viernes, 15 de noviembre de 2024

50 Aniversario Promoción 1974 SFP

 










































ENCUENTRO DE COMPAÑEROS 

PROMOCION 1974 EN LAS BODAS DE ORO 

DEL COLEGIO SAN FRANCISCO DE PAULA

me hizo mucha ilusión asistir, pero no hubo una respuesta muy multitudinaria , internos solo acudimos 6 de los 20 que éramos ( aunque cinco ya habían fallecido ), desde luego la noticia más triste fue la de la muerte de José Manuel Rodríguez Salas , “Pichu” , parece ser que de un cáncer , también murió hace unos años Marisa Carrasco, la mujer de Rafa del Pozo “El Pájaro” que se ha retirado a su casa familiar de Extremadura , supe de algún compañero más fallecido ( en la relación que dio Manolo Pérez me parece que  figuraban hasta diez personas, cinco de ellos internos ); el sitio de reunión era el patio de la Calle Alcázares , saludé a Agustín Vioque ( sigue trabajando en CSIC), a Joaquín Andrade (  le dije que no lo recordaba tan alto, sigue teniendo esa presencia de sevillano 24 , de hecho en la cena hizo una declinación de sevillana gente , muy aparente, como siempre estuvo muy afectuoso, quizás algo forzado por su etapa del Opus Dei, aún así Joaquín es clave en este grupo humano, por ser muy activo en la participación de compañeros : recordó el teatro); con Borjabad me pasó que no lo recordaba tan apuesto (alguien lo comparó con Pierce Brosnan ) y él dijo rotundo que si lo fuera, follaría más ; Eduardo Bueno ¡¡¡cerca de dos metros ¡! (ahora más relleno), comentó que participó en una disecación de un cuervo ¿? Y que una vez obstruyó, como una gamberrada,  una salida de gases, Jorge Camacho , lo saludé sin más pero me hubiera gustado hablar más con él ; Anselmo Carbonell (siempre con esa cara simple, ahora ya más maduro , recordaba una travesura en una de las dependencias que recorrimos) ; estuve hablando con María José Chávez, se interesó por mis actividades una vez jubilado, le enseñé el armario libretero , me dio la noticia que Luis Rey Goñi había tenido un hijo (pero no estaba segura); Manuel Marchena ( sigue con su empresa , aunque se la ha dejado a sus hijos) , Antonio Guerrero ( sigue dando clases de Química en la Universidad, le dije  que había visto a su primo José Luis , pero que no iba a venir ) ; saludé a Mari Carmen Moreno y Teresa Távora ; saludé a Ochoa (no ha cambiado nada en estos 10 años que han pasado desde el encuentro anterior) ; con Manolo Pérez hablé sobre su retirada de la presidencia del Colegio de Farmacéuticos , ahora está de Presidente de las Enfermedades raras, aproveché y le pregunté por los criterios para suministrar medicamentos a enfermos y me dijo claramente que si son caros no se los dan, también le dije que si conocía a Asumpta mi compañera de IDEA fallecida y había sido su vecina , Manolo hizo valoraciones sobre los hijos que se tienen que marchar lejos a trabajar o se casan con gente nativa de países lejanos, me dijo que está deseando que su hija tenga descendencia para ser abuelo ; también Peter me habló que su hija no quiere salir de Sevilla aunque tiene oportunidades de trabajo hasta en Australia; Navarro sólo crucé algunas palabras cordiales, pero me dijeron que sigue haciendo ciclismo a diestro y siniestro; Ramón Pérez Peñaranda , estaba desconocido sin gafas; con Alfredo estuve hablando mucho tiempo , me sigue teniendo como el gran artífice del encuentro de los 40 años, ya tiene una nieta y otra que espera en camino; Matias Rubio solo crucé un par de palabras, con Carlos Sainz Pardo también hablé solo para saber de nosotros ; Alberto Salgado , estuve a punto de decirle que tenía el apellido del malvado de Entrevías; con José Sánchez , “El Mono” me vine de vuelta, se casó hace poco, tiene una hija de 19 años, ha dejado la farmacia y se dedica a administrar las tierras de sus padres, con Sivianes me pasó que le pregunté cómo se llamaba el compañero que trabajaba en Grifols (Manuel Romero Garrido) y él me corrigió y me dijo Grífols , efectivamente había estado en Brasil ( yo estuve a punto de contactar con él para que Anichi tuviera prácticas en Grifols ( perdón Grífols); Antonio Tristán , efectivamente de una gran tristeza, recordaba que estuvo en otros encuentros ; con Domingo Utrilla hablé bastante, es jugador de golf y ahora que es abuelo se dedica a cuidar de su nieta; con José Luis Vega hablé de nuestros encuentros en Huelva , no era capaz de poner la vinculación de su mujer con Alosno ; hablamos de los compañeros perdidos, RECORRIDO POR LAS DEPENDENCIAS DEL COLEGIO desde el patio de Alcázares, por dependencias que en su día fueron nuestros lugares habituales ( clases, Club, Biblioteca, Dormitorios, Aulas, Laboratorios ( muy emotivo el laboratorio de Química) con sus mecheros Bunsen, sus bancas negras, sus banquetas ¡¡¡todavía las mismas de entonces ¡!, recorriendo pasillos llegamos hasta la Escuela Infantil que da a la Calle Imagen, salimos a la calle y fuimos hasta el solar que fue el Mercado de la Encarnación, subimos hasta nuestros dormitorios, ahora aulas y laboratorios, entramos en el gimnasio , bajamos por las zonas nuevas, y pasamos al salón de Actos convertido en salón de Celebraciones    convencí a los internos que nos sentáramos juntos , recordamos los otros encuentros 1998. 24 años  (Restaurante los Monos, casa Juliá) ; 1999-25 años ( celebración en el Colegio SFP); 2014-40 años (Hotel Sevilla Center o el NH Congresos) ; 2020-46 años (Restaurante Becerra); 2024-50 años (Celebración en el Colegio), los internos no llegamos a hacernos una foto juntos , nos hicieron fotos por mesas, en la nuestra estábamos los 6 internos, Joaquín Andrade, Borjabad, Manuel Marchena, y otros dos que no recuerdo , me preguntaron por Guillermo Rey , dije que tenía cosas positivas (tenía un planteamiento más abierto, propuso el Club, nos daba más libertad) , expliqué que tenía una avioneta y hacía fotos aéreas , buscando quien le editara un libro, también conté la tristeza de dejarle sólo en el funeral de su hermano Luis; le pidieron a Manolo Pérez que dijera unas palabras, hizo un recorrido por la semblanza de un interno (teníamos que traer el colchón y una caja donde guardar víveres,) Manolo recordó profesores , compañeros, actividades extraescolares, también la severidad de la dirección del Colegio de no autorizar a que viajara a su pueblo a la Primera Comunión de la hermana porque estaba castigado, fue una intervención muy emotiva y así se lo reconocimos, habló del Club de los Internos, de las multas por fumar, de nuestros paseos en fila hasta el Parque de María Luisa   que ; comimos dignamente y  no me quedé a tomar las copas / <G1> en la cena de las Bodas de Oro del Colegio san Francisco de Paula tomamos unos canapés : empanadillas de atún, ¿pringá al pil pil ¿ creo que nos la ofrecían así, unos redondelitos (piononos) de queso roquefort, jamón y queso,  después en la cena tomamos una ensalada de manzana y queso de cabra y daditos de solomillo a la lima con salsa y puré, de postre unas poleás 


