FICHAS ATRIUM
Estatuaria del trasaltar mayor. Cronología: 1517-1575. Autores: Miguel
Perrín, Juan Marín y Diego de Pesquera. La obra de ampliación de la Capilla
Mayor, que incluye el muro del trasaltar, se cree ejecutada por el aparejador
Gonzalo de Rozas, según planos del que fuera maestro mayor hasta 1519, Juan Gil
de Hontañón. El proyecto incluye asimismo los dos muros de cerramiento lateral
que albergan en su interior la sacristía alta. La decoración escultórica de
este conjunto está compuesta por dos niveles longitudinales que contienen en
total sesenta esculturas de barro cocido, de notable calidad, colocadas sobre
ménsulas y bajo doseletes, apareciendo, sin orden aparente, santos y santas,
obispos, reyes, mártires y confesores. Por la altura de su ubicación (el nivel
superior alcanza los 15 metros) han sido ignorados por la bibliografía, careciéndose
aún de un pormenorizado estudio de las mismas. El historiador Gestoso,
siguiendo la descripción de Ceán Bermúdez, identifica un primer grupo como obra
de Miguel Perrín, todavía de estilo gótico, mientras que otra parte la atribuye
a los escultores Juan Marín y Diego de Pesquera, ya de estética renacentista.
El primer conjunto citado, que suma 26 esculturas, se realiza en dos fases, la
primera entre 1517 y 1522 y la segunda entre 1538 y 1552, año de la muerte de
Perrín. En 1564 se reanuda la obra por parte del escultor Juan Marín bajo la
dirección de Hernán Ruiz II, desde 1557 maestro mayor, con quien Marín
colaboraría en otras empresas como el soberbio facistol del coro. Se ejecutan
entre ese año y 1572 un total de 41 esculturas, si bien en esta última fecha
aparece también trabajando en la obra el escultor Diego de Pesquera, que
remataría el proyecto en 1575. Preside el testero, frente a la capilla Real,
una notable escultura de la Virgen en barro cocido y policromado, advocada del
Reposo, posiblemente lo mejor de la serie, en torno a la cual se documentan
interesantes tradiciones devocionales. Esta imagen es atribuida por Gestoso a
Miguel Perrín, fechándose hacia 1540
Alacena
(capilla de san Gregorio). Cronología: 1531-1533. Autores: Nicolás de León según
diseño de Diego de Riaño. Las dos capillas exteriores del coro que abren a la
nave del Evangelio se comienzan a edificar en 1515 en estilo gótico, según
proyecto de Juan Gil de Hontañón, si bien en 1529 le sucede Diego de Riaño, a
quien corresponde la realización de los interiores, que manifiestan ya un claro
gusto renacentista. Riaño modifica, por tanto, el diseño original,
introduciendo una de las primeras decoraciones platerescas de la obra
catedralicia, estilo ya aplicado por el maestro tres años antes en la obra del
nuevo ayuntamiento. El arquitecto se trasladó a las canteras jiennenses de
Torre del Campo para seleccionar in situ el alabastro que habría de emplearse,
pues consideraba éste de mejor calidad que el procedente de Tortosa que había
usado su predecesor. También manda buscar en Granada al escultor francés
Nicolás de León, con experiencia en este material, que se incorpora al proyecto
en 1531. El barco que traía el alabastro de Jaén naufraga y encalla cerca de
Rota, recibiendo el arquitecto Martín de Gaínza el encargo del cabildo de
rescatar los materiales, empresa que culmina con éxito a principios de 1532. La
alacena que aquí vemos copia las ventanas del apeadero del ayuntamiento.
Asunción de la Virgen (bóveda central del presbiterio de la
sacristía mayor). Cronología: 1529-1537. Autores: Lope Martín, Lorenzo del Bao
y Juan Picardo. La sacristía mayor, uno de los espacios más ambiciosos de la
catedral, se levantó entre 1528 y 1543 según proyecto de Diego de Riaño y
Martín de Gaínza. Su monumentalidad obedece a la función de continente de los
ornamentos y vasos sagrados, llamados a ennoblecer la liturgia, que el cabildo
se había propuesto fuese referencia para toda la cristiandad. La estatuaria del
conjunto, muy generosa, responde a un extenso y profundo programa iconográfico
que el profesor Morales atribuye al canónigo Pedro Pinelo, cuyos contenidos aún
no están descifrados de modo fehaciente, si bien se han planteado distintas
hipótesis. En la cabecera de la sacristía se disponen tres pequeñas capillas a
modo de ábsides presbiteriales, cada una rematada por bóveda singularizada
(interpretación renacentista de las esquifadas góticas la central y casetonadas
las laterales). En la que reproducimos se representa una Asunción de la Virgen,
elevada por dos ángeles mancebos a sus pies y coronada por otros dos en la
parte superior. Rodea la escena un apostolado, entre cuyas figuras se
intercalan originales balaustres.
