;  el cuadro recuerda a Murillo y su obra de “Moisés haciendo brotar agua de las rocas” que está en La Caridad ;  San Laureano deja de tener devoción en el sigloXVIII por la perdida de creencia de las de las reliquias;  las academias no eran bien vistas por eliminar el sistema que permitía a los alumnos ser como esclavos, pero Murillo quería prestigiar la ciudad,  Murillo hizo muchos negocios y Murillo no necesitaba el taller porque no necesitaba el dinero;  libros de Torres Farfán y grabados de Matías de Arteaga , hay originales de grabados en la Galería de Laurence Shand , en la calle Bailén;  las Hermandades Sacramentales eran muy importantes,  Matías de Arteaga se incorpora a la hermandad para que le hagan encargos;  la DIVINA PASTORA es un encargo de Pedro Corchado (1720) el Altar de la Virgen del Consuelo, de Alonso Miguel de Tovar;  Isabel de Farnesio conocedora de la historia del arte,  buena mecenas aquí en Sevilla se crió Carlos III, de adolescente;  Alonso Miguel de Tovar era el copista de Murillo,  no quiso ser pintor de Cámara, los pintores del Rey eran muchos,  sin embargo el de Cámara era un asesor,  en este caso Alonso Miguel de Tovar acompañó a Jean Ranc y Louis Miche Van Loo,  fueron pintores del rey , estaban relacionados con la corona, Alonso Miguel de Tovar se especializa en retratos, VIRGEN DEL CONSUELO  1720  Alonso Miguel de Tovar este es un lienzo pegado sobre una madera,  se piensa que Alonso Miguel de Tovar ya se encontró este motivo con Santiago y San Antonio de Padua y Pedro Corchado, canónigo de la Catedral pidió que se respetara la temática (el oro era de mucha pureza);  el retablo original fue encargado por un caballero veinticuatro,   el caballero Guillén Alfonso, el cuadro era de estilo gótico, Alonso Miguel de Tovar se adscribe a la escuela de Murillo,  se crea una escuela de copistas de Murillo,  Alonso Miguel de Tovar era uno de ellos,  pero aún así va a la corte con los pintores franceses el Jean Ranc y Louis Miguel Van Too importancia de este cuadro de las miradas;  Domingo Martínez hace de marchante, hacía gestiones para que la familia real tuviera cuadros,  algunos no se pagaron,  principal marchante de los Reyes;  Juan de Espinal no tiene cuadros importantes en la Catedral, pero sí en el Palacio Arzobispal;  Domingo Martínez diseñador de estructuras, el Altar de Octavas  conserva las figuras de San Leandro y San Isidoro, solo queda parte central,  otra parte sea amonedó para pagar las guerras contra los franceses y después las guerras carlistas en el siglo XVIII,  el 20% del endeudamiento nacional era de la ciudad de Sevilla,  el altar se montaba 3 veces al año,  el Platero Mayor era el segundo técnico más importante de la Catedral,  la iglesia seducía por la liturgia por él impacto y la teatralidad;  La Capilla de la Virgen de la Antigua la decoración del XVIII fue a iniciativa de Luis Salcedo y Azcona , con diseño de Domingo Martínez y Pedro Duque Cornejo;  Luis Salcedo y Azcona promueve la iglesia de la Consolación de Umbrete que es la Catedral del Aljarafe,  también Martínez innovó en algunas iconografías;  Domingo Martínez y su discípulo Juan de Espinal cuál es el enlace, Domingo Martínez de la escuela sevillana Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés (que termina sus obras)  tiene la ayuda de Domingo Martínez , es ayudante de Lucas Valdés para terminar estas obras de Valdés Leal; Domingo Martínez era un teórico,  hay compensaciones por el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz,  una fue la Fábrica de Tabacos y pide a Domingo Martínez que diseñe una mascarada para celebrar la estancia de la Corte de Felipe V aquí en Sevilla; Domingo Martínez tuvo un taller enorme y una biblioteca de temáticas de arte muy grande;  el taller estuvo en la Alameda y y hace la Capilla Sacramental de San Lorenzo;  el cuadro de TRANSICIÓN Y TRASLADO DE LA VIRGEN DE LA ANTIGUA  San Calpóforo perteneciente a la Legión Tebana;  San Leandro y San Isidoro a los dos esas obras son inferiores a San Telmo y a San Luis de los Franceses por haber sido retocadas tras un incendio en el XIX

 

