martes, 25 de octubre de 2022

ARTES DECORATIVAS EN LA CATEDRAL: REJERÍA, PULPITOS Y COFRES

 

Capilla de la concepción grande 

Reja Capilla real 

Capilla de las doncellas 

Capilla de las doncellas 

Capilla de las doncellas 


Reja capilla de las casaderas 


Reja capilla de las casaderas 

Cajas limosneras

Cajas limosneras 

Reja de la Capilla de la Virgen de la Antigua 

Rejas del altar mayor


Reja de coro

Reja de coro

Reja de coro

Reja de coro

Reja de coro

Tenebrario

Giraldillo

Giraldillo


Martes 25-10-22 (VISITA) ARTES DECORATIVAS DE LA CATEDRAL DE SEVILLA : REJERIA , PÚLPITOS  Y COFRES / ATRIUM / Guía Rocío / artes decorativas del metal,  en el tema de la escultura en metal,  la primera pieza importante es El Giraldillo,  la palabra viene de girar,  por los vientos,  también se le conoce por la Santa Juana o La Fe Triunfante o la Rosa de los Vientos,  según el profesor Falcó,  escultura en bronce,  la más importante del Renacimiento,  el Cinquecento, los orígenes en 1557,  Hernán Ruiz de la familia de maestros mayores de la Catedral, (arquitectos),  presentó un proyecto de campanario,  en esa época llegaban bastantes metales y  el Cabildo decide acabar la Capilla Real y el Campanario del alminar; Hernán Ruiz quería ocupar el puesto de Martín Gaínza,  anterior Maestro Mayor,  la figura recoge la doctrina de Trento, la idea es de la Antigüedad,  Torre de los Vientos,  de Andrónico de Cirro, citada por Vitruvio,  hizo muchas referencias;  participó el pintor Luís de Vargas,  lo apoyo y se fijó en el Faro de Alejandría rematado por Ptolomeo;  el pintor Luis de Vargas hizo la obra de “La gamba” ,  ese comentario elogioso que una pierna de su Adán (Genealogía temporal de Jesucristo) valía más que el colosal San Cristóbal que estaba pintando Mateo Alesio);  otro artista que intervino fue el maestro fundidor Bartolomé Morel , también autor del Tenebrario y fue asiduo colaborador de Hernán Ruiz y maestro fundidor de la familia de los Morel, Juan Morel , su padre,  hizo la escultura de Mercurio del Alcázar; Hernán Ruiz, Bartolomé Morel y Juan Plasencia hicieron un trío de maestros fundidores de campanas, tenían un taller en la collación de San Vicente,  en cuanto al Giraldillo, el Cabildo presionó para que fuera el fundidor Bartolomé Morel,  pago la fianza para retirarlo de la cárcel;  el molde intermedio de arcilla es de Juan Bautista Vázquez El Viejo,  el taller tuvo que adaptarlo,  la veleta obligaba hacerlo de una sola pieza, tardó dos años en terminarla, para qué la obra estuviera terminada,  primero se hacía en escayola,  después en cera y después en barro,  quedaba el fundido bajo tierra,  utilizo solo un 1% de plomo y bastante más estaño del habitual,  porque tenían que remover de forma constante para que no perdiera consistencia,  tuvo muchas dificultades, el taller  salió ardiendo, Morel pidió una indemnización al Cabildo,  el traslado se hizo sobre una cama rodada,  empujada por 18 moriscos,  tardaron 15 días en el traslado y se subió en 1568,  originalmente estaba pintada en azul y la peana, dorada ; su orientación era con el viento,  si se quería saber si había lluvia , tenía la orientación suroeste,  en ese tiempo la gente se fijaba en la veleta, tuvo inconvenientes por desgaste,  se le introdujeron unas vigas para estabilidad como engranaje,  también tuvo problemas por huracanes y por el terremoto de Lisboa de 1755,  no se retoca hasta 1770,  se le colocó una decoración rococó,  en 1880 se incorpora un pararrayos en los años 80 del siglo XX, se realiza un estudio integral,  estaba lleno de orificios,  le tiraban disparos con cartuchos de perdigones,  en 1995 se baja a la terraza de las azucenas y se empezó una réplica,  en 1998,  se hizo por José Antonio Márquez la original se estudió en el IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico) se estudió la aleación , se estudiaron las grietas y se utilizaron técnicas muy modernas;  el entramado se hizo de una sola vez, el  original del sistema de giro está en las Escuela de Ingenieros; representa a la virtud de la fortaleza por las armaduras elegantes del imperio,  tiene evocaciones a Palas Atenea, en las sandalias,  tenía un penacho de plumas,  tenía como símbolos en el escudo:  La Palma y el Cáliz,   el Tenebrario para el oficio de tinieblas de Bartolomé Morel con los otros artistas habituales, el diseño es de Hernán Ruiz y las imágenes de Juan Bautista Vázquez El Viejo , son 15 personajes para colocar el cirio, la parte central, la  Virgen , es la última vela que se apagaba, se utilizaba en los  oficios del Jueves y Viernes Santo; corresponde con los  15 salmos,  entre maitines y laudes,  siguiendo los postulados de Trento , dichos postulados eran vigilados por Francisco de Pacheco fue el que hizo este proyecto teológico,  se representan los apóstoles y para llegar a los 15 se incorporan los evangelistas San Marcos y San Lucas además de la Virgen , se apagaba el cirío con una mano de cera,  símbolo de Judas, ayudaba a la extinción de la vida de Jesús,  cuando se apagaba la última vela, el templo quedaba a oscuras,  los canónigos daban golpes para imitar la tormenta por la muerte de Jesús,  se celebró hasta 1962,  que por el Concilio Vaticano II se pensó en tener menos boato,  el tondo recoge la imagen de San Gregorio;  Rejería introducida a partir del siglo XVI,  de tipo gótico,  muy inicial o renacentista  temprano,  evitó gastos de alguaciles,  las primeras rejas son de carácter civil,  por abrirse las viviendas al exterior, después de un  largo periodo de modelo morisco cerrado,  los primeros maestros herreros fueron los  vizcaínos, tenían capilla propia en la iglesia de San Francisco retablo del Sagrario de la capilla real oratorio de la capilla de los vizcaínos autor Francisco de Salamanca un gran artesano, el monje artesano, encargo de la rejas del Coro y Altar Mayor trajo consigo a su sobrino Pedro Delgado que se estableció en Sevilla y se casa con una Villalobos,  germen de la industria de la rejería en Sevilla,  los talleres estaban fronterizos al Colegio de San Miguel, eran dependencias del Cabildo,  se hacía cargo de alquilar locales,  pago a los peones,  también de vestirlos;  rejas de forja sustituyen a las de madera la primera reja fue la del Coro sustitución de las rejas por José Gestoso por la caída del cimborrio; los  particulares encargaban las rejas de sus capillas pero bajo la dirección de los Maestros Mayores,  ya que querían evitar confrontaciones;  las partes de las rejas son la parte baja:  el plinto la siguiente hacia arriba,  el cuerpo,  después la cornisa o friso y por último,  el ático o coronamiento suelen estar la parte alta con un balaustre,  en el caso de la reja del coro del diseño del monje artesano, es de mucha complejidad en algunos casos mezcla los elementos goticistas : apóstoles y árbol de Jesse,  con el salmo 11 de Isaias, el repertorio teológico era supervisado por Francisco Pacheco;  las rejas también tienen calles los motivos,  según el estilo de la época podía ser gótico o renacentista, Reja Del Retablo Mayor friso con ángeles portadores los profetas,  el coronamiento;  las Rejas de la Capilla de la Virgen de la Antigua el primer maestro rejero de esta obra fue Juan López y seguiría el maestro rejero Juan Barba ; Cofre limosnero se ponían en las puertas,  realizados en 1579,  renacentistas con el astil muy elaborado,  iban policromados de pinturas exquisitas;  reja de la Capilla de las Casaderas ( o de las Doncellas ) Hermandad de las Doncellas, fundada por Micer García Gibraleón capilla de las doncellas,  de 1521,  reja a doble cara hermandad daba las dotes;  reja de capilla Real de la reja, diseñada por Sebastián van der Brocht, culminada por San Fernando, de Jerónimo Roldan taller en San Bernardo,  se inició en 1735, con un presupuesto de 500.000 reales financiados directamente por Carlos III, se  encarga  en 1778 y en 1798 solo se había terminado un primer cuerpo,  el Cabildo paralizó las obras por los ruidos de los martillazos;  la reja de la capilla de la Concepción tiene una reja que su estofado (su pintura) es de Juan Valdés Leal

 

FICHA TECNICA DE ATRIUM

 