Bodas de Oro Promoción 1974

(Colegio de San Francisco de Paula)

Manuel Pérez Fernández

15 de noviembre de 2024

 

Hace 50 años que salimos de este colegio a comernos el mundo.

Alguno de vosotros entrasteis en parvulitos y otros lo hicimos más tarde. Un servidor pertenece a este segundo grupo, y no tuve la suerte de hacer la primaria con D. Germán o D. Juan Plata porque llegué al colegio en segundo de bachillerato.

Conocí el colegio un día de agosto de 1968, en que vine con mi padre desde la entonces lejana Osuna a realizar mi inscripción y un pequeño examen de ingreso. Nos atendió, primero, el inolvidable Feliciano detrás del mostrador de la portería, que estaba a la izquierda según se entraba en el colegio por la única puerta que había entonces, la de la calle Santa Ángela. Enseguida nos pasó al patio y al despacho de D. Luis Rey Guerrero. Tras los saludos de rigor nos sentamos los tres, quedando detrás de D. Luis un bajorrelieve de la provincia de Sevilla, que siempre me encantó. Supongo que mi padre le diría que me traía al colegio a hacerme un hombre de provecho, como le gustaba decir, y D. Luis le comentó, entre otras cosas, que el mundo estaba revuelto porque “hace unos días los rusos habían invadido Checoslovaquia”. Mi padre no sabía nada -la radio y la televisión tardaron días en dar esa noticia en España- y D. Luis nos dio la primera muestra de lo perfectamente informado que estaba siempre.

