(VISITA) LA PINTURA SEVILLANA UNA APROXIMACIÓN
ICONOGRÁFICA / BLOQUE I: TEMÁTICA RELIGIOSA / FICHA 1: ARTE Y MISERICORDIA
MURILLO Y LA SANTA CARIDAD / Guía Emilio Rubio / Arte y misericordia
Murillo y la pobreza, Museo de Bellas Artes de Sevilla ; no era un
tema para vender cuadros, pero Murillo encontró un recurso, lo encontró
pero además era una salvación en lo moral y de justicia social; lo aborda antes de la peste de 1649, en 1645 conoce la obra de Martínez de Mata,
que postulaba que el Estado tendría que asistir a los necesitados, ya que la
gente llana tenía que participar en luchas internas nobiliarias , se hacían
levas en ciertas collaciones, luego la gente, cuando quedaba herida, no tenía
posibilidad de desarrollar los oficios, con lo cual los ingresos eran nulos, Murillo conoció el mundo de la pobreza
cuando realizó el ciclo del claustro chico de San Francisco, las obras de Murillo estaban en la Casa
Grande del Convento de San Francisco; Murillo estaba en contacto con los
franciscanos, en ese convento también estaban
las capillas de los portugueses, vizcaínos y otros gremios; Murillo era de la cofradía del Rosario, antes había tomado contacto con los dominicos
del convento de San Pablo; Murillo sabe
que las hermandades tienen una nómina muy heterogénea y era un buen sitio para
medrar; su padre era cirujano barbero,
no era médico de latines (solo había dos en Sevilla), se quedó huérfano a los 9 años, ya de niño heredó una propiedad, Murillo se metió en muchos negocios y en esa
época la justicia era muy tajante; Ana
Guiomar Manuel llevaba el agua de la fuente de San Francisco a la cárcel; Murillo se va con su hermana casada con
Juan Agustín de Lagares y su prima casada con José de Veitia, era
tesorero y estaba casado con una prima Tomasa; el cuñado y padrastro de Murillo
le presenta a Justino de Neves y
a otros nobles y artistas; José de
Veitia era marido de su sobrina Tomasa; Murillo nace en 1618 y muy joven,
con 22 años ya viajó a Madrid, pero iba
comisionado por Velázquez; Murillo sabe cómo ascender socialmente en
Madrid; domina ciertas técnicas
pictóricas, se interesa por el naturalismo humano que consistía en
humanizar lo sagrado, el hacerlo terrenal, eran propuestas tras el Concilio de Trento, dejar de inventar; el naturalismo dio origen al barroco (con el
acento de Bernini), pero Murillo no lo acepta, Murillo se aferra a su
estilo naturalista; la vida social de
Murillo es muy compleja, se sale del gremio de los pintores, pero llega a
ser presidente de la Academia de Pintura, se enfrenta al gremio de pintores, los pintores se repartían los trabajos y eran
subastados a la baja, pocos pintores
tenían vida holgada, se repartían los
trabajos para poder comer; Murillo sabía
que desde el siglo XV había academias en Europa y, sin embargo, en España se
mantenía el sistema gremial; Murillo
se enfrenta al gremio de pintores, no trabaja el dorado , ni el
policromado; era fundamental para
los pintores, también rechazaba los frescos; Murillo se hace con la clientela flamenca, pintura profana ya que la burguesía quería
diferenciarse de la alta curia y de la nobleza, allí empezó la pintura de la calle, en Sevilla los flamencos vivían por San
Bartolomé y allí es donde se va a vivir Murillo, la pintura religiosa para clientela local
subió mucho los precios, Miguel de Mañara
le encarga la obra de la Caridad, Mañara hace negocios con las Indias,
compra varios títulos, sus hermanos murieron, Mañara es brillante en su
carrera militar y en su formación intelectual, su padre compró uno de los 24 linajes
originales que tomaron la ciudad de Sevilla ( pero llegaron a existir hasta 40 caballeros); Mañara era muy inteligente, es elegido para muchas cosas importantes de la
ciudad, como entierros en Madrid de la
familia real, destaca en lo social y lo
económico, se le muere su mujer; la entrada en la Caridad no es fácil,
hay resistencia y algunos hermanos no querían que ingresara, los entierros eran muy suntuosos; Mañara