Reproducción del Giraldillo. Cronología: 1981. Autores: Antonio García Romero, Blanca Guillén Arriaga, Rosario Martínez Lorente, Isaac Navarrete Álvarez. Los continuos procesos de reparación a que fue sometida durante el siglo XX la veleta de la torre de la Catedral, llevaron al Cabildo a barajar su sustitución y finalmente encargar una réplica de la misma, que si bien en un principio parecía destinada a sustituir definitivamente al maltrecho original, terminó disponiéndose, una vez reintegrado el bronce original en su sitio, en un primer momento en el interior del templo (puerta de la iglesia del Sagrario) y más tarde en su ubicación actual, en el atrio de la puerta del Príncipe o San Cristóbal. La obra original, ideada por el canónigo y humanista Francisco Pacheco, está inspirada en el grabado abierto por Marco Antonio Raimondi de la Atenea Prómachos y en la lápida inaugural de la Giralda se explica que el “costosísimo remate” representa al “coloso de la Fe vencedora”, con el propósito de proclamar a los cuatro vientos y desde cualquier punto desde la que se divisare “la seguridad que tenían las cosas de la piedad cristiana, vencidos y muertos los enemigos de la Iglesia de Roma”. Los adversarios del Papado eran los herejes protestantes, pero también los musulmanes, unos “bárbaros” bajo cuyo dominio permaneció Sevilla cinco siglos y sobre cuyo monumento más representativo, el alminar de su mezquita almohade, emergía ahora la Fe Victoriosa. Su apariencia es la de una mujer robusta y fue concebida para regirse por las leyes de la mecánica. Se arropa con un peplo clásico, luce casco, calza sandalias de grebas decoradas con cabezas de leones y lleva en sus manos el lábaro y la palma. El lábaro asegura su rotación al recoger la más leve brisa de viento y hacer girar la palma, que indica la dirección. El diseño original se debe a pintor Luis de Vargas y la fundición a Bartolomé Morel. Ahora bien, entre el diseñador y el broncista falta un eslabón intermedio: el escultor que realiza el modelo en barro. Por los rasgos estilísticos de la imagen, este artífice debió de ser Juan Bautista Vázquez el Viejo. Los tres se habían ganado ya a pulso una sólida reputación en los círculos culturales de la Sevilla del Quinientos. Las obras de fundición comenzaron con posterioridad al 25 de noviembre de 1566, en que Hernán Ruiz se constituye en fiador de Bartolomé Morel y le saca de la cárcel, donde había ingresado por una deuda impagada. Los trabajos duraron más de año y medio y, hasta el 13 de agosto de 1568, la estatua no fue instalada en su emplazamiento definitivo, tras haberla coloreado de azul el pintor Antón Pérez. Las causas de esta demora obedecen a las graves dificultades técnicas y económicas que hubo de vencer Morel al enfrentarse con el bronce más descomunal y emblemático del renacimiento español. El resultado fue muy satisfactorio, como prueban los 600 ducados de gratificación entregados por el cabildo al broncista.

 

Tenebrario. Cronología: 1559-1564. Autores: Hernán Ruiz (arquitectura), Pedro Delgado y Bartolomé Morel (rejería), Juan Giralte y Juan Bautista Vázquez el Viejo (entalladura), Juan Marín (policromía). El Tenebrario o Candelero para el Oficio de Tinieblas de la Semana Santa ha merecido siempre los más encendidos elogios de la crítica artística que se ha ocupado del patrimonio de la Catedral. En 1800 Ceán Bermúdez la admira como “la pieza más bien pensada, ayrosa y bien executada que hay de este género en España”, y en 1874, el arqueólogo José Amador de los Ríos la juzgaba como “una de las más estimables joyas del rico mobiliario que posee aquella metropolitana Iglesia”. Fue diseñada en 1559 por el Maestro Mayor del templo, Hernán Ruiz II, que simultanea en el dispositivo arquitectónico y repertorio ornamental determinados elementos procedentes del código serliano y de los grutescos grabados por Zoan Andrea, con grafismos inherentes a su vocabulario edilicio, como el frontón alabeado con un medallón en el tímpano, que puede y debe considerarse como la firma encubierta del artista. Acto seguido, los canónigos confiaron su fundición en bronce a los rejeros Pedro Delgado y Bartolomé Morel, que contratan el 14 de septiembre de 1559 la espléndida peana y el vástago de apoyo, revistiendo ambos soportes por un brillante muestrario de arpías, cabezas de leones, argollas y cariátides entrelazadas con Hermes. El astil se corona por una medalla del Papa San Gregorio, constelado por ángeles con filacterias y monstruos vegetales. Ciertas desavenencias entre el Cabildo y los artistas, por una parte, y los artífices entre sí, por otra, paralizaron las obras, que no se reemprenden hasta 1562. Es entonces cuando los escultores Giralte y Vázquez realizan el frontón superior con la imagen simbólica de la Fe en el núcleo central y 15 esculturas más de madera que rematan el conjunto y sirven de base a otros tantos cirios. Representan al Apostolado y a los evangelistas Marcos y Lucas, flanqueando a la Virgen. La presencia de 15 luces tiene su fundamento en el mismo número de salmos que se cantan en el oficio litúrgico de Vespertino, cuyos cultos revestían especial solemnidad en la Catedral sevillana durante el miércoles y jueves santo. Al finalizar cada uno de los 14 salmos de maitines y laudes se iba apagando la correspondiente vela. Esta ceremonia se hacía con una mano de cera, en recuerdo de la mano de Judas que, vendiendo al Salvador, contribuyó a extinguir su vida. Terminados los salmos, sólo quedaba un cirio encendido, el del vértice central que correspondía a la Virgen: única persona convencida de la Resurrección de Cristo. Entonces se procedía a entonar el Miserere y, coincidiendo con el último versículo, se sofocaba la luz, quedando así el templo en tinieblas, mientras los canónigos golpeaban sus asientos corales simulando ruido de tormenta. Con tales efectos se pretendía reproducir las tinieblas y ruidos acaecidos en Jerusalén a la muerte de Cristo.

 

Cofres limosneros. Cronología: 1572. Autores: Juan Barba. Mientras el rejero Juan Barba trabaja en la realización de la gran reja de la Capilla de la Antigua, el Cabildo le encarga la adaptación de un arca de hierro como cepillo y la construcción de otra, con idéntica finalidad. Para la primera hizo un balaustre, que serviría de soporte, y otros aparejos con que asegurarla a la pared (figura 1). En la segunda repitió el modelo anterior, con diferentes proporciones, incorporándole un balaustre, unos canes y tornapuntas para reforzarla (figura 2). Todas estas labores, efectuadas en el segundo semestre de 1572, se construyeron en hierro, siendo posteriormente doradas y policromadas por el pintor Antón Pérez. Nada queda, sin embargo de estas labores pictóricas, pues aunque ambos cepillos se conservan próximos a los altares de la Asunción y de Santa Bárbara, junto a las puertas de Palos y Campanillas, aparecen actualmente pintados de negro.

 

Reja del Coro. Cronología: 1518-1523. Autores: Sancho Muñoz y Fray Francisco de Salamanca. De las grandes rejas catedralicias la primera en construirse fue la correspondiente al coro. En octubre de 1517 se llamó al maestro conquense Sancho Muñoz para que, trasladándose a Sevilla, se encargara de ella. Estando ya en la ciudad, el Cabildo le solicitó una traza de la reja, acordando, asimismo, concederle un salario de 200 ducados anuales, siempre que la construcción no durase más de un año y medio. Meses después aún no se había decidido comenzar la obra, pues se convocaba a varios maestros, entre ellos a Fray Francisco de Salamanca, para que presentasen proyectos. Resueltas las dudas y aprobadas las trazas de Sancho Muñoz para la correspondiente al coro, se encomendó a Fray Francisco su construcción. Este la inició a mediados de 1518, finalizándola en 1523. Con posterioridad se efectuaron las tareas de asentamiento y dorado. La reja presenta una estructura arquitectónica de dos cuerpos y cinco calles, más un remate compuesto de friso y coronamiento. Los elementos estructurales son por igual góticos y renacentistas, si bien predominan los primeros en el cuerpo inferior. En el segundo triunfa el renacimiento, por la utilización de balaustres, los primeros que aparecen en la rejería española, debidos posiblemente a una variación sobre el original del propio Fray Francisco. En el friso del remate, junto a una inscripción tomada del capítulo IX de Isaías, aparecen figuras de santos, el Árbol de Jessé y diversos temas renacientes. Por otra parte es preciso destacar la carencia, durante el siglo XV y casi todo el XVI, de artesanos locales dedicados a la construcción de rejas monumentales. Por ello se hizo necesario recabar la presencia de rejeros castellanos o procedentes de Andalucía oriental. Así, por ejemplo, se recurre al maestro de Cuenca Sancho Muñoz o al dominico Fray Francisco de Salamanca. En ocasiones, estos artistas foráneos sólo vienen a Sevilla a presentar trazas, mientras otras veces se establecen en la ciudad, abriendo taller y efectuando personalmente las obras. A lo largo del XVI, y cuando se trataba de artistas foráneos a los que el cabildo contrataba la ejecución de una reja, además de pagar al maestro encargado de hacerla se sufragaban los gastos de la casa en la que dicho rejero vivía, y se pagaban los salarios de los oficiales que le ayudaban e incluso los vestidos de éstos. Por otra parte se habilitaba en el Colegio de San Miguel, frontero a la Catedral, una serie de dependencias en las que se pudiesen instalar los talleres de fundición. En otras ocasiones se alquilaban diversas dependencias del Alcázar, para ubicar dichos talleres. Una vez construida la reja, se colocaba en su emplazamiento, operación que era dirigida por el Maestro Mayor de la Catedral y realizada por el equipo de peones que trabajaban para él.