¡Qué tiempos aquéllos!

Días después, el domingo 15 de septiembre por la tarde, con mi colchón, mi almohada, mi ropa marcada y una caja de madera con cerradura, que aún conservo, para guardar algunas cosas de comer, llegué al colegio, asignándoseme un ropero compartido y una cama en el dormitorio de la segunda planta antigua. La cama contigua era la de Manuel Chía, la primera de la izquierda la de José Sánchez García.

Mientras nuestras madres nos deshacían las maletas y nos explicaban algunas cosas, nuestros padres entablaron alguna conversación. Mi padre lo hizo con un señor de La Carolina que tenía dos hijos internos, Paco y Silverio Luque, que desde aquel momento fueron para mi padre “los gorditos de La Carolina”, preguntándome por ellos cada vez que hablábamos de los compañeros del colegio.

Ese dormitorio estaba colindante a la azotea del lavadero, y su puerta en la misma planta y frente a la del piso donde vivían unos jovencísimos D. Luis Rey Romero y Dª Maribel Goñi con su hijo Luisito, de corta edad.

En aquellos tiempos pasábamos mucho frío. El colegio no tenía calefacción y había noches que dormíamos con el albornoz puesto y días que dábamos clase sin quitarnos las trencas o los abrigos.

Eran los tiempos en los que aparece en nuestras vidas Pepe, el otro portero, que vendía a peseta y media unos refrescos de naranja o cola llamados Mission of California; tiempos de los bocadillos que Juan Parrilla vendía en el recreo de la mañana, y de las cuñas de Polvillo, que presumía de haber jugado de portero en el Triana Club de Fútbol, en aquellos años filial del glorioso Real Betis Balompié, ¿verdad, Sivi?. 

Eran los tiempos de grandísimos y míticos profesores en nuestro colegio.

Tiempos de clases de Lengua Española con D. Manuel Sánchez Asencio, siempre trajeado y oliendo a colonia Añeja, y de un grandísimo profesor de Matemáticas, D. Julio Mínguez, con su impecable traje gris marengo, camisa blanca y corbata negra y su forma tan peculiar de enseñar, sentado en la última fila y sin coger una tiza en todo el curso: “Niño, sal a la pizarra, pinta un triángulo, así no niño, bórralo, más grande”. “Niño, ¿tú quieres ir a la luna?” “Niño, dame tu cuartilla de fórmulas, ¡Mira, vaya por Dios, se ha roto!, mañana me la traes hecho otra vez”.

Tiempos de clases de Dibujo con la Srta. Nines y de Trabajos Manuales con D. Salvador Serra, padre de nuestro compañero Carlos. De clases de Gimnasia con un fortísimo D. Juan José García Vadillo, que hacía halterofilia y subía la cuerda a pulso en escuadra, algo inalcanzable para nosotros que hacíamos gimnasia en la azotea y saltábamos el potro y el plinto con todos los cajones puestos.

Tiempos de salir en fila a la Plaza de España y el Parque de María Luisa con D. Antonio, al que apodaban “el cliché”, de paseos en barca, y de tardes de cine en el Apolo, el Lux o el Nervión.

Tiempos de estricta disciplina, con fines de semana castigados sin salir si no aprobábamos todas, como fue mi caso, que no pude ir a la Primera Comunión de mi hermana.  Tras negarse D. Luis Rey Guerrero a dejarme salir porque me habían suspendido dos asignaturas en abril, y decirle mi padre “D. Luis, he venido a por el niño y me llevo al niño” le contesta D. Luis desde su 1,70 a los 1,85 de mi padre, sin alterarse lo más mínimo, “D. Juan, se puede llevar usted al niño, pero con el colchón y la ropa”. Y allí que me quedé llorando en la puerta del colegio, haciéndome un hombre de provecho, viendo cómo mi padre se volvía de vacío a Osuna con un enfado monumental.

Pero también tiempos muy tristes los de tercero de bachillerato, en que se produce un hecho luctuoso, el fallecimiento por meningitis de nuestro compañero Quintana Holgado, compañero de banca de Carlos Pizá.