propone un hospital de preventivos, para profesionalizarlo, la idea ya la propuso San Juan de Dios en
Granada, lo escuchó de su mujer que era
natural de esa ciudad; Mañara consigue
muchos recursos para la Caridad, de hecho descapitaliza sus negocios para
aportarlos a la Caridad; Mañara paga con mucho esplendor a Murillo, sus hijos hicieron carrera en lo eclesiástico,
a Murillo le pasa lo mismo que a Mañara
pierde a su mujer, Murillo ya tenía
contacto con Mañara, (Murillo no
hizo como Zurbarán que se casó 6 veces, con mujeres cada vez más jóvenes) pero Murillo
se refugió en el trabajo, se incorpora con los capuchinos; en 1662 se le encarga los trabajos en la
iglesia de Santa María la Blanca; en
1665 los Capuchinos y en 1667 de la sala capitular de la Catedral; por Justino de Neves; en 1668 ya empieza a hacer cosas para la Caridad, tiene mucha técnica, usa solo 8 colores, se convierte en alguien muy
religioso, ya no para de hacer clientela; Mañara lo que quiere hacer es recoger
en un cuadro con creación plástica lo que ya había plasmado en su libro del Discurso
de la Verdad ; Valdés Leal no
lo consigue pero Murillo sí se hace de la causa de Mañara ; a Murillo le
encarga 6 misericordias
corporales: vestir, beber, comer,
lavar, posada, visitar (a enfermos) además le piden dos cuadros de los de las
reglas específicas de la Caridad, relativa a los hospitales (Santa Isabel de
Hungría curando a los tiñosos y Ángel acompañando a san Juan de Dios) ; los cuadros de Valdés Leal son
pesimistas, Mañara está buscando la muerte, cuadro IN
ICTO OCULI : la ● fugacidad,
la ●
inevitabilidad de la muerte, la ● futilidad (la inutilidad
de los bienes); el otro cuadro FINIS GLORIAE MUNDI o el del juicio (crítica
a la doctrina Protestante), no solo te
salvas con el arrepentimiento, tienes que servir y entregarte a hacer obras
cristianas de misericordia ; cuadro profundo y científico por el estudio de los
cuerpos en descomposición; 6 obras de
misericordia corporales, otros cuadros de Santa Isabel de Hungría y el
traslado al enfermo cuidarlo y alimentarlo; la salvación los jeroglíficos de las
obras de misericordia: MOISÉS Y LA ROCA DE HOREB , libre albedrío, escenas concatenadas, líneas de afecto: primero, ●
el niño, el efecto teatral, en el teatro
hace una introducción ( el niño de la izquierda está cumpliendo ese papel) ; segundo, ● miradas entre otros
personajes, tercero, ● Moisés mira al cielo; cuarto los que ●
miran al agua, las líneas de afecto, figuras encadenadas, innovación del color blanco albayalde para
amarillo y para rojos, y los verdes (con
base en el cobre), azul (lapislázuli)
solo se usaba para los vírgenes, por el
coste, la restauración permitió enseñar el
pueblo de Israel y el agua del suelo , detalle de las manos :
conjunto de manos muy importante; la cacharrería
loza de la época; escorzos
actitudes forzadas; Mañara se empeñó en
que policromara el conjunto del retablo mayor, Navarrete habla de la sensualidad y Valdivieso
dice que no había intención de insinuación; SAN JUAN
BAUTISTA NIÑO Murillo los lleva a extremos excepcionales; MILAGRO DE
LOS PANES Y LOS PECES figuran a la
izquierda rostros que son hermanos de la Caridad, destacan los amarillos de la mujer y el hombre,
juega con los ocres, difuminando los niveles a medida que van
cambiando los paisajes, la pintura de
los pies, las líneas de afecto, la vieja desdentada (conocía bien esos
rostros por el trabajo de de su padre de barbero) los apóstoles están
inquietos; sorpresa y teatralidad
de la época, también en estos cuadros se
aprecia mucha confianza en su trazo, SAN JUAN DE DIOS TRANSPORTANDO A UN ENFERMO con
la sorpresa en la derecha de San Juan de Dios, lavando los pies a un pobre, San Juan de Dios recoge la cara de Mañara ; SANTA ISABEL DE HUNGRÍA CURANDO A LOS TIÑOSOS: la Caridad reclamó los cuadros que se
llevó Soult, cuatro los llevaron al museo imperial de París , los otros se los
