ENCUENTRO DE COMPAÑEROS
PROMOCION 1974 EN LAS BODAS DE ORO
DEL COLEGIO SAN FRANCISCO DE PAULA ,
me hizo mucha ilusión asistir, pero no hubo una respuesta
muy multitudinaria , internos solo acudimos 6 de los 20 que éramos ( aunque cinco
ya habían fallecido ), desde luego la noticia más triste fue la de la muerte de
José Manuel Rodríguez Salas , “Pichu” , parece ser que de un cáncer , también
murió hace unos años Marisa Carrasco, la mujer de Rafa del Pozo “El Pájaro” que
se ha retirado a su casa familiar de Extremadura , supe de algún compañero más
fallecido ( en la relación que dio Manolo Pérez me parece que figuraban hasta diez personas, cinco de ellos
internos ); el sitio de reunión era el patio de la Calle Alcázares , saludé a
Agustín Vioque ( sigue trabajando en CSIC), a Joaquín Andrade ( le dije que no lo recordaba tan alto, sigue
teniendo esa presencia de sevillano 24 , de hecho en la cena hizo una
declinación de sevillana gente , muy aparente, como siempre estuvo muy
afectuoso, quizás algo forzado por su etapa del Opus Dei, aún así Joaquín es
clave en este grupo humano, por ser muy activo en la participación de
compañeros : recordó el teatro); con Borjabad me pasó que no lo recordaba tan
apuesto (alguien lo comparó con Pierce Brosnan ) y él dijo rotundo que si lo
fuera, follaría más ; Eduardo Bueno ¡¡¡cerca de dos metros ¡! (ahora más
relleno), comentó que participó en una disecación de un cuervo ¿? Y que una vez
obstruyó, como una gamberrada, una
salida de gases, Jorge Camacho , lo saludé sin más pero me hubiera gustado
hablar más con él ; Anselmo Carbonell (siempre con esa cara simple, ahora ya
más maduro , recordaba una travesura en una de las dependencias que recorrimos)
; estuve hablando con María José Chávez, se interesó por mis actividades una
vez jubilado, le enseñé el armario libretero , me dio la noticia que Luis Rey
Goñi había tenido un hijo (pero no estaba segura); Manuel Marchena ( sigue con
su empresa , aunque se la ha dejado a sus hijos) , Antonio Guerrero ( sigue
dando clases de Química en la Universidad, le dije que había visto a su primo José Luis , pero
que no iba a venir ) ; saludé a Mari Carmen Moreno y Teresa Távora ; saludé a
Ochoa (no ha cambiado nada en estos 10 años que han pasado desde el encuentro
anterior) ; con Manolo Pérez hablé sobre su retirada de la presidencia del
Colegio de Farmacéuticos , ahora está de Presidente de las Enfermedades raras,
aproveché y le pregunté por los criterios para suministrar medicamentos a
enfermos y me dijo claramente que si son caros no se los dan, también le dije
que si conocía a Asumpta mi compañera de IDEA fallecida y había sido su vecina
, Manolo hizo valoraciones sobre los hijos que se tienen que marchar lejos a
trabajar o se casan con gente nativa de países lejanos, me dijo que está
deseando que su hija tenga descendencia para ser abuelo ; también Peter me
habló que su hija no quiere salir de Sevilla aunque tiene oportunidades de
trabajo hasta en Australia; Navarro sólo crucé algunas palabras cordiales, pero
me dijeron que sigue haciendo ciclismo a diestro y siniestro; Ramón Pérez
Peñaranda , estaba desconocido sin gafas; con Alfredo estuve hablando mucho
tiempo , me sigue teniendo como el gran artífice del encuentro de los 40 años,
ya tiene una nieta y otra que espera en camino; Matias Rubio solo crucé un par
de palabras, con Carlos Sainz Pardo también hablé solo para saber de nosotros ;
Alberto Salgado , estuve a punto de decirle que tenía el apellido del malvado
de Entrevías; con José Sánchez , “El Mono” me vine de vuelta, se casó hace
poco, tiene una hija de 19 años, ha dejado la farmacia y se dedica a
administrar las tierras de sus padres, con Sivianes me pasó que le pregunté
cómo se llamaba el compañero que trabajaba en Grifols (Manuel Romero Garrido) y
él me corrigió y me dijo Grífols , efectivamente había estado en Brasil ( yo
estuve a punto de contactar con él para que Anichi tuviera prácticas en Grifols
( perdón Grífols); Antonio Tristán , efectivamente de una gran tristeza,
recordaba que estuvo en otros encuentros ; con Domingo Utrilla hablé bastante,