Eran los tiempos de las varillas de D. Luis Rey Guerrero: “¿Ácido fosfórico?, ¡cero!, ¿ácido fosfórico?, ¡cero!, ¿ácido fosfórico?, ¡cero!, ¡cero!, ¡cero!…” y de sus prácticas de Química, recordando siempre la de los hemisferios de Magdeburgo y el vacío, y la del sodio al ponerlo en contacto con agua. Tiempos de oír la frase favorita de D. Luis Rey Romero: “¡Venga de ahí!”, cuando preguntaba en clase, y sus multas de una peseta a quienes cogía en el fumadero del patio chico, donde había una cocina minúscula con plancha, debajo de la clase de D. José Montllort, para calentar la comida que traían de casa los mediopensionistas.

Tiempos en que jugábamos diez o doce partidos de futbol a la vez en el patio grande con las porterías pintadas en la pared. Y tiempos de inolvidables excursiones en autobús y baños en el río Viar.

Tiempos de D. José Ferrer, de sus clases de Formación del Espíritu Nacional, su firma en cada folio del examen para evitar que copiásemos, y su eterna promesa de leernos El Libro de la Selva.

También tiempos de D. Anuario Mendoza y sus clases de latín, y de interminables estudios de las seis de la tarde con D. Nicolás Gelo, y de nuevo a las nueve menos cuarto, tras la cena, con D. Enrique, subida a los dormitorios y silencio absoluto a las diez y cuarto de la noche cuando se apagaba la luz, para despertar a las siete de la mañana con un aplauso sostenido de D. Luis González o D. Juan Francisco, al que apodábamos “el Margarito”, que pasaba el día con su inseparable D. Fernando haciendo combinaciones con repetición de catorce elementos tomados de tres en tres, intentando conseguir pleno en las quinielas y retirarse para siempre, cosa que desgraciadamente para ellos no consiguieron nunca.

Tiempos de Dª María Estela y de D. Luis González, que nos leía en clase de Literatura algunos capítulos del “Lindo D. Diego” y de otras obras similares para despertarnos la afición a la lectura. De D. Luis Blanes y sus clases de Música, los ensayos del coro del que muchos formamos parte y del gran día que cantamos, y triunfamos, en el conservatorio.

Tiempos de decidir nuestro futuro académico, eligiendo entre Letras o Ciencias en quinto de bachillerato.

Tiempos de clases de Religión con D. Francisco Cruces, párroco de la cercana San Pedro, y de otros sacerdotes de una personalidad arrolladora y avanzada a su tiempo como D. Javier Fernández de Liencres, eterno fumador en clase de Filosofía, y D. Manuel García Vázquez, quienes mantenían una muy especial relación con algunos de nosotros, al igual que D. José Luis Álvarez del Río, profesor de Historia del Arte, que vivía en el colegio y vigilaba el estudio nocturno de sexto y COU, comentándonos todos los días las noticias del diario Pueblo y del vespertino Informaciones, periódicos a los que estaba suscrito el colegio.

Tiempos del club de los internos de los cursos superiores donde entreteníamos el tiempo jugando a los dados, las damas o el ajedrez, charlando, fumando y oyendo música, descubriendo a Cat Stevens, Led Zeppelin, Jethro Tull, Roberta Flack, Agua Viva o Nuestro Pequeño Mundo, mientras leíamos las esperadas cartas de amor de nuestras primeras novias.

Tiempos de tardes de domingo jugando a frontenis en el patio grande con José Luis Vega, en que nos llama D. Luis Rey Romero para probar si el gimnasio, que se estaba terminando de construir en la azotea, tenía las dimensiones adecuadas para jugar al tenis.

Tiempos de teatro con variadas obras, de las que tengo que recordar “El Enfermo Imaginario” con un Joaquín Andrade magistral en el papel protagonista, y Ricardo Recio, Alfredo Romero Andaluz, José Sánchez García, Manuel Romero Garrido, Rafael Balón (cuyo padre, el comandante Balón, era profesor de gimnasia) y un servidor de ustedes, y las chicas, monísimas, del instituto Murillo, representándola en ambos centros para sendos viajes de fin de curso. Y de otras actividades con idéntico objetivo, como una audición de Los Beatles con nuestra voz en off en el salón de actos, débilmente iluminado con una sirena que no recuerdo dónde la conseguimos; o la creación de un grupo musical ocasional con Quique Torres Tejada y Pepe Rojas a la guitarra y Pedro Castro en los bongos, con lleno absoluto y casi todos nosotros con pelo largo, aunque unos más que otros.