quedó la familia , los reclamaba la Caridad , los cuatro del Museo de Francia sie
recuperaron , los otros se reparten en
museos de Ottawa, Londres, Washington y
Melbourne, los cuadros que llegaron a España se quieren dejar en la Academia de
San Fernando (para que sirbvan de modelo a los pintores ) y la Caridad los
reclama y pide que sirvan para adoctrinar a los hermanos, sus cuadros muestran la Sevilla profana, son los que más se cotizan, figuras recogen
la representación de los falsos
mendigos (ya aparecen en la novela de Guzmán de Alfarache), pero tiene un hálito de esperando el agua, se mantiene en la hermandad de la caridad; OBRAS
ESCULTÓRICAS de Pedro Roldán en las iglesia de la Caridad, Santo Cristo de la Caridad y Pedro Duque
Cornejo: Ángeles lampareros, La Virgen de la caridad (Anónimo del siglo
XVI) y otra obra del Ecce Homo de Jerónimo García , y de Pedro
Roldán San Roque y San Jorge
FICHAS ATRIUM
La historia material del conjunto
artístico de la Santa Caridad suma un nuevo capítulo en su azaroso devenir con
esta exposición motivada por obras en su sede, la capilla de San Jorge del
célebre hospital. El forzoso traslado se relaciona con el proyecto de reforma
de las vecinas Atarazanas, que pudiera haber dañado la estructura de la
iglesia. La colección que se nos muestra presenta un excelente estado de
conservación, pues no en vano el conjunto se considera uno de los mejores
exponentes del XVII español. Hay que agradecer a los hermanos de la institución
el haber custodiado casi cuatro siglos este tesoro artístico y espiritual que
ahora se nos presenta en una original museografía.
MAÑARA, MURILLO Y EL ENCARGO DE LA NUEVA
CAPILLA DE SAN JORGE
Las ocho pinturas de gran formato
que Murillo realiza entre 1667 y 1670 por encargo de Mañara para la Caridad
constituyen una de las creaciones más singulares y representativas del arte
europeo del XVII. Su trascendencia se explica tanto por el nivel técnico y
originalidad de los lienzos como por el hecho de seguir cumpliendo la misión
ejemplarizante que en última instancia los motivó, pues cuatro de ellos se
conservan en el contexto espacial para el que fueron ideados.
Resulta cuanto menos sorprendente
la concatenación de circunstancias históricas, sociales, estéticas y personales
que confluyen en la gestación de este empeño. Por una parte tenemos una nación
en franco declive, que ve como día a día su hegemonía en Occidente declina
inexorablemente. La política exterior encuentra en la cruzada contra el
protestante su principal argumento, destinando ingentes recursos a unas guerras
que dada vez cuentan con menos apoyo popular. Las grandes cantidades de metales
preciosos que arriban al puerto de Sevilla están en su mayoría controladas por
empresas extranjeras, y mientras pasan fugazmente por la aduana la población
sobrevive a duras penas azotada por hambrunas y epidemias, siempre dependiente
de la variable producción agrícola del entorno. El sevillano, sin apenas
servicios públicos y desplazado en bloque a los hasta entonces terrenos
agrícolas del sector norte intramuros, contempla incrédulo cómo sus órganos
representativos (cabildos civil y eclesiástico) se nutren de familias
flamencas, italianas, portuguesas o francesas, además de otras nacionales pero
vistas con el mismo recelo, como las vizcaínas o burgalesas, siendo además
obligado, según la parroquia donde morase, a tomar partido en las sempiternas
disputas nobiliarias. A la escasez de recursos se suma un sistema gremial
anticuado y el hostigamiento a los antaño influyentes grupos étnicos de
conversos y moriscos, impulsado por la intolerancia que abandera el tribunal de
la Santa Inquisición.
No resulta extraño que en este
panorama algunos artistas se inclinen a reflejar la terrible realidad que los
rodea, siendo las obras que estudiamos un paradigmático ejemplo de ello.
Murillo se involucra en esta causa no sólo a través de su pintura, sino también
en su vida, pues dedica parte de su tiempo y recursos a asistir al necesitado.