 

Reja de la Capilla de la Virgen de la Antigua. Cronología: 1565- 1601. Autores: Hernán Ruiz II, Juan López, Juan Barba, Asensio de Maeda, Rodrigo de Segovia. La reja catedralicia más interesante de la segunda mitad del siglo XVI, por las numerosas incidencias de su construcción, es la principal de la Capilla de la Antigua. Existe un gran confusionismo sobre ella, debido a las numerosas referencias documentales que se conservan. Las primeras noticias corresponden a 1533, cuando Fray Francisco de Salamanca solicitó permiso al Cabildo para regresar a su tierra y éste acordó darle más trabajo, siendo uno de ellos el de la reja de la Antigua. Dos años más tarde se encargó a varios canónigos que vieren “el debuxo questa fecho de la rexa” para que iniciaran los trámites de su construcción. Nada se debió resolver, pues en 1553 se insiste en la idea de revisar las trazas y modelos de la citada reja. Al siguiente año se solicitó un nuevo diseño a un tal “Miçer Antonio”, que Gestoso supone sea Antonio Florentín. Tampoco en esta ocasión debió iniciarse la obra, pues ninguna noticia documental existe al respecto. Al fin, en junio de 1565, se firmó contrato con el rejero Juan López, vecino de Granada, para que construyese la reja conforme al modelo de Hernán Ruiz, el cual es posible que guardara alguna relación con el dibujo del folio 113 del manuscrito de arquitectura del maestro cordobés. Lo más interesante del contrato es una de las clausulas finales en que señalaba que la reja cerraría “todo el arco dende el suelo hasta arriba… apartada de la pared espasio de un pie… y… a… las espaldas del tabernáculo de la imagen de nuestra señora donde está pintado el bienaventurado San Christoval… cubriendo todo lo hueco de todo el arco como si el dicho tabernáculo no estuviera en el dicho arco”. Con ello se indicaba que la reja se situaría por delante del muro en que ambas imágenes estaban pintadas, dejando una distancia prudencial entre ambos. Pasan unos años, se efectúa el traslado de la pintura de la Virgen de la Antigua a su actual ubicación, y en 1586 encontramos la noticia del asentamiento de los dos cuerpos bajos de la reja. El aspecto de lo construido no debió agradar al Cabildo, que decidió pedir a su maestro mayor Asensio de Maeda una rectificación del diseño. Así se hizo, y en junio de 1591 se ordenó a Juan Barba deshacer algunos elementos y construirlos nuevamente, según las trazas actualizadas. La operación fue rápida y dos años más tarde se labraba el jaspe que había de servir de pedestal al primer cuerpo, el cual fue trasladado desde el taller a la iglesia en mayo del mismo año. Pero la obra fue nuevamente paralizada cuando se labraban los balaustres del tercer cuerpo. Al parecer falleció Juan Barba y se hizo preciso buscar un nuevo maestro rejero, lo cual parece que aún no se había resuelto en 1598, cuando el Cabildo acordaba, una vez más, que se continuase la reja. El artista encargado de completarla Rodrigo de Segovia, quien fallecería en 1601, cuando se iniciaban las tareas de dorado y pintura por Juan de Salcedo. Así pues, la construcción de la reja principal de la Capilla de la Antigua duró más de setenta años. De ella hubo, al menos, cuatro proyectos correspondientes a Fray Francisco de Salamanca, Miçer Antonio, Hernán Ruiz II y Asensio de Maeda, siendo la obra final el resultado de las reformas introducidas por el último en las trazas de su antecesor. En la construcción intervinieron Juan López, Juan Barba, Francisco López y Rodrigo de Segovia, además de los oficiales, ayudantes, peones y demás personas de sus respectivos talleres. En la misma capilla hay una reja de menores proporciones, correspondiente a la comunicación de este espacio con el crucero. Es una obra concertada en 1605 por Hernando de Pineda y diseñada por Miguel de Zumárraga, en aquel tiempo aparejador y maestro mayor interino de la Catedral.

 

Rejas de la Capilla de las Doncellas. Cronología: 1579. Autores: Atribuida a Pedro Delgado. De Hace cinco años se intervino en la reja principal que cierra la capilla de las Doncellas, que está atribuida a Pedro Delgado y fue realizada a doble faz en 1579. Se asienta sobre un pequeño zócalo de mármol blanco y sobre él se levanta un banco de balaustres, está compuesta por dos cuerpos, tres calles y crestería. En la calle central se sitúa la puerta de doble hoja que presenta cerrojo y bocallave. La crestería cubre todo el vano del arco apuntado. El centro lo ocupa la imagen de la Virgen de la Caridad, a cuyos pies hay una cartela que reza "María," en un tondo central acogiendo bajo su manto a las doncellas. En los laterales dos cariátides sostienen un frontón curvo y roto con un candelabro en el centro, rematado por una cruz. En los extremos aparecen dos figuras de santos inscritas en cartelas. El resto de la decoración la componen roleos vegetales, figuras humanas que brotan de tallos, ángeles y motivos florales. La intervención se centró en la fase de limpieza química, que consiste en la eliminación de la capa de aceite de linaza sobrecalentado y de resina alquídica que la cubre. Así mismo se realizó el sentado de policromía en aquellas zonas donde se encuentra poco adherida. Paralelamente a la intervención se recogen todos los datos necesarios para profundizar en el conocimiento de sus características técnicas y materiales. Desde el año 2008 el IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España) está realizando un proyecto de investigación sobre rejas renacentistas españolas de los siglos XV y XVI en el que colaboran el Servicio de Conservación y Restauración de Obras de Arte, Patrimonio Arqueológico y Etnográfico, y el Área de Investigación y Formación. El objetivo que persigue es el estudio de algunas de las rejas más emblemáticas del arte español desde una perspectiva técnica, dado que tradicionalmente los estudios realizados hasta la fecha se han centrado únicamente en aspectos histórico-artísticos. De esta forma, se contempla la realización de análisis de identificación de materiales y de productos de alteración de los soportes, además de estudios radiográficos y endoscópicos. Teniendo en cuenta el gran formato de la mayoría de estas piezas, así como la complejidad de su sistema constructivo, muy poco investigado hasta el momento, este proyecto, dado su enfoque científico, aportará resultados novedosos y necesarios para la historia de la técnica de la rejería en España. La intervención también abarcó la restauración de las dos piezas reproducidas, que conforman, por un lado, el acceso de la capilla al brazo del crucero, y por otro, el pasamano que cierra la tribuna que sirve de asiento al retablo.

 

Reja de la Capilla del Mariscal. Cronología: 1555. Autores: Martín de Gaínza y Pedro Delgado. La reja de la Capilla del Mariscal Diego Caballero fue contratada por Delgado en 1555. Las trazas de la misma se debieron al maestro Mayor de la Catedral Martin de Gaínza. El elemento más destacado de la misma es la representación del Santo Entierro que figura en el remate, inspirado en la realizada por Fray Francisco de Salamanca en la reja principal del altar mayor. En esta obra, Pedro Delgado se ajustó con toda precisión a las normas que estipulaba el contrato, en el que incluso se indicaban los motivos ornamentales. Para la misma capilla construyo un pasamano de hierro Cosme de Sorribas, otro de los grandes rejeros activos en la catedral durante el siglo XVI. Esta baranda que, se inició en 1561, se colocó en la tribuna que sirve de asiento al retablo de la Purificación. El diseño de dicho pasamanos fue de Hernán Ruiz, quien trabajó con Sorribas en otras ocasiones. Pero desgraciadamente esta obra se sustituyó unos años más tarde, concretamente en el 1571, por otra realizada por Bartolomé Morel, que es la hoy existente. Es bastante curiosa esta sustitución, no sólo por la rapidez con que se produjo, sino porque Morel aparecía como fiador de Sorribas en el contrato que este suscribió en 1561. Otra actuación conjunta de Hernán Ruiz y Cosme de Sorribas fue en la reja de la Capilla de la Virgen de la Estrella. Entre ambos elaboraron el diseño de la misma siendo su constructor Pedro Delgado. La reja, fechada 1568, presenta abundantes labores en chapa de hierro, siendo la más destacada las figuras de la Templanza y la Prudencia, sobre el medio punto de la puerta, y los dos ángeles arrodillados del coronamiento. Es interesante resaltar que esta reja sirvió de modelo a la de la paredaña capilla de san Gregorio, realizada en 1650 por Marcos de la Cruz. Sus elementos estructurales son un trasunto de la anterior, e incluso las figuras de los ángeles sobre la puerta y en el coronamiento intentan imitar las de la capilla de la estrella. Sin embargo es notorio que la obra de Marcos de la Cruz es algo más torpe

 

Reja de la Capilla Real. Cronología: 1770. Autores: Sebastián Van der Borcht y Jerónimo Roldán Serrallonga. En 1756, con ocasión de restaurar el ingeniero militar Sebastián Van der Borcht la cúpula de la Capilla Real, el Cabildo de Capellanes Reales le encargó el diseño de la reja, que cerraría este emblemático recinto “plateresco”. El diseño fue aprobado el 26 de diciembre de 1759, aunque el soberbio cancel tardó más de diez años en instalarse, siendo financiado por Carlos III, que quiso conmemorar, en el copete de la verja, la reconquista de la ciudad a los musulmanes por la monarquía española. Para recordación de esta efeméride se solicitó a Jerónimo Roldán la monumental escultura de San Fernando a Caballo, hollando con sus patas un sarraceno, como si se tratara de la reencarnación del apóstol Santiago Matamoros. A su lado Axataf le entrega las llaves de Sevilla, mientras un musulmán maniatado contempla la escena. Según Matute, la calidad de la obra “es superior a su fama”, cobrando el escultor 43.000 reales de la factura total de la reja, que ascendió a 11.000 pesos. El grupo escultórico está inspirado en la portada del libre de Fernando Saavedra Rivadeneira: Memorial de inserciones genealógicas tocantes a la casa y más antiguo solar de Saavedra (Granada, Francisco de Ochoa, 1674), cuyo frontispicio procede de la estampa de “Santiago Matamoros”, abierta en 1610 por Diego de Astor.