Escena de lucha (friso de la sacristía mayor). Cronología:
1529-1537. Autores: Lope Martín, Lorenzo del Bao y Juan Picardo. Por encima del
nivel de los capiteles, a la altura del entablamento y correspondiéndose con
las columnas y pilastras del cuerpo bajo, aparecen santos vinculados a la
ciudad (Leandro, Isidoro, Hermenegildo, Laureano, Fernando, Justa, Rufina y
Florentina). En el mismo nivel encontramos los padres de la iglesia y las
virtudes teologales y cardinales. En los frisos que se intercalan entre estas
figuras se disponen escenas que remiten a temáticas mitológicas y así
encontramos faunos y geniecillos, mujeres arrodilladas adorando a símbolos,
escenas de luchas entre lapitas y centauros y aún otras, como la que
reproducimos, de no aclarada interpretación. En las bóvedas abanicadas
encontramos obispos, jueces del Antiguo Testamento, Moisés, Aarón, David,
profetas, patriarcas, sacerdotes y los doce apóstoles. En los intradoses de los
arcos torales hay 68 bustos masculinos y femeninos. Distribuidas en distintos espacios
(paramentos, frisos, fustes retallados, pilastras cajeadas) vemos imágenes
cosmológicas (los cuatro elementos), morales (Teseo y Venus) y políticas
(Carlos V e Isabel), todas de notable calidad, además de grutescos, candelieris
y otros motivos paganos.
Platos con viandas (bóveda de acceso a la sacristía
mayor). Cronología: 1529-1543. Autores: Lope Martín, Lorenzo del Bao y Juan
Picardo según diseño de Diego de Riaño. La comida en la historia del arte asume
distintas simbologías. Su representación puede aludir a la ofrenda, la fiesta,
el pecado, la generosidad o la riqueza. Durante el siglo XVI se recupera para
la iconografía del arte occidental el tema de la comida, de escasa
representación en el medievo pero abundante en la antigüedad, constituyéndose
hasta hoy como un género propio, de gran aceptación entre un público variado.
La cúpula
es el núcleo fundamental de la organización iconográfica de la sacristía. Se
encuentra dividida en tres anillos circulares concéntricos, que en conjunto
representan un Juicio Final. En el inferior, los condenados sufren su castigo.
El segundo acoge a las doce tribus de Israel y el tercero una Trinidad griega
(Pantócrator, la Virgen y el Bautista) acompañada de cinco bienaventurados y
una corte de ángeles, arcángeles, serafines, querubines, tronos y dominaciones.
Rematando en la linterna, el Padre Eterno. En las pechinas vemos dos
figuraciones en cada una, Jeremías y santo Tomás de Aquino, Isaías y Salomón,
David y san Felipe y Judas Tadeo y san Agustín, Sobre las ventanas ciegas que
acogen los cuadros de Murillo de san Leandro y san Isidoro se disponen dos
tondos con las figuras del Ecce Homo y el Bautista. Por encima de éstos otros
tondos menores con imágenes sin identificar, que algunos han interpretado como
un Hércules y un Baco. Todo el conjunto supone una notable aportación a un
estilo emergente, el plateresco, que fusiona sin complejos temas paganos y
cristianos.
Galería de bustos de reyes (cúpula de la capilla Real).
Cronología: 1562-1570. Autores: Diego de Pesquera según diseño de Hernán Ruiz
II. La construcción de la capilla Real comienza en 1552 según planos de Martín
de Gaínza, a quien el año anterior el cabildo y la corona adjudican la obra por
la importante suma de 21800 ducados. En 1556 se detectan ciertos fallos en la
cimentación y se paraliza la construcción, falleciendo el arquitecto pocos
meses después. En 1562 se reanudan bajo la dirección del maestro mayor Hernán
Ruiz II, si bien la bancarrota del estado obliga a Felipe II al secuestro de
las rentas eclesiásticas, lo que origina una nueva paralización. Superados los
problemas económicos y de diseño (Hernán Ruiz II modifica el sistema de
cubrición incluyendo una nueva cúpula casetonada) la obra se prolongará hasta
1579, fecha en la que se procede al traslado de los cuerpos de Fernando III y
de otros miembros de la familia real. El profesor Morales considera que el
diseño de la capilla, al menos en lo concerniente a su planta, debió ser
impuesto por el cabildo, que intentaba emular, por una parte, la basílica del
Santo Sepulcro de Jerusalén y, por otra, el Panteón de Roma, en una síntesis
que mezclara referentes cristianos y el modelo de nueva arquitectura impuesto
por el estilo renacentista. Tan ambiciosa obra resultó, sin embargo, carente de
armonía, siendo generalizada entre el mundo académico la opinión que la señala
como empresa de escaso interés. La rica y variada ornamentación escultórica
obedece a un extenso programa iconográfico orientado a realzar la liturgia y el
destino funerario del espacio. El ábside se encuentra presidido por el Padre
Eterno, mientras que a los lados del retablo aparecen los santos Pedro y Pablo
y en dos niveles de hornacinas de inspiración clásica, pareadas las superiores
e individuales las inferiores, los evangelistas Juan, Lucas, Marcos y Mateo, en
la parte superior, y Leandro, Isidoro, Justa y Rufina en la inferior. Sobre el
arco de acceso desde el trascoro se efigian los Doce Reyes de Judá, de los que
sólo es posible identificar a David, Salomón, Jessé, Josafat, Josías y Ezequiel,
mientras que el intradós de este arco se decora con imágenes de ángeles y
arcángeles. El friso que antecede a la cornisa presenta una procesión de niños
con alabardas e instrumentos musicales, mientras que el interior del cascarón
de la cúpula dispone en sus tres niveles inferiores una nutrida representación
de los reyes de España desde el periodo visigodo hasta el siglo XVI.