es jugador de golf y ahora que es abuelo se dedica a cuidar de su nieta; con
José Luis Vega hablé de nuestros encuentros en Huelva , no era capaz de poner
la vinculación de su mujer con Alosno ; hablamos de los compañeros perdidos,
RECORRIDO POR LAS DEPENDENCIAS DEL COLEGIO desde el patio de Alcázares, por
dependencias que en su día fueron nuestros lugares habituales ( clases, Club,
Biblioteca, Dormitorios, Aulas, Laboratorios ( muy emotivo el laboratorio de
Química) con sus mecheros Bunsen, sus bancas negras, sus banquetas ¡¡¡todavía
las mismas de entonces ¡!, recorriendo pasillos llegamos hasta la Escuela
Infantil que da a la Calle Imagen, salimos a la calle y fuimos hasta el solar
que fue el Mercado de la Encarnación, subimos hasta nuestros dormitorios, ahora
aulas y laboratorios, entramos en el gimnasio , bajamos por las zonas nuevas, y
pasamos al salón de Actos convertido en salón de Celebraciones convencí a los internos que nos sentáramos
juntos , recordamos los otros encuentros 1998. 24 años (Restaurante los Monos, casa Juliá) ; 1999-25
años ( celebración en el Colegio SFP); 2014-40 años (Hotel Sevilla Center o el
NH Congresos) ; 2020-46 años (Restaurante Becerra); 2024-50 años (Celebración en
el Colegio), los internos no llegamos a hacernos una foto juntos , nos hicieron
fotos por mesas, en la nuestra estábamos los 6 internos, Joaquín Andrade, Borjabad,
Manuel Marchena, y otros dos que no recuerdo , me preguntaron por Guillermo Rey
, dije que tenía cosas positivas (tenía un planteamiento más abierto, propuso
el Club, nos daba más libertad) , expliqué que tenía una avioneta y hacía fotos
aéreas , buscando quien le editara un libro, también conté la tristeza de
dejarle sólo en el funeral de su hermano Luis; le pidieron a Manolo Pérez que
dijera unas palabras, hizo un recorrido por la semblanza de un interno
(teníamos que traer el colchón y una caja donde guardar víveres,) Manolo
recordó profesores , compañeros, actividades extraescolares, también la
severidad de la dirección del Colegio de no autorizar a que viajara a su pueblo
a la Primera Comunión de la hermana porque estaba castigado, fue una
intervención muy emotiva y así se lo reconocimos, habló del Club de los
Internos, de las multas por fumar, de nuestros paseos en fila hasta el Parque
de María Luisa que ; comimos dignamente
y no me quedé a tomar las copas /
<G1> en la cena de las Bodas de Oro del Colegio san Francisco de Paula
tomamos unos canapés : empanadillas de atún, ¿pringá al pil pil ¿ creo que nos
la ofrecían así, unos redondelitos (piononos) de queso roquefort, jamón y
queso, después en la cena tomamos una
ensalada de manzana y queso de cabra y daditos de solomillo a la lima con salsa
y puré, de postre unas poleás
Bodas
de Oro Promoción 1974
(Colegio
de San Francisco de Paula)
Manuel Pérez Fernández
15 de noviembre de 2024
Hace 50 años que salimos
de este colegio a comernos el mundo.
Alguno de vosotros
entrasteis en parvulitos y otros lo hicimos más tarde. Un servidor pertenece a
este segundo grupo, y no tuve la suerte de hacer la primaria con D. Germán o D.
Juan Plata porque llegué al colegio en segundo de bachillerato.
Conocí el colegio un día
de agosto de 1968, en que vine con mi padre desde la entonces lejana Osuna a
realizar mi inscripción y un pequeño examen de ingreso. Nos atendió, primero,
el inolvidable Feliciano detrás del mostrador de la portería, que estaba a la
izquierda según se entraba en el colegio por la única puerta que había
entonces, la de la calle Santa Ángela. Enseguida nos pasó al patio y al
despacho de D. Luis Rey Guerrero. Tras los saludos de rigor nos sentamos los
tres, quedando detrás de D. Luis un bajorrelieve de la provincia de Sevilla,
que siempre me encantó. Supongo que mi padre le diría que me traía al colegio a
hacerme un hombre de provecho, como le gustaba decir, y D. Luis le comentó,
entre otras cosas, que el mundo estaba revuelto porque “hace unos días los
rusos habían invadido Checoslovaquia”. Mi padre no sabía nada -la radio y
la televisión tardaron días en dar esa noticia en España- y D. Luis nos dio la
primera muestra de lo perfectamente informado que estaba siempre.