FICHAS ATRIUM

 

La virgen con santo Domingo y san Francisco. Cronología: 1664. Autores: Sebastián de Llanos Valdés. El historiador Antonio Palomino, que no le dedicó biografía en su monografía sobre los pintores españoles, cuenta en la de Alonso Cano que tuvo un desafío con éste, a quien tenía alojado en su casa, del que resultó gravemente herido en la mano derecha, siendo esta la razón por la que Cano abandonó Sevilla en 1638. Aunque se ha dicho que era de origen hidalgo, por lo que siempre hacía firma con el don en sus documentos, y que llevó una vida desahogada un tanto al margen de la actividad profesional, viviendo del alquiler en casas de elevado precio, lo cierto es que Llanos Valdés aparece en la documentación estrechamente involucrado en la vida gremial sevillana, siendo en 1653 nombrado Alcalde del Gremio de Pintores de Sevilla. En la obra de Llanos Valdés, los recuerdos de Herrera el Viejo, presente en los monumentales evangelistas de cuerpo entero de la Casa de Pilatos de Sevilla (Fundación Medinaceli), se ven matizados por las influencias zurbaranescas y las genovesas de Bernardo Strozzi, de quienes toma la iluminación tenebrista y los tipos fuertemente expresivos. En la obra que nos ocupa el modelo de la Virgen parece directamente tomado de Zurbarán, aunque en ella se advierta también algo de mayor movimiento barroco. Fue hombre culto y letrado, lo que le permitió acometer la realización de pinturas de iconografía compleja, como esta alegoría que vemos, que posee un amplio contenido religioso e histórico. La Virgen se apareció a santo Domingo ofreciéndole el Rosario y enseñándole cómo rezarlo. El milagro lo presencia san Francisco, que recoge la cruz que le entrega el niño. Aquí san Francisco representa a la orden seráfica que instituye el rezo de la Corona de las Siete Alegrías. Este rezo es una variante del Rosario, compuesto sólo de las alegrías que experimentó la Virgen. En cada misterio se rezan 72 avemarías, por los mismos años que, según la tradición, vivió la madre del redentor. El pintor plasma la iconografía de forma tradicional, rodeando a la Virgen de ángeles. La obra ha estado expuesta hasta el 5 de enero pasado en la sede de Cajasol (Antigua Audiencia), formando parte de una exposición temporal dedicada a san Francisco

San Juan Bautista ante el sanedrín. Cronología: 1668. Autores: Sebastián de Llanos Valdés. En 1909 hallaba José Gestoso la firma de Sebastián de Llanos Valdés y la fecha de 1668 en el cuadro que representa a San Juan Bautista ante el sanedrín, entonces en la capilla de Scalas. Este óleo sobre lienzo (110 x 173 cm.), que forma pareja con La vocación de san Mateo, es obra de gran interés dentro de su producción. En ambas se aprecia el estilo del pintor en su plenitud. En la acertada composición, las figuras, magistralmente dibujadas, son captadas de medio cuerpo. El artista describe con excelente técnica la intensa comunicación entre los personajes, que resaltan sobre el fondo en penumbra de la escena. La pintura reproduce el momento en que sacerdotes y levitas, enviados por los judíos desde Jerusalén, le preguntan al Bautista si él era el mesías, el profeta. Juan negó todo y, a la pregunta “¿Qué dices de ti mismo?”, respondió: “Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor”. Este episodio joánico es inmediatamente anterior al bautismo de Jesús. Esta pareja de pinturas se expuso durante muchos años en el muro del trasaltar, si bien recientemente, y tras su restauración, se han colocado sobre las vitrinas del tesoro en la antigua contaduría, donde, aunque se presentan a cierta altura, se puede apreciar su notable calidad. Otras pinturas de Llanos Valdés en la catedral son un Sacrificio de Isaac, ubicada en el vestuario de beneficiados, donde el rostro de Abraham guarda grandes similitudes con otros del artista, y un Cristo Crucificado, hasta hace poco en la