 

Reja de la Capilla de la Concepción Grande. Cronología: 1654-1666. Autores: Atribuida a Juan de Valdés Leal. La reja de mayor envergadura construida para la Catedral en el siglo XVII es la perteneciente la Capilla de la Concepción Grande. Contaba ésta con una sencilla verja, cuando en 1654 fue cedida por el Cabildo al caballero veinticuatro don Gonzalo Núñez de Sepúlveda. Este inició la renovación del recinto con la construcción de un nuevo retablo y la colocación de una lauda sepulcral de jaspes polícromos. Entre las tareas renovadoras hay que incluir la construcción de una nueva y monumental reja, en la que destaca su coronamiento, en donde figuran los escudos de los patronos, además de una Inmaculada y un Calvario. La antigua reja de la capilla se colocó en 1666 como acceso a la Sacristía Mayor. El maestro herrero Pedro Muñoz se encargó de ajustarla, incorporándole ciertos elementos nuevos. Una vez instalada se procedió a su policromía, tal y como recoge el siguiente pago: “47.600 maravedís que por librança de 11 de junio pago a Juan de Valdés maestro pintor por lo dorado y pintado de la reja que por auto del cabildo se mandó poner en la antesacristía mayor desta santa iglesia”. Parece indudable que el mencionado pintor es el famoso Juan de Valdés Leal. Esta circunstancia hace pensar que el pintor se encargó de esta obra tras policromar la nueva reja de la Capilla de la Concepción Grande, que incluso pudo haber diseñado, cosa que no sería extraña, habida cuenta de que trazó la lauda sepulcral de jaspes, situada en el interior de la capilla, y que intervino en la policromía del retablo de dicho recinto. Precisamente la reja de esta Capilla de la Concepción sirvió de modelo a la que se construyó en el siglo XVIII para la capilla de San Pedro, obra de Fray José Cordero, que sólo varió con respecto al original los temas figurativos del coronamiento.

 

PÁGINA OFICIAL DEL CABILDO

 

Las rejas de la catedral de Sevilla son conjunto extraordinario para observar la evolución estilística del arte de la rejería en Andalucía. Estos cierres protegen los recintos, constituyen unas pantallas caladas por las que penetra la luz y producen una atmósfera de misterio que modifican, realzan y transforman los espacios de culto y de oración. Sufragadas por el Cabildo y por los particulares que tenían capellanías dotadas, su estrecha relación con la arquitectura determinó una participación directa del Maestro Mayor, quien aportó diseños y dibujos para su realización en numerosas ocasiones.La carencia de yacimientos cercanos obligó a importar el hierro, que comercializaron los mercaderes vizcaínos y guipuzcoanos. Los maestros que hicieron las rejas de la catedral tenían sus talleres y casas en alquiler en dependencias próximas al Corral de San Miguel, frente a las Gradas del templo, o en el Postigo del Carbón, cerca del Río y de las Atarazanas. El gran tamaño de las rejas del Altar Mayor y Coro motivó su construcción en unas dependencias del Alcázar. Sancho Muñoz y Fray Francisco de Salamanca introdujeron en la diócesis las innovaciones técnicas de la rejería del siglo XVI. Con sus colaboradores realizaron la reja del coro (1518-1523), que tuvo graves daños en 1888, y las dos laterales del altar mayor (1518-1523). La reja principal, diseñada por Bartolomé de Jaén, es obra de Fray Francisco de Salamanca y Juan de Ávila, autores también de los púlpitos (1524-1533).La mayoría de los altares del siglo XVI conservan las rejas y las barandillas contemporáneas. La del altar de la Piedad está tribuida a estos maestros y las restantes siguen diseños de los arquitectos Hernán Ruiz II, Martín de Gainza y Miguel de Zumárraga. El salmantino Pedro Delgado, documentado desde 1535 a 1571, realizó bajo la dirección del primero las rejas de las capillas del Mariscal, del chantre Luis de Medina, de Scalas y la de la Estrella (1568) que sirvió de modelo en el siglo XVII para las otras tres capillas de los alabastros. La lenta ejecución de la reja de la capilla de la Antigua obligó a sucesivas intervenciones de los maestros Juan López, Juan Barba y Rodrigo de Segovia (1565 – 1601). La reja del siglo XVII destaca la monumental reja de capilla de la Concepción que realizada por Pedro Muñoz y policromada por Juan de Valdés en 1654, inspiró en 1778 la que hizo Fray José Cordero para la capilla de San Pedro. Carlos III donó la reja de Capilla Real que diseñó Sebastián van der Brocht y corona un grupo del escultor Jerónimo Roldán (1773). Las capillas de San Laureano, del Pilar, San Leandro y San Isidoro tienen rejas del siglo XVIII. Del siglo XX destacan las rejas neogóticas de las capillas de San Andrés y Evangelistas.

 

 

martes, 18 de octubre de 2022

ARTES DECORATIVAS DE LA CATEDRAL : ORFEBRERIA CONTEMPORANEA

 

Cáliz

Representación de la Iglesia

Urna de monumento a la Semana Santa 

Coronas

Coronas

San José con el Niño

Jarra de azucenas 

Virgen  de la Antigua 

Virgen  de la Antigua 

Sagrario (Capilla de la Virgen de la Antigua) 