Su éxito profesional, tanto en los negocios como en la producción artística, no
le exime de padecer constantes desgracias en su círculo afectivo. La muerte de
amigos, hijos y esposa le sume en un largo duelo que sólo encuentra alivio en
el retiro social y el trabajo, surgiendo entonces el capítulo más brillante y
prolífico de su carrera. En la década de los sesenta su pincel monopoliza los
encargos más codiciados, ejecutando en estos años la decoración de las iglesias
de Santa María la Blanca o los Capuchinos, la Sala Capitular catedralicia o la
serie de la Caridad. Cada empeño que acomete supera al anterior, y sus cuadros
se cotizan por encima de cualquier otro artista de su generación. A los
influjos de Velázquez, Tiziano, Zurbarán y los dos Herreras se suma
ahora una confianza plena en sus principios morales y en su lenguaje plástico.
Esta combinación cristaliza en una original aportación a la iconografía
religiosa, válida para el cristiano, el protestante o el musulmán, para el
mendigo, el noble o el teólogo. El dinero o el prestigio social, tan
importantes en el pasado, se tornan fatuos ante la necesidad de trasladar al
lienzo sus creencias, que en adelante serán el faro de su trabajo.
Si Mañara lanza su mensaje con
sus escritos, Murillo lo hace con sus lienzos, que transmiten y aún enriquecen
los preceptos de aquel, constituyendo una soberbia catequesis que superando el
pesimismo del calatravo consigue lanzar un aliento de esperanza. Es posible, y
lo decimos sabiendo que como historiadores de las artes plásticas pecamos con
frecuencia de anteponer lo empírico a lo racional, que ningún escrito del XVII
refleje con tanta precisión las inquietudes del hombre de esta época ante la
trascendencia como lo hacen estas pinturas. Sus obras desmontan con rotundidad
aquella máxima del pensamiento protestante que afirmaba que la fe por si sola
era garantía de salvación. Aquí el pintor avanza sobre el “ni más ni menos” de
Mañara, plasmado en las postrimerías de Valdés Leal (que subrayan el valor de
la penitencia y el sacrificio para obtener la vida eterna), para afirmar que la
ayuda al prójimo no sólo allana el camino de la salvación sino que garantiza la
felicidad en la tierra. Esas manos elocuentes del Moisés haciendo brotar
agua… (fig. 3) o el rostro del niño tiñoso iluminado por el reflejo de la
palangana en la Santa Isabel… (fig. 4) nos dicen a las claras que para
ganar (la vida eterna) hay que servir, y (aquí está la aportación) que además
este servicio te procurará gozo, aún en un contexto tan desalentador como
fueron esos años aciagos de nuestra historia.
No queremos terminar sin recordar
los textos del profesor Yun Casalilla que relacionan la obra literaria del
franciscano Martínez de Mata, de contenido reivindicativo y conocidos en
profundidad por Murillo, con la preocupación por la pobreza, que, con toda
probabilidad, explicaría la temática elegida por el autor en muchas sus obras.
En ellas claramente subyace como último mensaje el de la justicia social,
manifestada de una manera evidente desde las pinturas del Claustro Chico (su
primer encargo de importancia), obras en las que además Murillo encuentra la
razón y el germen de sus tipos populares, sin duda las de mayor éxito de su
amplio catálogo de imágenes. Es evidente que hay una causa-efecto entre las
obras de Martínez de Mata y las pinturas de Murillo, como recuerda Yun
Casalilla, donde además se reivindica el arte como un elemento necesario en la
república, diciendo que «del arte de la pintura y escultura, bien conocida está
su virtud, pues a diez reales de ingredientes suele darle de valor diez mil ducados».
Lo cierto es que estas obras del maestro fueron el germen que abrió en el
artista la concienciación por esta temática y la necesidad de hacerse eco de
una problemática que estaba vigente en la sociedad sevillana de su tiempo, y en
general en España: el de la pobreza y su remedio. Se contrapone así el trabajo
a la gran cantidad de población ociosa que comenzaba a apreciarse en las
grandes ciudades y que en muchas ocasiones eran falsos mendigos, a los que
había que dar ocupación o recoger en las casas de misericordia o albergues para
pobres (fig. 5).
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