sacristía Mayor y ahora en ubicación desconocida. Es ésta obra tenebrista, en la que la figura de Cristo en la cruz, intensamente iluminada, aparece respaldada por un fondo en tinieblas. En el tratamiento de la expresividad de Cristo, tanto en su anatomía como en las facciones de su rostro, se advierten claras derivaciones de modelos zurbaranescos. Por último reseñamos que, al crear Murillo y Herrera el Mozo la academia de dibujo en la lonja de mercaderes en 1660, Llanos Valdés figuró entre sus fundadores, tomando una participación activa en todos los años de su existencia y contribuyendo generosamente a su sostenimiento económico. El año de su creación fue nombrado cónsul, cargo que ostentó de nuevo junto a Valdés Leal en 1663. Un año más tarde, por desistimiento de este, fue elegido presidente, superando en votos a Cornelio Schut, y en 1668 figuraba aún como presidente, elegido por tercera vez, siendo el pintor que más tiempo estuvo a su frente

La resurrección de un joven en Marsella por intervención de san Laureano. Cronología: H. 1702. Autores: Matías de Arteaga. Matías de Arteaga nació en Villanueva de los Infantes en 1633. Pintor y grabador de la escuela sevillana, supo recoger en su pintura e interpretar con personalidad propia la doble influencia de Murillo y Valdés Leal. Fue hijo del grabador Bartolomé Arteaga y hermano de Francisco de Arteaga, también grabador. De niño se trasladó a Sevilla, donde se formaría en el taller paterno y en contacto con Murillo. Gozó de relevancia y consideración en el ambiente artístico sevillano del tercer tercio del XVII. Así, fue uno de los miembros fundadores de la Academia de Pintura sevillana, en la cual llegó a detentar los cargos de secretario y cónsul. En 1664 ingresó en la hermandad de la Santa Caridad y dos años después en la Sacramental del Sagrario de la catedral sevillana, para la que realizó algunos trabajos. Su producción hubo de ser copiosa, aunque sólo una pequeña parte ha podido ser identificada. Cuatro conjuntos pictóricos conservados actualmente en Sevilla resultan primordiales para conocer el talento artístico de Arteaga. Son la serie eucarística que pertenece a la hermandad Sacramental del Sagrario, los episodios de la vida de san Laureano de la Catedral (de los que aquí traemos uno), el ciclo evangélico del museo de Bellas Artes y la serie de la vida de san José de colección particular. En 1978 el profesor De la Banda y Vargas publicó un trabajo dedicado a su faceta como grabador donde define su obra como la cumbre del grabado sevillano del siglo XVII. Además de difundir la obra de Herrera el Mozo o Murillo también dedicó trabajos a la arquitectura, como una planta de la catedral de 1672, de excelente calidad, o la ilustración del libro de Diego López de Arenas Breve compendio de la Carpintería de lo blanco, posiblemente el mejor manual para entender la carpintería mudéjar. Su mejor obra como grabador es la ilustración de las fiestas de la catedral por la canonización de san Fernando (libro de Torre Farfán), clave para entender el desarrollo del aparato litúrgico en la Sevilla del XVII. La noticia sobre la autoría del conjunto de cinco pinturas que decora la capilla de san Laureano nos la da el canónigo Loaysa en 1709 al señalar que dicho espacio es propiedad del capitular Valentín Lampérez y Blázquez, quien encargó a Arteaga la decoración del recinto donde, poco después, mandó que le enterrasen. La obra que nos ocupa es la primera del ciclo cronológico de la vida del santo. Este hecho ocurrió cuando san Laureano, huyendo de Sevilla y de sus perseguidores arrianos, llegó a Marsella, donde nada más atravesar sus murallas se topó con el cortejo fúnebre del hijo de un rico potentado. Apiadado por el dolor del padre mandó que se interrumpiese el sepelio y que se velase el cadáver mientras el oraba, logrando finalmente que el joven volviera a la vida. La composición de la pintura se resuelve siguiendo un esquema que marca dos momentos narrativos distintos. En el centro