Sepulcros de los Hurtado de Mendoza 


Sepulcros de los Hurtado de Mendoza 


Martes 18-10-22 (VISITA)  ARTES APLICADAS EN LA CATEDRAL DE SEVILLA ORFEBRERÍA CONTEMPORÁNEA:  órgano sonando por la fiesta de San Lucas,  Capilla de la Virgen de la Antigua nunca me había fijado en las banderas hispanoamericanas arriba de la entrada del arco,  hay 17 banderas cuadros en el lateral derecho,  frescos o cuadros al óleo,  con grandes marcos,  con una Virgen central (Virgen de la Antigua)  y a los lados unos cuadros con obispos , pueden ser los Mendoza [coronas de la Virgen de los Reyes y el Niño, de 1904,  promovidas por don Francisco Muñoz y Pabón,  defensor de Joselito El Gallo, y la advocación de la Virgen, pidió exequias para el torero,  en la Catedral y se negaron los nobles,  hizo un artículo y le concedieron la pluma de oro,  conmovió con la coronación de la Virgen del Rocío y la Virgen del Valle,  cuando se quemó en el convento de los carmelitas];  Virgen de la Antigua imagen situada en un pilar,  es una de las más antiguas, estaba con una reja,  en la mezquita aljama,  imagen de poco dinamismo,  muy hierática, rasgos recios de madre y niño,  se inicia la imagen caminando, odigitria, aquí la Virgen lleva en la mano una flor,  va vestida de blanco y está siendo coronada por unos ángeles,  se pensaba que la imagen procedía de un templo visigodo anterior a la mezquita,  se cuenta la leyenda que el rey Fernando III,  entró de incógnito cuando la imagen estaba en la mezquita y le pidió que le apoyará en la toma de la ciudad;  José María Medianero estudió la imagen y la influencia bizantina , italo gótica y no visigoda,  la figura femenina situada abajo era Leonor de Alburquerque,  esposa de Fernando de Antequera,  otros Reyes se postraron ante esta imagen como Carlos V o Felipe II, también vino Juan Sebastián Elcano;  los reyes contribuían con donaciones a la imagen,  los marineros le traían objetos de platería,  encargos de bultos redondos,  imágenes de monarcas y réplicas en plata de navíos; (¡¡ curioso ¡!! dice Rocío permanentemente),  Sergio de Valeal ideó una forma de cortar el pilar para separar la imagen del muro,  con cuadrillas de la mar,  del puerto y su saber hacer nudos,  se cambia de emplazamiento del pilar a la Capilla de don Diego Hurtado de Mendoza,  sobrino del cardenal Mendoza,  sepulcro de Diego Hurtado de Mendoza de Domenico Fancelli,  la capilla se reforma y se hace como el otro sepulcro;  Luis Salcedo de Azcona  en Los Alcázares se representa junto a la Virgen de la Antigua,  los dos túmulos,  arcosolios,  financiados por los Mendoza y también el Sagrario el retablo de jaspe que cobija la pintura  de la Virgen de la Antigua;  Sagrario con combinación muy variada en materiales,  en la puerta con La Santa Faz, del siglo XVIII, en la parte superior estaba San José con el niño que lo veremos más tarde;  se complementaba con unas jarras de la decoración y unas bandejas de él de Gargallo, el Sagrario fue ejecutado por Juan Bautista Zuloaga , las pinturas actuales tapan las anteriores y la curiosidad de las banderas;  [las coronas de la Virgen y el niño las veremos  después]  jarras de azucenas complementaban el altar de la Virgen de la Antigua,  réplica de las traídas desde Lima,  en los años 30 del siglo XVIII estudiadas por María José Sanz , especialista en platería;  San José con el niño la imagen con revestimiento argénteo de sus ropajes y los atributos:  vara pañales del niño,  tienen referencia a Martínez Montañés es volumétrico,  corpóreo y la peana es un añadido posterior;  Santa Rosalía y el arzobispo Jaime de Palafox,  estuvo en Sevilla de 1685 a 1701,  él estuvo destinado antes en Palermo,  allí comprendió la devoción a Santa Rosalía es la “Santuza” (por ser bajita);  en el siglo XII ella se retiró a una cueva,  estuvo de eremita,  falleció muy joven, cuando  se encontraron los restos,  tras una epidemia de peste y al encontrarse los restos se terminó la epidemia; imagen con elevación de su alma al cielo rostro elevado y manto muy ondulado;  Palafox encarga a Laureano de Pina la urna de Fernando III,  el Cabildo de la Catedral tiene derecho de expolio, poder quedarse con en herencia todo el patrimonio de los clérigos;  la platería de la Virgen de la Antigua,  encargada por Luis Salcedo y Azuaga encargos también la corona de la Virgen y el niño; Palafox se hace jesuita y renuncia a su título nobiliario de Conde de Ariza, apoyado por Carlos II, Santa iglesia entronizadas , se pensaba que era Santa Rosalía, pero los investigaciones de María Jesús Sanz es de un taller italiano y una simbología de la Iglesia entronizada por las posturas de las manos y el óvalo facial,  recuerda a Santa Rosalía; Urna para exponer el Santísimo en los oficios de la Semana Santa iba en la custodia de Arfe en el Monumento a la Semana Santa se mostraba hasta 1960,  el barroco evolucionado que tiene algo de rococó,  con las rocallas y fue donada por el prelado Jerónimo del Rosal se lo encarga a Luis Valadier orfebre romano muy importante que su familia ya tenía tradición en Europa,  fue un gran dibujante,  se suicidó por deudas;  monumento con muchas florituras tardó 9 años en construirse,  conforme se iba construyendo se tapaba y se iba montando y tapando solo se tenía abierto el miércoles Santo;  Hernández Díaz y lo consideró una fanfarronada y una mamarrachada eucarística,  de 1671 la peana es posterior de 1774;  se ven:  la cena de Emaús,  la oración en el huerto,  la transfiguración de Jesús y el descendimiento;  son pre configuraciones eucarísticas;  el cáliz de 1776 donación de Francisco Javier Delgado y Venegas en el dossier hace alusión a las vinajeras y a una llave encargados al orfebre Damián De Castro,  orfebre cordobés entra en el inventario 1777,  era arzobispo sevillano, sus estudios del colegio dominico,  pero protegido por Carlos III , también estudió derecho,  estuvo en Canarias, y en Córdoba, allí empezó la  relación con Damián de Castro,  “el Arfe Cordobés”,  obra de diseño esmerado y miniaturismo,  creó su propio estilo,  cáliz con racimo de uvas por la función eucarística;  incensario exquisito donado por Manuel Paulín de Barrera, por inspiración de Cayetano de Acosta se nota la evolución última,  bella etapa del XVIII, ya no tan recargada,  se busca el alarde técnico,  imitando ventanas,  diseño arquitectónico,  parte baja como rocalla y cincelada: el cuerpo,  el fogón,  el cuerpo de humo y el tiro,  con cadenas;  Coronas Primitivas de la Virgen de los Reyes, las actuales  a iniciativa de Marcelo de Spínola y Ciriaco Santos que vino a de prelado en la archidiócesis de la Virgen de los Reyes,  Virgen de los Reyes solo tuvo una corona en el siglo XVIII con elementos zoomórficos,  el águila bicéfala, con muchas piedras preciosas,  era una corona medieval,  fue de Beatriz de Suabia,  una donación del Rey Fernando III a su esposa,  hubo un robo famoso,  se perdió mucho patrimonio,  informaron al arzobispo Juan ( ) , se dotaron perros para buscar y amedrentar y peones de vigilancia y un sacerdote que vivía allí;  años más tarde se robó incluso un cuadro de San Antonio que pintó Murillo, se recuperó de un anticuario de Nueva York, en  1904 se hizo un concurso de un nuevo diseño, se hizo se hizo con 12.000 joyas entregadas por suscripción popular,  lo ganó el orfebre Pedro Vives Ferrer que recogió las piezas y montó esta corona,  con el remate del Espíritu Santo,  hecho de brillantes; sale en la procesión,  sale es con estas coronas,  colocadas anteriormente , se llamó corona de las Águilas,  la robada era medieval

 

Urna para el Monumento de la Semana Santa. Cronología: 1771. Autores: Luis Valadier (urna) y Francisco Leclare (peana

 

La urna destinada a exponer el Santísimo durante los oficios del Jueves y Viernes Santo en el Monumento de la Catedral es una pieza fastuosa que revela la encrucijada de tendencias en que se debaten los sectores más tradicionalistas de la platería europea al iniciarse el tercio final del siglo XVIII, ya que junto a una concepción barroca de la pieza se observan ciertos perfiles y elementos decorativos que aluden claramente al neoclasicismo triunfante. Fue realizada en Roma y donada por el canónigo de la Catedral hispalense y Presidente de la Capilla de Nuestra Señora de la Antigua, don Gerónimo Ignacio del Rosal, que contó con la colaboración del orfebre francés Luis Valadier para realizar la urna y del flamenco Francisco Leclare para la peana. Es de planta rectangular y presenta en sus frentes cuatro láminas de oro con los relieves del Llanto sobre Cristo muerto, Transfiguración, Cena de Emaús y Oración en el Huerto. Se cubre con una bóveda adornada con ramas de buril y escenas alusivas al triunfo de la Cruz, mientras en la parte frontal se abre una puerta para introducir y sacar el copón con la hostia consagrada, que se gobierna mediante un muelle y la pulsación de un botón.) La peana original no satisfizo al donante y se sustituyó por la actual en 1774. Ésta consta de dos piezas circulares articuladas por cuatro arbotantes y tapizadas por una malla de plata sobre la que se aplican ocho medallones ovalados con cuatro temas cristíferos (Camino del Calvario, Ecce Homo con la caña, Crucifixión y Ecce Homo con el flagelo y la columna) y otros tantos eucarísticos, Vendimiadores con el racimo de uvas, Arca de la Alianza, Altar del pan con el cáliz y la hostia y Tabernáculo de los sacrificios). Blanco White nos cuenta en un escrito de 1806 cómo esta urna se colocaba dentro del primer cuerpo de la custodia de Arfe, a su vez contenida en la estructura inferior del gran monumento que la Catedral instalaba durante la Semana Santa, siendo constantemente venerada por dos canónigos y seis beneficiados, hasta la retirada de la sagrada forma durante la tarde del Viernes Santo. En 1960 dejó de utilizarse

 

Cáliz del arzobispo Delgado y Venegas. Cronología: 1776-77. Autores: Damián de Castro..

Entre las piezas procedentes de los talleres cordobeses que atesora la Catedral sevillana sobresale este cáliz, labrado por el famoso platero Damián Cosme de San Pedro Castro y García Osorio, conocido en su época como “el Arfe Cordobés”, que fue donado a la mitra por el gran mecenas de este artífice y de la Diócesis hispalense: el Arzobispo de Sevilla y Patriarca de las Indias, don Francisco Javier Delgado y Venegas, cuyas armas arzobispales ostenta en el forro del pie. Este detalle permite fechar la obra con posterioridad al 25 de julio de 1776, en que tomaba posesión de la sede sevillana, y antes del jueves santo de 1777, ya que en dicha festividad lo donaba a la Catedral. Esta ofrenda se realizó, según el testimonio que ofrecen las actas capitulares “acabado de celebrar la consagración de los Santos Oleos y al tiempo de desnudarse de las sagradas vestiduras, significando que así éstas como el cáliz, patena, cucharita de oro, platillo, vinagreras y campanilla, dos bandejas y un jarro de plata que le habían servido de pontifical, todo lo dejaba a la Fábrica de esta Santa Iglesia”. Es una obra típica de Castro con todos los ingredientes que constituyen su personalidad y que aparecen inequívocamente ligados al rococó cordobés, del que fue su mejor intérprete y su más fiel representante, hasta el punto de ser denominado este periodo de la platería cordobesa como “estilo Damián de Castro”. El pie es lobulado y presenta tres ángeles recostados entre cartelas de rocalla, que ilustran los temas eucarísticos de la Sagrada Cena, la Comunión de los Apóstoles y el Lavatorio. El nudo tiene forma triangular y está formado por otros tantos ángeles atlantes que sostienen la copa y un racimo de uvas que cuelga de su base. La copa ofrece una decoración semejante a la desarrollada en el pie con la diferencia de que los temas representados son el Prendimiento, la Flagelación y la Caída de Cristo en la Vía Dolorosa.

 

Incensario de don Manuel Paulín de la Barrera. Cronología: 1791 Autores: Antonio Méndez.