¡Qué tiempos aquéllos!
Días después, el domingo
15 de septiembre por la tarde, con mi colchón, mi almohada, mi ropa marcada y
una caja de madera con cerradura, que aún conservo, para guardar algunas cosas
de comer, llegué al colegio, asignándoseme un ropero compartido y una cama en
el dormitorio de la segunda planta antigua. La cama contigua era la de Manuel
Chía, la primera de la izquierda la de José Sánchez García.
Mientras nuestras madres
nos deshacían las maletas y nos explicaban algunas cosas, nuestros padres
entablaron alguna conversación. Mi padre lo hizo con un señor de La Carolina
que tenía dos hijos internos, Paco y Silverio Luque, que desde aquel momento fueron
para mi padre “los gorditos de La Carolina”, preguntándome por ellos cada vez
que hablábamos de los compañeros del colegio.
Ese dormitorio estaba
colindante a la azotea del lavadero, y su puerta en la misma planta y frente a
la del piso donde vivían unos jovencísimos D. Luis Rey Romero y Dª Maribel Goñi
con su hijo Luisito, de corta edad.
En aquellos tiempos
pasábamos mucho frío. El colegio no tenía calefacción y había noches que
dormíamos con el albornoz puesto y días que dábamos clase sin quitarnos las
trencas o los abrigos.
Eran los tiempos en los
que aparece en nuestras vidas Pepe, el otro portero, que vendía a peseta y
media unos refrescos de naranja o cola llamados Mission of California; tiempos
de los bocadillos que Juan Parrilla vendía en el recreo de la mañana, y de las
cuñas de Polvillo, que presumía de haber jugado de portero en el Triana Club de
Fútbol, en aquellos años filial del glorioso Real Betis Balompié, ¿verdad,
Sivi?.
Eran los tiempos de
grandísimos y míticos profesores en nuestro colegio.
Tiempos de clases de
Lengua Española con D. Manuel Sánchez Asencio, siempre trajeado y oliendo a
colonia Añeja, y de un grandísimo profesor de Matemáticas, D. Julio Mínguez,
con su impecable traje gris marengo, camisa blanca y corbata negra y su forma
tan peculiar de enseñar, sentado en la última fila y sin coger una tiza en todo
el curso: “Niño, sal a la pizarra, pinta un triángulo, así no niño, bórralo,
más grande”. “Niño, ¿tú quieres ir a la luna?” “Niño, dame tu cuartilla de
fórmulas, ¡Mira, vaya por Dios, se ha roto!, mañana me la traes hecho otra vez”.
Tiempos de clases de
Dibujo con la Srta. Nines y de Trabajos Manuales con D. Salvador Serra, padre
de nuestro compañero Carlos. De clases de Gimnasia con un fortísimo D. Juan
José García Vadillo, que hacía halterofilia y subía la cuerda a pulso en escuadra,
algo inalcanzable para nosotros que hacíamos gimnasia en la azotea y saltábamos
el potro y el plinto con todos los cajones puestos.
Tiempos de salir en fila
a la Plaza de España y el Parque de María Luisa con D. Antonio, al que apodaban
“el cliché”, de paseos en barca, y de tardes de cine en el Apolo, el Lux o el
Nervión.
Tiempos de estricta
disciplina, con fines de semana castigados sin salir si no aprobábamos todas,
como fue mi caso, que no pude ir a la Primera Comunión de mi hermana. Tras negarse D. Luis Rey Guerrero a dejarme
salir porque me habían suspendido dos asignaturas en abril, y decirle mi padre
“D. Luis, he venido a por el niño y me llevo al niño” le contesta D. Luis desde
su 1,70 a los 1,85 de mi padre, sin alterarse lo más mínimo, “D. Juan, se puede
llevar usted al niño, pero con el colchón y la ropa”. Y allí que me quedé
llorando en la puerta del colegio, haciéndome un hombre de provecho, viendo
cómo mi padre se volvía de vacío a Osuna con un enfado monumental.
Pero también tiempos muy
tristes los de tercero de bachillerato, en que se produce un hecho luctuoso, el
fallecimiento por meningitis de nuestro compañero Quintana Holgado, compañero
de banca de Carlos Pizá.