y el lado izquierdo se representa el momento en que el padre del joven se arrodilla ante san Laureano y le implora la resurrección de su hijo. El santo es secundado por el ángel que, según la tradición, le acompañó en su viaje, además de un grupo de testigos que contemplan la escena. En la parte derecha del cuadro se representa el momento en que, por intercesión del santo, el joven resucita ante el asombro del cortejo que lo velaba. Las otras cuatro pinturas del ciclo representan San Laureano ante el papa Virgilio en Roma, La curación de un tullido en Roma por intervención de san Laureano, El martirio de san Laureano y La entrega de la cabeza de san Laureano al clero de Sevilla. Al fondo de esta última pintura aparece una interesante vista de la ciudad, con sus murallas en primer plano y la puerta del Arenal, mientras que sobre el caserío de la ciudad destaca el perfil de la catedral con una detallada representación de la Giralda.

Virgen del Consuelo. Cronología: 1720. Autores: Alonso Miguel de Tovar. Alonso Miguel de Tovar fue un pintor español de la escuela sevillana nacido en Higuera de la Sierra (Huelva) en 1678 y fallecido en Madrid en 1758. En 1690 se trasladó a Sevilla, donde fue copista de Murillo, el cual ejerció mucha influencia sobre su estilo. En esta primera etapa, su trabajo consistió principalmente en pinturas de tema religioso como La Divina Pastora de las Almas que realizó por encargo de fray Isidoro de Sevilla en 1703 o La Virgen del Consuelo (1720), obra que aquí comentamos y que se encuentra en el altar del mismo nombre, en el muro de los pies del templo. A partir de 1729, coincidiendo con el traslado de la corte de los Borbones a Sevilla, obtuvo el rango de pintor del rey por iniciativa de Isabel de Farnesio, gran admiradora de la obra de Murillo. Como pintor de Felipe V, colaboró con otros artistas como Louis-Michel van Loo y su protector, Jean Ranc, quien alguna vez se refirió a él como «D. Alonso el copista»; gracias a ello fue capaz de unir las formas tradicionales que ya dominaba, con los nuevos estilos que fue conociendo a través de pintores extranjeros presentes en la corte. Una de sus facetas más importantes fue la de retratista, siendo considerado uno de los grandes maestros en esta especialidad de su tiempo, como puede comprobarse en el lienzo dedicado a la marquesa de Perales o el retrato del cardenal Astorga. A partir de 1740 acompañó a la corte en su traslado a Madrid. En esta ciudad falleció a la avanzada edad de 80 años en 1758. Una de las escasas pinturas de carácter religioso que se conservan de este artista es la que traemos a colación. La pintura La Virgen del Consuelo está firmada y fechada en Sevilla en 1720, siendo por tanto obra de este artista de su etapa sevillana. Figuran en la composición, flanqueando a la Virgen y el Niño que ocupan el centro de la escena, las efigies de san Antonio de Padua y Santiago apóstol, mientras que un clérigo aparece a los pies de la Virgen, siendo éste sin duda el donante del retablo. El estilo que refleja esta pintura sigue claramente las directrices impuestas por Murillo, mostrando actitudes físicas amables, aunque los rostros resultan un tanto inexpresivos. Ya el profesor Valdivieso advirtió en 1984 que posiblemente esta obra se realizó sobre otra anterior de estilo gótico, entre otros motivos por el soporte de madera al que se superpone el lienzo, inusual método en el periodo barroco. Esta apreciación se ha visto confirmada durante la reciente restauración acometida sobre la obra en el año 2019 por el especialista Carlos Peñuela, coincidiendo con el tercer centenario de su encargo. En una reciente entrevista concedida por la conservadora de la catedral, Ana Gamero, a la revista Ars Magazine podemos leer que “desde un primer momento y paralelamente al estudio de patologías y propuestas de intervención, se han tenido en cuenta las fuentes documentales que de ella se conservan y que, sin duda, resultan importantes antes de cualquier intervención. La