 Aunque tradicionalmente las donaciones a la catedral se venían produciendo desde la Edad Media por parte de reyes y prelados, tampoco faltan los presentes procedentes de la burguesía adinerada, de entre los que destaca en la colección catedralicia esta espectacular pieza, fruto de la generosidad del comerciante Manuel Paulín, que pocos años antes había realizado otra importante aportación al patrimonio religioso de la ciudad pagando de su bolsillo el retablo de la portada de la capilla sacramental del Salvador, obra cumbre de Cayetano de Acosta donde el donante dejó un retrato de su mujer disfrazado como una Santa Lucía. No contento con la donación del incensario (que no tiene alma de madera o metal, es decir, es de oro macizo, de casi dos kilogramos de peso, tasado en su día en 31000 reales) don Manuel ofreció al Cabildo una naveta a juego, que finalmente no se realizó por la desidia del cabildo para con el comerciante. La pieza está realizada en técnica de cincelado y se compone de pie, fogón, cuerpo de humo, cadenas de tiro y manípulo. Forman también parte de la donación, aunque habitualmente no se exponen, una copa y tenazas para llevar “la candela”. La pieza se usó por primera vez en la procesión del Corpus de 1791 (la misma que presenció el estreno de la custodia de oro, poco después amonedada tras la firma del Tratado de San Ildefonso con los franceses) y sigue utilizándose ocasionalmente para las grandes solemnidades. La obra presenta el interés de mostrar la particular visión de los orfebres sevillanos del frío y desornamentado estilo neoclásico, muy presente en la estructura clasicista del cuerpo de humo, que habitualmente combinan con decoración vegetal, que aquí aparece en el fogón y en la bóveda que remata el cuerpo principal. También en el fogón aparecen representaciones de los santos Isidoro, Leandro, Laureano y Fernando, mientras que en el remate se dispone un ángel que aguanta la cadena de tiro. Actualmente presenta un excelente estado de conservación y se considera por los especialistas uno de los mejores ejemplares de su tipología

 

Relicario del “Lignum Crucis” de Clemente XIV. Cronología: 1796. Autores: Antonio Méndez.

 Esta interesante pieza neoclásica revela las peripecias seguidas por una reliquia hasta ingresar, primero, en el Tesoro del templo y, posteriormente, hacerse un hueco en la estimación del cabildo. El 21 de junio de 1778, el Arzobispo sevillano y Patriarca de las Indias, don Francisco Javier Delgado y Venegas era hecho Cardenal, imponiéndole la birreta el rey Carlos III. La púrpura la había traído directamente de Roma Monseñor Ganganelli, sobrino del fallecido pontífice Clemente XIV, que obsequia al nuevo Cardenal con un “Lignum Crucis” heredado de su tío. Esta preciada reliquia pasó, a la muerte del prelado sevillano, a su hermano, el canónigo y Tesorero de la Catedral hispalense, don Juan Delgado y Venegas, que el 17 de agosto de 1785 “tenía el gusto de presentar a S.S.I [el Deán y Cabildo], juzgándole alaxa digna de colocar en su relicario”. Sin embargo, nueve años después, los capitulares decidían ofrecérselas como regalo a don Manuel Godoy, recién nombrado Príncipe de la Paz. Para ello ordenaban al platero Antonio Méndez construir un relicario de oro, cuya factura importó 1.324.499 maravedíes. El 22 de junio de 1796, el artista describía así su obra y el significado que le había dado: “Se compone de un pedestal con muchas piezas, guarnecido de festones de varios colores de matices, sobre cuio pedestal van dos ángeles… con sus vestimentas… teniendo en sus manos el globo terrestre, en que se demuestran las quatro partes con expresión de las principales costas y sus respectivos mares; y de las manos de dichos ángeles pende una vanda con una inscripción [FACTA HISPALI… D. ANTONo MENDz], y del centro del globo sale el Santo Árbol de la Cruz, en el que están colocados dos ángeles, el uno incado de rodillas sobre el mundo, con la mano derecha en la cruz, y en la otra manifiesta las cadenas de la captividad de que por la Sta. Cruz ha libertado al mundo, y el otro ángel en el ayre en ademán de volar con la una mano asyda a la cruz y en la otra una palma, significando el Triunfo de la Cruz. En medio del dicho árbol se encuentra colocado el Sto. Lignum Crucis…”. La obra fue del gusto de su destinatario, pues el 8 de agosto de 1796 daba gracias al cabildo por su “fineza”. Tras el derrocamiento de Godoy la reliquia fue devuelta a la Catedral, de donde ya no ha salido.

 

Corona de la Virgen de los Reyes. Cronología: 1904. Autores: Pedro Vives y Ferrer. En 1904,

al celebrarse el cincuentenario de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción, el pueblo de Sevilla, a través de una suscripción popular organizada por el arzobispo Marcelo Spínola, realiza la donación de 11.960 piedras preciosas al cabildo, con el fin de realizar una nueva corona para la patrona de la archidiócesis. De forma inmediata se convoca un concurso entre los joyeros de la ciudad, del que sale vencedor el proyecto de don José Lecaroz, con taller en a cale Chicarreros nº 19. No conformes con esta elección el resto de joyeros participantes envía un comunicado al arzobispo ante lo que consideran un fraude, pues en la condiciones del proyecto se especificaba que los diseños deberían incluir las piezas donadas por la piedad del pueblo sevillano, piezas que no figuraban en el proyecto de Lecaroz. Algunos días más tarde la junta organizadora de los actos de la coronación revoca el fallo y se declina ahora por el diseño del joyero Pedro Vives. En medio de la polémica surgen voces discordantes que, desde el diario El Liberal, plantean la posibilidad de subastar todas las joyas y construir con el dinero resultante una vivienda colectiva de obreros que llevase el significativo título de “Casa de la Corona de la Virgen de los Reyes”. Finalmente, el 15 de agosto de 1904, el joyero Pedro Vives expone en el escaparate de su establecimiento, sito en la calle Cánovas del Castillo nº 39 (actual avenida de la Constitución), el proyecto vencedor. La obra se entrega el 03 de diciembre de ese año, sólo un día antes del acto de coronación, siendo recibida por el canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón, responsable de la Junta de Coronación, en nombre del arzobispo Spínola, quien manifiesta su alto grado de satisfacción para con la ejecución de la obra. La crítica posterior, sin embargo, juzga la obra con severidad, definiéndola como artísticamente fallida e inadecuada al nivel que presenta el completísimo ajuar de la patrona. Esta crítica viene en parte dada por el eclecticismo que manifiesta su diseño, lejos del estilo neobarroco predominante en los plateros de principios del siglo XX, pues se intenta realizar una obra que huya de los historicismos para entrar de lleno en lo contemporáneo, algo que para los joyeros sevillanos se antoja un difícil empeño, pues estaban anclados en la estética de los siglos XVII y XVIII

 


martes, 11 de octubre de 2022

ARTES DECORATIVAS DE LA CATEDRAL : ORFEBRERIA BARROCA

Fachada catedral

Urna de San Fernando 

Frontal de altar (perteneció al Altar de Octavas)