Tiempos inolvidables, en que se produce un gran cambio en el colegio, porque por primera vez entran chicas para cursar aquel primer COU mixto de tres grupos. ¡Qué expectación levantaron Marisa Carrasco, Reyes Catalina, Mª José Chávez, Mª Jesús Daza, Mercedes Gutiérrez, Piluca Liro, Nieves Mendiluce, ¡Mª Carmen Moreno, Mela Peñalver, Tere Távora y María Vázquez! ¡Qué inolvidable año y qué maravilloso viaje de fin de curso en autobús, acompañados por D. José Guillermo Rey Romero y Dª Pilar, su mujer, nuestra profesora de Biología, en el que visitamos Tarragona de paso, Barcelona, la Costa Brava, Zaragoza, el Monasterio de Piedra y Madrid, donde cantamos unas sevillanas adaptadas a las Cibeles, que seguro algunos rrecordaréis!

Tiempos de clases de francés con D. Miguel Fernández de los Ronderos o Dª Maribel Goñi, y de inglés en grupos reducidos, por ser muy pocos alumnos, con profesoras nativas diferentes cada año que causaban la admiración del colegio. Hasta el año de COU, en que se cambiaron las nativas por un nativo, el inefable e increíble Mr. Faudree, un típico inglés del que se decía que siendo piloto de guerra había sido herido en la de Biafra, y que tenía una placa de titanio en la cabeza, lo que para nosotros justificaba su forma de andar, de comportarse y de calificar, pues le ponía siempre las mejores notas a las chicas.

Tiempos de clases de Lingüística con D. Antonio Menéndez, gran admirador de algunas de nuestras compañeras, y de Matemáticas Especiales con D. Manuel Noriega, que nos enseñó las primeras fotos del accidente de los Andes, y con quien nos fuimos a celebrar el fin de curso a la bodega Gaviño de La Pañoleta, donde nos pusimos tibios de vino de pasas.

Pero también tiempos revueltos y de incertidumbre política tras el magnicidio del presiente de gobierno, el Almirante D. Luis Carrero Blanco, que recibimos con júbilo al darnos las vacaciones de navidad dos días antes.

Y más, y más recuerdos de nuestra estancia en este colegio que tanto nos aportó en nuestra formación académica y humana.

Entre esos recuerdos es obligado hacer uno muy especial, y elevar una oración al cielo, a los que nos han ido dejando, compañeros del alma tan temprano, como lloraba Miguel Hernández: el ya mencionado Quintana Holgado, Nieves Mendiluce, María Vázquez, Fernando Santana, Marisa Carrasco, Silverio Luque, Manuel Navarro Mesa, Juan Luis Herrera y José Manuel Rodríguez Salas, nuestro querido Pichu. Descansen en Paz estos queridos compañeros.

 

Para finalizar querría felicitaros a todos por estas bodas de oro y plata, y dar la gracias en nombre de todos los compañeros:

-A nuestros magníficos profesores.

-A la familia Rey Guerrero por los años que vivimos tan intensamente y a las magníficas experiencias de vida que cada uno de nosotros se llevó.

-A los organizadores de este entrañable acto.

-Y a todos vosotros, queridos compañeros de promoción que hoy celebramos nuestras bodas de oro, de los que guardo, uno a uno, recuerdos imborrables en lo más profundo de mi corazón. Os miro y numerosos recuerdos asaltan mi memoria. Me encanta encontrarme con vosotros y saludarnos, y decirle con orgullo a quien me acompañe: es un compañero de San Francisco de Paula.

Hace unas semanas acudimos algunos de nosotros (Salva Muñoz Pérez, Pedro Romero Carmona, Paco Pérez Gandul, Sivi, Luis Ochoa) a la presentación del último libro de Enrique Becerra. El pasado martes nos comunicó este querido compañero que no podía acompañarnos hoy por un problema de salud, y nos envió por whatsapp unas palabras que quiero repetir y hacer mías: “Quiero que sepáis que TODOS habéis dejado huella en mí y que os sigo teniendo presentes en mi día a día. Os quiero a todos”.

Muchas gracias de todo corazón.

                                                           

 


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