información proporcionada nos alerta de la posible reutilización de una obra ya existente y anterior a la de Tovar. En efecto, en las Actas del Cabildo de 1719 (folios 104 r y 134 v) consta la petición y posterior autorización del Cabildo a don Pedro Corchado para ampliar el altar según el proyecto que adjuntó a sus expensas, por lo que debió ser encargo de don Pedro Corchado a Tovar directamente”. Asimismo, historiadores como Francisco Quiles ya habían indicado que “en 1719 el músico tenor Pedro Corchado recibió autorización del Cabildo para renovar la tabla medieval en la que aparecía la imagen mariana de la Virgen de Consolación que se ubicaba en su altar, porque quería renovar la devoción”. En esta misma línea, publicaciones más recientes señalan que “se trata de un óleo sobre lienzo pegado a tabla. Dicho soporte lignario, de etapa gótica, se pintó quizás cuando el altar pertenecía a Guillén Alfonso, vasallo del rey y veinticuatro de Sevilla. La obra actual, firmada y fechada por Tovar en 1720, respeta la composición goticista subyacente”.

Altar de plata de la Catedral de Sevilla Uno de sus primeros trabajos fue el que desarrolló con el padre de su futuro discípulo Juan Espinal, Gregorio Espinal, la hermandad Sacramental de la parroquia de San Lorenzo. Consistió en decorar los muros de la capilla propia que tenía dicha institución en aquel inmueble, con pinturas de signo eucarístico, en 1718. Esta congregación de fieles articuló, desde un determinado aspecto, las relaciones de algunos importantes artistas del setecientos sevillano. Además de los citados, otros pintores como Pedro Tortolero, Francisco y Vicente Alanís o Francisco y Antonio de Acosta se contaron entre las filas de devotos sacramentales y participaron de su vida interna. Podría ser llamado «el grupo de la collación de San Lorenzo». Martínez había mudado su taller desde la collación de san Martín a la de san Lorenzo al establecerse en la calle de los Lisos (actual Santa Ana). Ya en la segunda mitad de la década de los veinte de la centuria setecentista, el de Martínez era el obrador de pintura más activo de toda Sevilla, el que acabó por capitalizar la mayoría de los encargos de la clientela hasta mediados de siglo y el que estaba mejor dotado en lo que a dibujos, estampas y modelos en yeso y al natural se refiere, tal y como quedó registrado en el inventario postmorten de la biblioteca de Domingo Martínez. Tan completo y dinámico era el taller que, años más tarde, Ceán Bermúdez escribiría que «su casa parecía una academia y que le visitaban los grandes, los caballeros y profesores que fueron con S. M.», mientras duró la permanencia de la corte en Sevilla (1729-1733). Este punto resulta especialmente interesante, ya que, además de Espinal, estuvieron asociados con Domingo Martínez otros discípulos, de los que conocemos con seguridad la personalidad y producción de Andrés Rubira (+ Sevilla, 1760), Pedro Tortolero (+ Sevilla, 1767), Francisco Miguel Jiménez (1717 – 1793) y Juan José de Uceda (+ 1786). Algunos de los mencionados, capitaneados por Espinal, constituirán el germen que conseguirá levantar, tras varios intentos de recaudación de apoyos locales y reales, la futura Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla. El cuadro que observamos representa el altar de plata que, con diseño del propio Domingo Martínez, fue realizado por los plateros Manuel Guerrero y Tomás Sánchez Reciente entre 1725 y 1742. Se considera una de las creaciones más sobresalientes de la platería española del Barroco. Se montaba en el presbiterio de la catedral para las octavas del Corpus y la Concepción y el triduo de Carnestolendas. A partir del siglo XIX comienza su dispersión, quedando hoy sólo una quinta parte que se montado de manera permanente en la nave del crucero.. Cronología: H. 1730. Autores: Domingo Martínez. Este pintor no sólo ha merecido la inmortalidad historiográfica por lo mucho y bueno de su producción artística, sino, además, por configurar el