Urna de san Fernando

Altar 

Altar

Altar de Octavas

Atril 

Ciriales singulares

altar

Retablo de la Capilla de la Virgen de la Antigua 

Santa Rosalía 

Ostensorio

Ostensorio

Ostensorio


Martes 11-10-22 NOTAS: (VISITA) ARTES DECORATIVAS EN LA CATEDRAL DE SEVILLA : ORFEBRERIA BARROCA / ATRIUM / Guía Emilio  / orfebrería barroca,  la Catedral tiene 50 trabajadores,  en la época de la pandemia,  los cocheros querían que se abriera la Catedral,  estuvieron temiendo perder el trabajo;  entramos desde el Patio de los Naranjos, nos dan un tratamiento VIP, suena el órgano y canta un coro,  es de la Guardia Civil;  nos dirigimos a la Capilla Real,  en la cuarta sesión de orfebrería , la orfebrería barroca del siglo XVII y XVIII y los últimos testimonios de este arte;  el orfebre Laureano de Espina , platero mayor de la Catedral,  sus empresas artísticas fueron la Urna de San Fernando (1671)  que empezó su proceso de canonización en 1650 y el Altar de octavas, altar de plata, “trono de plata” ,  difícil de estudiar por estar hoy repartido,  es imprescindible para entender la platería y la liturgia,  las ceremonias se querían aplicar las conclusiones del Concilio de Trento,  por oposición de lo negado por los protestantes,  la figura de Jesús Sacramentado;  el Capellán Real de esta parte del edificio de titularidad compartida tenía muchos fondos;  el Panteón Real fue el primero,  después la Catedral de Granada y finalmente El Escorial,  aquí se empezó a construir la Catedral por los pies,  a la inversa, fue porque  no se ponían de acuerdo del movimiento de los cuerpos de Fernando III y su hijo Alfonso X,  la Urna de San Fernando es una caja de plata que contiene otra caja de plata y cristal, de la de la que parten cuatro cresterías,  hay quien piensa que es un anticipo del modernismo,  también las balaustradas,  la urna fue diseñada para abrirse,  antes los ornamentos estaban vedados (tapados),  la idea del autor es destacar la importancia del contenido,  el frontal de altar de la urna de San Leandro las cartelas con episodios de la vida de San Leandro, son del orfebre Bernardo Simón de Pineda es el que diseña la capilla,  todavía aquí incorporan elementos clásicos , soporte de la urna epitafios en 3 idiomas,  era lo que contenía:  hebreo, árabe y cristiano,  redactado por los intelectuales de esa época,  de las tres culturas y todas las citas eran laudatorias;  el frontal de altar (es parte del altar de octavas)  el altar de San Leandro, figura de los  primeros tiempos del cristianismo,  fue tutor de Hermenegildo,  pero no estaba de acuerdo con la rebelión contra su padre Leovigildo,  Hermenegildo se vendió al enemigo,  su padre se empeñaba en pacificar;  la urna de San Fernando frentes con la vida de San Fernando:  entrega de las llaves por Al Tassar, escudos y elementos heráldicos,  destaca el repujado vegetales Juan Laureano de Espin, antes era menos volumétrico,  pero tiene influencias de plateros de Amberes;  el cuadro con el antiguo altar de octavas pieza más importante del barroco,  ahora sólo está montado un lateral , el conjunto ha sido desmontado , antes dos imágenes de busto de San Pío y San Laureano , además había otro busto de Santa Rosalía , los frontales están repartidos en el retablo mayor,  se conserva el manifestador sacramental; Lutero niega la transubstanciación y la trascendencia de las reliquias,  con el Concilio de Trento se vuelve a los conservadores radicales,  este ejemplo maravilloso de oposición al protestantismo,  este altar se montaba  en el presbiterio para la octava del Corpus y la octava de la Inmaculada y el triduo de Carnaval ; el servicio de atención a estos ornamentos era de 24 personas,  sobre todo blanqueadores (limpiadores de la plata);  foto del altar de octavas figura de San Leandro, el  obispo Palafox impuso el busto de Santa Rosalía, fue  obispo de 1685 a 1701 , para el trabajo contrata a Laureano de Espina lo concluye,  el obispo Luis Salcedo en  1724,  con el trabajo de Pedro Duque Cornejo , a partir de 1741 lo hace Cayetano de Acosta,  la iglesia todavía tenía mucho poder económico,  los artistas que colaboraron con Palafox (Laureano de Espina) o con él obispo Luis Salcedo (Alcántara) y concluyeron en época de este obispo (con el artista Cayetano de Acosta);  el altar es víctima de la política errática de la monarquía,  en alianzas con Francia e Inglaterra,  para pagar ejércitos y se amoneda,  se monetariza parte del altar; los obispos los ponía el rey por eso estaban a su servicio y eso después permitía amonedar,  las obras de la Iglesia, por  instrucciones de la corona se envía a amonedar parte del altar que está escondido en Cádiz,  solo se hizo en la amonedamiento de una parte,  o sea, se amoneda la custodia de oro y el resto se quedó en Cádiz y se escondió;  aquí solo se ve el quinto del total;  importancia de San Isidoro y San Leandro (Cea Bermúdez defendía que había que retirar de la historia el arte barroco)  se fundieron muchas piezas y se fundió parte de este altar,  no toda la plata era de fundición;  los santos San Isidoro y San Leandro no era una plata mínima, fueron retocados Cayetano de Acosta y el orfebre Manuel Guerrero de Alcántara reconstruyen los ropajes de San Isidoro y San Leandro, procesionan en el Corpus,  tiene más tirón la víspera:  altares en los comercios y la preparativos de la Catedral,  en la parte superior del altar de octavas estaba el manifestador ecoturístico;  los Bizarrones son unos candelabros donación del arzobispo Bizarro de México que estuvo de canónigo en esta catedral,  aquí las canonjías eran muy importantes por los recursos que manejaban,  eran herencias cómo Bizarrón,  obispo de México,  donó esos blandones,  son piezas de arquitectura retardataria, influencia de Ballesteros el mozo no es plata refundida,  sino plata nueva de la mina de Zacatecas,  que funcionaba a partir del procedimiento de azogue,  el beneficio de patio,  inventado por un sevillano,  se usaba azogue (mercurio),  tenía su propia flota de transporte de azogue (mercurio);  estas piezas no vinieron solas sino con otros elementos de liturgia, según un  testamento de 1741, llegaron 20 años más tarde,  los albaceas no querían cederlas;  el atril puede que fuera hecho por el hijo de Cayetano de Acosta , Francisco de Acosta , el atril con un ángel es de 1791,  en los inventarios de la Catedral son primero la platería,  empezaba con el trono de octavas,  después se inventariaban los tejidos,  después los retablos,  los cuadros y las cosas de madera, márfíl y otras tallas de materiales nobles;  los ciriales singulares;  Capilla de la Virgen de la Antigua del obispo Luis Salcedo y al autor Manuel Guerrero de Alcántara también fue colaborar Pedro Duque Cornejo , la imagen está aquí desde el año de la conquista,  cuando todavía era mezquita;  la lámpara de 1692 procede de México,  con plata de la mina de Zacatecas,  sigue siendo la primera mina de plata del mundo, produce 1.700 TM de plata al año;  estas lámparas estaban cargadas de aceite otras lámparas fueron cedidas;  Virgen de la Antigua pintura sobre muro,  es medieval; Capilla de San Andrés otros bizarrones (candelabros) cedidos por el obispo Bizarro;  la Santa Rosalía este Antonio Lorenzo Castelli , tuvo influencia de Bernini es un busto encargado por el obispo Palafox,  cuando era obispo de Palermo,  imagen importante por adelantarse a la gestación de la imaginería castellana de Gregorio Fernández,  sin embargo en Sevilla,  eran más contenidos,  más apolíneos,  ejemplo de el San Leandro ; Santa Rosalía con relicario pero se ha investigado que son restos de una cabra Palafox se trajo los restos de Palermo,  llegó a formar un convento en Sevilla,  el obispo Palafox impone los cultos de Santa Rosalía en la Catedral,  el obispo la patrocina; Santa Rosalía estaba en el altar de octavas y hay que diferenciar entre platero y joyero; la vida de  Santa Rosalía permaneció en una cueva desde los 10 años,  vivió 25 años,  la comprometieron a los 10,  pero se negó a casarse,  los obispos el día de su designación , arrojan monedas desde el balcón del Colegio de San Miguel,  repartían y tiraban monedas para indicar que su designación era sin tener en cuenta los bienes y riquezas de la Iglesia;  relicarios de San Pío y San Laureano , bustos de Manuel Rodríguez de Alcántara reafirmándose en los cánones tradicionales,  relicario que nunca tuvo el cráneo de San Laureano,  había un encargado de conservar las reliquias y con Trento estas responsabilidades eran mucho más importantes y se negó a entregar el cráneo del santo ; san Pío otro busto junto a San Laureano que estaban en el altar de octavas,  Tesoro de la Catedral plata barroca de importación,  platos y vasos de oro que la regala a la Catedral en otra donación testamentaria con la condición de no fundirse;  un incensario de orfebrería;  el ostensorio (El rico o el Grande)  del cardenal Francisco de Solís para el altar de la octava,  es copia exacta de una obra de Borromini;  Trento tiene algunos conceptos progresistas como los planos de iglesia pensando en la integración,  vinculada con el tema de los jesuitas,  incluye la figura de San Juan Nepomuceno (impulsor de la confesión) negado por los protestantes, también introduce la Virgen del Loreto,  jesuita eran la brújula moral tuvieron mucha influencia en la iglesia;  ostensorio de Pérez Caro, autor Ignacio Thamaral, donación privada:  cabeza de porcelana y pelo de oro

FICHA TECNICA DE ATRIUM

Altar de plata o Trono de Octavas. Cronología: 1688-1695. Autores: Juan Laureano de Pina.

El deslumbrante altar de plata que, hasta la Invasión Francesa, se colocaba delante del retablo mayor para manifestar al Santísimo en las Octavas del Corpus y de la Concepción, y en el Triduo de Carnestolendas, era una exaltada máquina barroca, que mereció una caterva de epítetos denigratorios por parte de los académicos neoclásicos. La más suave de estas críticas se debe a Ceán Bermúdez que, en la Descripción Artística de la Catedral, se niega a incluir el Trono “entre las preciosidades de esta iglesia, por no ser conforme a las reglas del arte ni el buen gusto, aunque le aprecien los que sólo buscan el valor de la materia”. Por desgracia, la reivindicación que ha experimentado el arte barroco en general no le ha cogido de pleno a este brillante retablo argénteo. Entre las causas que han impedido su total reconocimiento cabe citar la parcial destrucción de los cuerpos inferiores durante su estancia en Cádiz (1810-1813) para subvenir con su amonedamiento los gastos derivados de la guerra de la Independencia, así como la dificultad que entraña montar las piezas restantes formando una estructura orgánica. Hasta hace poco se montaba en el trascoro durante la Semana Santa para servir de Monumento el Jueves Santo. La idea germinal de tan colosal pieza se debe al arcediano don Mateo Vázquez de Leca, apóstol de las devociones al Sacramento de la Eucaristía y a la Concepción Inmaculada de María, que en 1647 encargaba al platero Mateo Gutiérrez la construcción de “una urna con dos ángeles de plata” para poner el Santísimo durante la Octava del Corpus. La siguiente mención corresponde a 1672, cuando el canónigo don Francisco de la Puente Verástegui solicita al platero Luis de Acosta la hechura de “un throno en que, sobrepuesto el solio de ángeles, sirviese para colocar en él al Santísimo en las Octavas solemnes”. Nueve años después, el Cabildo encomendaba a su platero Diego de Gámez un frontal de plata, que sirviese de peana al trono. Sin embargo, su estructura definitiva, en forma de suntuoso retablo de tres calles, aureoleado por un sol y timbrado por una corona monumental, estaba aún por llegar. Fue obra de dos mecenas: los arzobispos don Jaime de Palafox (1685-1701) y don Luis de Salcedo (1724-1741); y de dos orfebres excepcionales: Juan Laureano de Pina y Manuel Guerrero de Alcántara. De la satisfacción que sentían los canónigos hacia esta obra, en la que figuraban las estatuas y bustos de plata de los arzobispos sevillanos Pío, Laureano, Isidoro y Leandro, da buena cuenta el encabezamiento de Magnífico Trono de Octavas, con que abrían el inventario de sus piezas. La última reforma a que fue sometido, antes de su mutilación, se llevó a cabo entre el 1 de julio de 1770 y el 30 de junio de 1772, por orden del canónigo don Pedro José del Campo. Se construyó una urna nueva, se rehicieron varias tarimillas, se labraron nuevos atributos a los arzobispos visigodos Isidoro y Leandro, se engastaron con piedras sus mitras y se restauró todo el conjunto. El equipo encargado de estas composiciones estuvo integrado por los plateros José Aleixandre y Juan Bautista Zuloaga, el entallador José de Rivera, el escultor Cayetano de Acosta, el carpintero Gregorio de Oviedo, el pintor Fernando de Cáceres, el hojalatero Francisco Gutiérrez y los herreros Dionisio Rodríguez y Juan Márquez. En 1814, las piezas que regresaron de Cádiz fueron nuevamente reparadas por Juan Ruiz. Actualmente está instalado de forma permanente en el brazo norte del crucero

 

Busto relicario de Santa Rosalía. Cronología: 1681. Autores: Antonino Lorenzo Castelli.