Eran los tiempos de las
varillas de D. Luis Rey Guerrero: “¿Ácido fosfórico?, ¡cero!, ¿ácido
fosfórico?, ¡cero!, ¿ácido fosfórico?, ¡cero!, ¡cero!, ¡cero!…” y de sus
prácticas de Química, recordando siempre la de los hemisferios de Magdeburgo y
el vacío, y la del sodio al ponerlo en contacto con agua. Tiempos de oír la
frase favorita de D. Luis Rey Romero: “¡Venga de ahí!”, cuando preguntaba en
clase, y sus multas de una peseta a quienes cogía en el fumadero del patio
chico, donde había una cocina minúscula con plancha, debajo de la clase de D.
José Montllort, para calentar la comida que traían de casa los
mediopensionistas.
Tiempos en que jugábamos
diez o doce partidos de futbol a la vez en el patio grande con las porterías
pintadas en la pared. Y tiempos de inolvidables excursiones en autobús y baños
en el río Viar.
Tiempos de D. José
Ferrer, de sus clases de Formación del Espíritu Nacional, su firma en cada
folio del examen para evitar que copiásemos, y su eterna promesa de leernos El
Libro de la Selva.
También tiempos de D.
Anuario Mendoza y sus clases de latín, y de interminables estudios de las seis
de la tarde con D. Nicolás Gelo, y de nuevo a las nueve menos cuarto, tras la
cena, con D. Enrique, subida a los dormitorios y silencio absoluto a las diez y
cuarto de la noche cuando se apagaba la luz, para despertar a las siete de la
mañana con un aplauso sostenido de D. Luis González o D. Juan Francisco, al que
apodábamos “el Margarito”, que pasaba el día con su inseparable D. Fernando
haciendo combinaciones con repetición de catorce elementos tomados de tres en
tres, intentando conseguir pleno en las quinielas y retirarse para siempre,
cosa que desgraciadamente para ellos no consiguieron nunca.
Tiempos de Dª María
Estela y de D. Luis González, que nos leía en clase de Literatura algunos
capítulos del “Lindo D. Diego” y de otras obras similares para
despertarnos la afición a la lectura. De D. Luis Blanes y sus clases de Música,
los ensayos del coro del que muchos formamos parte y del gran día que cantamos,
y triunfamos, en el conservatorio.
Tiempos de decidir
nuestro futuro académico, eligiendo entre Letras o Ciencias en quinto de
bachillerato.
Tiempos de clases de
Religión con D. Francisco Cruces, párroco de la cercana San Pedro, y de otros
sacerdotes de una personalidad arrolladora y avanzada a su tiempo como D.
Javier Fernández de Liencres, eterno fumador en clase de Filosofía, y D. Manuel
García Vázquez, quienes mantenían una muy especial relación con algunos de
nosotros, al igual que D. José Luis Álvarez del Río, profesor de Historia del
Arte, que vivía en el colegio y vigilaba el estudio nocturno de sexto y COU,
comentándonos todos los días las noticias del diario Pueblo y del
vespertino Informaciones, periódicos a los que estaba suscrito el
colegio.
Tiempos del club de los
internos de los cursos superiores donde entreteníamos el tiempo jugando a los
dados, las damas o el ajedrez, charlando, fumando y oyendo música, descubriendo
a Cat Stevens, Led Zeppelin, Jethro Tull, Roberta Flack, Agua Viva o Nuestro
Pequeño Mundo, mientras leíamos las esperadas cartas de amor de nuestras
primeras novias.
Tiempos de tardes de
domingo jugando a frontenis en el patio grande con José Luis Vega, en que nos
llama D. Luis Rey Romero para probar si el gimnasio, que se estaba terminando
de construir en la azotea, tenía las dimensiones adecuadas para jugar al tenis.
Tiempos de teatro con
variadas obras, de las que tengo que recordar “El Enfermo Imaginario” con un
Joaquín Andrade magistral en el papel protagonista, y Ricardo Recio, Alfredo
Romero Andaluz, José Sánchez García, Manuel Romero Garrido, Rafael Balón (cuyo
padre, el comandante Balón, era profesor de gimnasia) y un servidor de ustedes,
y las chicas, monísimas, del instituto Murillo, representándola en ambos
centros para sendos viajes de fin de curso. Y de otras actividades con idéntico
objetivo, como una audición de Los Beatles con nuestra voz en off en el salón
de actos, débilmente iluminado con una sirena que no recuerdo dónde la
conseguimos; o la creación de un grupo musical ocasional con Quique Torres
Tejada y Pepe Rojas a la guitarra y Pedro Castro en los bongos, con lleno
absoluto y casi todos nosotros con pelo largo, aunque unos más que otros.