aprendizaje de un buen número de discípulos que, con el paso del tiempo, protagonizan la actividad profesional correspondiente a las décadas siguientes. De este modo, Martínez inclinó, con su magisterio, la balanza de la pintura sevillana de la mayor parte del siglo XVIII a la esfera de su estilo e influencia. También consiguió que perdurara su manera de trabajar en equipo, aun cuando las prácticas de taller y gremio fueron sustituidas por otras aparentemente distintas. Se formó primero con Juan Antonio Osorio y más tarde con Lucas Valdés. Al igual que había ocurrido con su maestro Valdés, Martínez representó varias arquitecturas y diseños, incluyó en sus cuadros los planos de las cajas de órganos de la Catedral de Sevilla, el proyecto del retablo de la Virgen de la Antigua o el de la capilla de San Telmo, junto con otros de los que fue diseñador como el monumento de Semana Santa y el altar de plata de la catedral de Sevilla. Con ello contribuyó a la expansión gráfica de la iconografía hispalense. Y también como él actuó de policromador en varias ocasiones, en la mayoría de ellas, encarnando las esculturas de Pedro Duque Cornejo

San Diego de Alcalá curando enfermos (arriba), Cristo curando al ciego (abajo), San Fernando, San Abundio, San Hermenegildo y Santa Florentina (en los medallones). Cronología: 1734-38. Autores: Domingo Martínez. Es muy posible que el taller de Martínez tuviera una estructura jerárquica en función de la confianza depositada por el maestro en cada uno de sus discípulos, traducida en la ejecución de funciones de mayor o menor importancia a la hora de participar en una obra colectiva. El conde del Águila, al hablar de las pinturas que adornan la capilla de la Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla –ejecutadas por el taller de Domingo Martínez–, especifica que “era Rubira el que le manchaba los quadros, teniendo para esto particular habilidad, y Domingo los acababa”. En cualquier caso, y esto será la tónica habitual de la producción de Martínez, siempre estuvo dispuesto a plasmar el detalle y la anécdota, a pesar de que, en ocasiones, demuestra errores que aún no pueden discernirse que sean de su responsabilidad o de las particularidades de su amplio taller. Domingo Martínez, antes de su muerte en 1749, nombró a Espinal albacea y heredero de su taller, lo que lo convertía en propietario de la extensa biblioteca del difunto y en encargado de atender los encargos de la clientela más numerosa y poderosa de la ciudad. Confundiéndose estilísticamente ambos pintores en la pintura del último barroco, termina la vida del primero y empieza la carrera en solitario del segundo, atendiendo el taller del maestro y la participando en la Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla. La capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral aparece revestida en sus muros por un amplio conjunto pictórico de gran formato. La realización de este proyecto se llevó a cabo entre 1734 y 1738 a expensas del entonces arzobispo de la ciudad, Luis de Salcedo y Azcona, quien, además, por devoción a la Virgen, encargó a Pedro Duque Cornejo la construcción de su sepulcro en el mismo ámbito. Las pinturas narran la leyenda de la Virgen de la Antigua, aunque por estar colocadas muchas de ellas a gran altura nunca se ha procedido a un estudio exhaustivo de las mismas. En un vistazo preliminar se advierte que la calidad de los lienzos es notablemente inferior a otros conjuntos del maestro, en parte porque en 1889 se produjo un incendio que afectó a buena parte del conjunto pictórico, teniendo que realizarse réplicas de varios de los originales perdidos. Además de los citados en el encabezamiento aparecen los siguientes temas: La aparición de la Virgen de la Antigua a los musulmanes a través de un muro que la ocultaba, La traslación de la imagen de la Virgen de la Antigua, El venerable Contreras presentando cautivos redimidos a la Virgen y La caída del muro que ocultaba a la imagen de la Virgen de la Antigua.