Pieza de gran interés por permitirnos conocer la enorme influencia que ejerció Bernini sobre los artistas italianos de su tiempo, a la vez que califica a su autor como a un excelente “escultor de plata”, según gustaba definirse un siglo antes Juan de Arfe, frente al título genérico de “platero” que englobaba a todos los artífices gremiales que trabajaban con este material. Su tamaño es algo mayor que el natural y representa a Santa Rosalía, patrona de Palermo, en el momento de producirse su tránsito al cielo tocada, como único atributo iconográfico, con la corona de rosas que le impusieron los ángeles. Tanto el culto a esta santa como el propio relicario están estrechamente vinculados a la figura del arzobispo don Jaime de Palafox y Cardona, quien desde 1677 y hasta 1685 en que se traslada a Sevilla para ocupar la sede hispalense había sido el prelado de Palermo. Una vez en Sevilla introdujo y fomentó la devoción a esta santa en la diócesis andaluza según lo acredita la institución de su festividad con rito doble, aparato de primera clase y sermón, así como la fundación del convento de Santa Rosalía, del que su primera abadesa será la hermana del arzobispo, Sor Josefa Manuela de Palafox, y la recomendación al Maestro Fray Juan de San Bernardo de que escribiese la biografía de esta virgen, que se imprimió en Sevilla el año 1689. Las primeras ediciones de esta Vida de la Santa llevan también el sermón que predicó su autor el 7 de septiembre de 1689 en la Catedral. El relicario de oro que llevaba la santa en el pecho se conserva en distinto lugar, por razones de seguridad. Las sugerentes calidades táctiles del rostro y de las manos, que parecen exudar, y el movimiento dinámico de la imagen proclaman el conocimiento que Castelli tuvo de Bernini, cuya relación se acentúa todavía más al disimular el corte tajante del torso de la santa con el arrebujamiento del manto, copiando la solución dada por el gran maestro italiano del barroco en su “periodo medio” al viejo problema del pecho cortado de los bustos. Todo ello hizo que antes de concluir el siglo XVII ocupase el primer cuerpo del gran altar provisional de plata que centraba la Capilla Mayor de la Catedral durante las grandes solemnidades, según se ve en el lienzo anónimo del siglo XVIII que reproduce este monumento efímero y que se conserva en la capilla de las Doncellas de la Catedral sevillana.

 

Ostensorio de doña Isabel Pérez Caro. Cronología: 1729. Autores: Ignacio Thamaral.

Es una de las piezas más ricas del tesoro catedralicio y una de las obras mejor labradas de toda la orfebrería sevillana. Fue donado a la iglesia por los albaceas de doña Isabel Pérez Caro, estrenándose en la festividad del Corpus Christi de 1729. Su coste ascendió a 7.640 pesos, corriendo con su hechura don Ignacio Thamaral, que acusa en la perfección del montaje y en el sistema de enriquecimiento utilizado las claras diferencias existentes entre la técnica del platero de oro o joyero, a cuyo sector pertenecía, y el de plata o mazonería. Adopta el tradicional tipo de custodia de sol y el hecho de ofrecer la peana un diámetro mayor que el viril evita la sensación de inestabilidad que producen los demás ostensorios rococós realizados en Sevilla. Está ejecutada fundamentalmente en oro, guarnecido con más de mil diamantes. La peana está decorada con ángeles de cabeza de porcelana y cabellera de metal dorado, además de una serie de animales simbólicos de Cristo: águila, cordero, león y pelícano. El ástil es abalaustrado y está formado por tres nudos superpuestos, siendo el central de menor grosor, solución muy original entre la platería sevillana. Esta zona aparece decorada con diamantes, esmeraldas y rubíes, y se une al viril a través de una gran perla.

 

Busto relicario de San Laureano. Cronología: 1731. Autores: Atribuido a Manuel Guerrero de Alcántara.

Es una pieza de valor excepcional, dada la escasez de este tipo de obras que han llegado hasta nosotros. Por si fuera poco, supone un convicto gesto de autoafirmación de la platería sevillana frente al barroco foráneo. No en vano, el severo plegado de los ropajes, la abrupta silueta del pecho truncado y la mirada frontal del santo contrasta con el berninesco busto relicario de Santa Rosalía, con quien comparte protagonismo en el altar de plata de la Catedral. Su construcción se debe a la munificencia del canónigo don Pablo Lampérez, que dejó dispuesto en su testamento se ejecutase para colocar en su interior la calavera que se tiene por reliquia del obispo sevillano San Laureano. El 28 de febrero de 1730 el Cabildo apremiaba al Arcediano de Sevilla, don Gabriel de Torres y Navarra, para que se “concluia cuanto antes la cabeza de plata” y, un año después, el 8 de febrero de 1831, volvía a conminarle a fin de que “prosiga en la solicitud de la cabeza de plata”, que, en los meses siguientes, debió de ingresar en el Tesoro. Sin embargo, nunca ha sido utilizada para el fin que previno su donante, lo que explícitamente reconocían y lamentaban los capitulares el 24 de mayo de 1748. Ante esta contrariedad, el Cabildo apoderaba a la Diputación de Ceremonias, porque “aviéndose muchos años hecho la estatua de plata de San Laureano, con ánimo de colocar en ella reliquia del santo, para lo que se avía dexado hueco en la estatua, no se avía colocado jamás dicha reliquia, la que, aviendo entre las del relicario, se podía partir y extraer alguna porción”. La sugerencia no es viable y, el 10 de enero de 1749, la Diputación respondía negativamente. Antes y después de evacuarse esta consulta, el busto de San Laureano, juntamente con el de San Pío, con quien forma pareja, han servido para rematar los altares laterales del Trono de plata de las Octavas.

 

Ostensorio del Cardenal Solís. Cronología: 1775. Autores: Anónimo italiano.

Es conocido popularmente en Sevilla como “el Grande”, debido a sus proporciones y suntuosidad, o como “el ostensorio del Cardenal Solís” en honor a su donante, aunque su verdadera advocación es la de San Juan Nepomuceno, cuya imagen figura en el ástil, así como los dos episodios más representativos de su vida, que han sido iconografiados en el pie. Según la inscripción que aparece grabada en la base fue adquirido en Roma el año 1775 por el Cardenal don Francisco de Solís Folch de Cardona poco antes de morir, el 22 de marzo de ese mismo año, en la Ciudad Eterna. Sin embargo, dadas las grandes deudas que tenía contraídas y que dejó pendientes, no pudo ingresar en el Tesoro de la Catedral hasta el 18 de abril de 1780. Desde entonces ha servido en las festividades de la Ascensión y del Espíritu Santo, y constituye una apoteosis jesuita de la Confesión y de la Comunión, representándose ambos sacramentos por las imágenes de San Juan Nepomuceno y la Virgen de Loreto. San Juan Nepomuceno es el patrón de la buena fama, del honor de las personas y de los confesores, ya que fue martirizado por no haber querido revelar el secreto de la confesión y fallece guardando el sigilo sacramental. Su devoción fue popularizada por la Compañía de Jesús en el siglo XVIII y respondió a la necesidad que tuvieron los jesuitas de encontrar un santo tutelar especial que les diera apoyo y confianza para afrontar la maledicencia y las críticas despertadas por sus actividades liberales. La vinculación que el Cardenal Solís mantuvo durante toda su vida con los jesuitas sevillanos, cuya casa de ejercicios frecuentaba, justifica la presencia de este santo en el ostensorio y también la de Nuestra Señora de Loreto, a quien contempla el sacerdote, y que simboliza para la Compañía el sacramento de la Eucaristía, a cuya advocación consagraba una capilla en las casas que fundaba. La explicación se encuentra en que la casa de Nazaret había sido trasladada por los ángeles al santuario italiano de Loreto, donde la Virgen recibía a diario la comunión de manos de la jerarquía celeste, que asimismo ha sido incluida en el ostensorio. El viril es amplio y su borde complicado, recordando las alabeadas y sinuosas plantas trazadas por Borromini en la arquitectura religiosa de la Roma papal, cuyo movimiento barroco ha sido transmitido a toda la pieza.