Tiempos inolvidables, en
que se produce un gran cambio en el colegio, porque por primera vez entran
chicas para cursar aquel primer COU mixto de tres grupos. ¡Qué expectación
levantaron Marisa Carrasco, Reyes Catalina, Mª José Chávez, Mª Jesús Daza,
Mercedes Gutiérrez, Piluca Liro, Nieves Mendiluce, ¡Mª Carmen Moreno, Mela
Peñalver, Tere Távora y María Vázquez! ¡Qué inolvidable año y qué maravilloso
viaje de fin de curso en autobús, acompañados por D. José Guillermo Rey Romero
y Dª Pilar, su mujer, nuestra profesora de Biología, en el que visitamos
Tarragona de paso, Barcelona, la Costa Brava, Zaragoza, el Monasterio de Piedra
y Madrid, donde cantamos unas sevillanas adaptadas a las Cibeles, que seguro
algunos rrecordaréis!
Tiempos de clases de
francés con D. Miguel Fernández de los Ronderos o Dª Maribel Goñi, y de inglés
en grupos reducidos, por ser muy pocos alumnos, con profesoras nativas
diferentes cada año que causaban la admiración del colegio. Hasta el año de
COU, en que se cambiaron las nativas por un nativo, el inefable e increíble Mr.
Faudree, un típico inglés del que se decía que siendo piloto de guerra había
sido herido en la de Biafra, y que tenía una placa de titanio en la cabeza, lo
que para nosotros justificaba su forma de andar, de comportarse y de calificar,
pues le ponía siempre las mejores notas a las chicas.
Tiempos de clases de
Lingüística con D. Antonio Menéndez, gran admirador de algunas de nuestras
compañeras, y de Matemáticas Especiales con D. Manuel Noriega, que nos enseñó
las primeras fotos del accidente de los Andes, y con quien nos fuimos a
celebrar el fin de curso a la bodega Gaviño de La Pañoleta, donde nos pusimos
tibios de vino de pasas.
Pero también tiempos
revueltos y de incertidumbre política tras el magnicidio del presiente de
gobierno, el Almirante D. Luis Carrero Blanco, que recibimos con júbilo al
darnos las vacaciones de navidad dos días antes.
Y más, y más recuerdos de
nuestra estancia en este colegio que tanto nos aportó en nuestra formación
académica y humana.
Entre esos recuerdos es
obligado hacer uno muy especial, y elevar una oración al cielo, a los que nos
han ido dejando, compañeros del alma tan temprano, como lloraba Miguel
Hernández: el ya mencionado Quintana Holgado, Nieves Mendiluce, María Vázquez,
Fernando Santana, Marisa Carrasco, Silverio Luque, Manuel Navarro Mesa, Juan
Luis Herrera y José Manuel Rodríguez Salas, nuestro querido Pichu. Descansen en
Paz estos queridos compañeros.
Para finalizar querría
felicitaros a todos por estas bodas de oro y plata, y dar la gracias en nombre
de todos los compañeros:
-A
nuestros magníficos profesores.
-A
la familia Rey Guerrero por los años que vivimos tan intensamente y a las
magníficas experiencias de vida que cada uno de nosotros se llevó.
-A
los organizadores de este entrañable acto.
-Y
a todos vosotros, queridos compañeros de promoción que hoy celebramos nuestras
bodas de oro, de los que guardo, uno a uno, recuerdos imborrables en lo más
profundo de mi corazón. Os miro y numerosos recuerdos asaltan mi memoria. Me
encanta encontrarme con vosotros y saludarnos, y decirle con orgullo a quien me
acompañe: es un compañero de San Francisco de Paula.
Hace unas semanas
acudimos algunos de nosotros (Salva Muñoz Pérez, Pedro Romero Carmona, Paco
Pérez Gandul, Sivi, Luis Ochoa) a la presentación del último libro de Enrique
Becerra. El pasado martes nos comunicó este querido compañero que no podía
acompañarnos hoy por un problema de salud, y nos envió por whatsapp unas
palabras que quiero repetir y hacer mías: “Quiero que sepáis que TODOS
habéis dejado huella en mí y que os sigo teniendo presentes en mi día a día. Os
quiero a todos”.
Muchas gracias de todo
corazón.
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