Santa Rufina (capilla Real). Cronología: 1571-1572. Autores:
Atribuida a Diego de Pesquera. Las imágenes de las santas Justa y Rufina que
presiden las hornacinas dispuestas en el lado de la Epístola del muro que
cierra el presbiterio son las esculturas de mayor calidad de todo el conjunto
decorativo de la capilla Real. Combinan una composición clásica con
proporciones de corte manierista; los ropajes resultan de gran fuerza expresiva
y los atributos de elegante diseño. Se creen obras de Diego de Pesquera, quien
debió dirigir todo el conjunto decorativo, pues se conservan varios dibujos y
bocetos, si bien se conoce la intervención de otros escultores como Pedro
Campos, Lorenzo del Bao, Juan Picardo, Cornielis de Holanda o Juan Bautista
Vázquez. La galería de los Reyes de Judá que remata el muro de la portada fue
diseñada por el pintor Pedro de Campaña. Sobre los arcos de acceso al coro y la
sala capitular se disponen dos tondos con los bustos de Diego Pérez de Vargas y
Garcí Pérez de Vargas, el primero hermano mayor del segundo y héroe de la
batallas de las Navas de Tolosa (1212) y Jerez (1231), y el segundo
protagonista de la Toma de Sevilla (1248), únicos personajes efigiados en la
capilla que no pertenecen ni a la santidad ni a la realeza
Portada del muro occidental del patio del Cabildo. Cronología: H. 1562. Autores: Diego de
Pesquera según diseño de Hernán Ruiz II. Hernán Ruiz II es una figura principal
del renacimiento español tanto desde el punto de vista teórico como práctico.
De origen cordobés, ejerció los cargos de maestro mayor de las catedrales de
Córdoba (1547-1557) y Sevilla (1557- 1569), arzobispado de Sevilla (1562-1569),
Ayuntamiento (1560-1569) y Hospital de las Cinco Llagas (1558-1569). Su
espíritu renovador deja atrás el plateresco de Riaño y Gaínza para para abordar
un renacimiento de corte romano, pleno de fantasía creativa. Su éxito va de la
mano del ascenso de Sevilla como centro económico del imperio. Además del
campanario y la sala capitular, sus obras emblemáticas, intervino en el diseño
de muebles como el tenebrario o el facistol, siempre con resultados brillantes.
En el patio del Cabildo dispone ventanas reales y simuladas y portadas que
combinan mármoles blancos y negros, con molduras mixtilíneas que anteceden el
arte del barroco. El sentido lúdico de la composición y el carácter ilusorio de
muchos de sus elementos hacen de este patio uno de los mejores exponentes del
manierismo español.
Santa Rufina (trascoro). Cronología: 1632-1633. Autores:
Manuel Perea y Mateo Gutiérrez según diseño de Miguel de Zumárraga y Pedro
Sánchez Falconete. Durante el siglo XVII las obras de la catedral se centran en
la construcción de la parroquia del Sagrario, siendo muy escasas las
intervenciones en el resto del recinto. Una de ellas será el trascoro.
Comenzado en 1619 con trazas de Zumárraga, fue desmontado en 1631 y nuevamente
instalado en 1633, esta vez según plan de Falconete. El motivo que originó
estas desavenencias entre los capitulares fue la conveniencia o no de incluir
una tribuna para dar acomodo a los reyes. El segundo y definitivo diseño, ya
sin tribuna, utiliza la variada colección de jaspes y otros materiales que ya
formaron parte del primero, pero con otra distribución. Los bustos en chapa de
bronce de las santas Justa y Rufina se abonan en 1633. Para completar la obra
el cabildo dispuso la intervención de varios artistas como Francisco Pacheco,
Baltasar Quintero, Luis de Figueroa, Juan Machado o Juan Sánchez, dando como
resultado un conjunto de notable calidad y riqueza.