lunes, 30 de octubre de 2023

PINTURA DE LA CATEDRAL: HACIA EL PRIMER NATURALISMO SEVILLANO (XVI-XVII)

Alegoría de la Iglesia, Alegoría de la Diligencia (1592) Pablo de Céspedes 

 

Sagrada Familia (Pablo de Céspedes) 1592


Piedad (Juan de Roelas) 1609

Santiago en la Batalla de Clavijo (Juan de Roelas) 1609

La virgen de la Merced (Juan de Roelas ) 1621 


Gloria ( Juan de Roelas ) 1621


Inmaculada (Francisco Herrera, el Viejo) 1613


(VISITA) PINTURA SEVILLANA , HACIA UN PRIMER NATURALISMO SEVILLANO

(No pude asistir por estar en el Viaje a Madrid con ATRIUM )

FICHAS ATRIUM

Alegoría de la Iglesia y Alegoría de la Diligencia. Cronología: 1592. Autores: Pablo de Céspedes. Este insigne profesor nació en la ciudad de Córdoba en 1540, llegando a ser racionero de su catedral. Fue persona de una erudición muy vasta, y cultivando felizmente todas las artes, pasa por ser uno de los grandes humanistas de la España del XVI. Así en su tiempo gozó de un crédito universal, y la amistad que tuvo con Benito Arias Montano y otros hombres sabios de entonces manifiesta el lugar que supo hacerse con su literatura y sus talentos. Dos veces estuvo en Italia, llegando a conocer en Roma a Miguel Ángel, al que siguió como modelo, y al que profesó toda su vida una admiración profunda. En Roma gozó de una reputación brillante, trabajando en la iglesia de la Trinidad del Monte al lado de los mejores profesores que entonces se conocían, sin quedar eclipsado por ninguno. Uno de ellos fue el célebre Federico Zuccaro, con quien tuvo amistad muy estrecha, y que más tarde lo visitaría en el monasterio de Guadalupe. Palomino celebra sus cualidades diciendo: exacto en el dibujo y en la anatomía, inteligente en el claro oscuro, gracioso en los semblantes, y buen colorista. Su epitafio, en la capilla de san Pablo de la catedral de Córdoba, reza así: Pablo de Céspedes, racionero de esta santa iglesia, peritisimo en la pintura, escultura, arquitectura y todas las bellas artes, y en varios idiomas yace aquí. Murió el año del señor 1608, el veintiséis de julio. Cuando en 1588 el cabildo decide incluir una serie de pinturas murales en la nueva sala capitular se declina porque su autor sea el cordobés Céspedes, posiblemente por haber trabajado en Roma de la mano de Miguel Ángel, aunque también pesaría su fama de hombre culto, ya que la temática a representar era compleja. El autor plasmó con detalle la iconografía demandada y la adaptó a un difícil formato apaisado, encajando su obra a la perfección en el conjunto de la sala capitular. El programa, ideado por el presbítero Pacheco, marca las directrices que debían seguir los canónigos en sus deliberaciones para el buen gobierno de la diócesis. La primera alegoría alude a la caridad, instando a proceder con espíritu fraterno; la segunda a la inteligencia, para evitar la ira y ser humildes; la tercera a la iglesia, para que prevaleciera la opinión común frente a la particular; la cuarta a la justicia y la concordia, para que sus decisiones fuesen duraderas; la quinta al amor a Cristo, que los alejaría de las dudas y el miedo; la sexta a la diligencia, para no odiar a sus enemigos; la séptima a la pureza, para ignorar los bienes terrenales; y la octava a la obediencia, para acatar las decisiones comunes. Las cuatro alegorías centrales se representan con figuras femeninas recostadas que evidencian el influjo de la estatuaria clásica y de la obra de Miguel Ángel para las tumbas de los Médicis, mientras que las cuatro de los extremos se resuelven con parejas de ángeles que sostienen enmarques que a su vez contienen, en escala menor, figuraciones alusivas al tema referido. Estas últimas presentan un componente de afán ornamental muy vinculado al espíritu manierista. El conjunto fue restaurado por Murillo en 1668.

Sagrada Familia. Cronología: H. 1592. Autores: Pablo de Céspedes. La prolongada estancia de Céspedes en Sevilla para realizar la decoración de la sala capitular catedralicia motivó que recibiera varios encargos en nuestra ciudad, destacando la labor emprendida para los jesuitas de la Casa Profesa, donde dejó dos importantes pinturas alabadas por Pacheco. También para la catedral ejecutó un Sacrificio de Isaac, conservado en el archivo, según Valdivieso siguiendo un modelo de Andrea del Sarto, y la Sagrada Familia que aquí comentamos, antes en el vestuario de beneficiados y hoy en la antigua contaduría (adaptada como sala de exposición de orfebrería), recientemente restaurada, cuya composición sigue las pautas de la Santa Ana y la Virgen con Santos del monasterio de Guadalupe, aunque de menor tamaño. En esta obra se hacen evidentes los rasgos naturalistas que caracterizan su producción en estos años, tomando elementos de Scipione Pulzone, como las diagonales compositivas que apoyan los gestos o la ausencia de frontalidad de las figuras.

 

Piedad. Cronología: 1609. Autores: Juan de Roelas. El naturalismo pictórico, también llamado protobarroco, caravaggismo o tenebrismo, se introduce en la escuela sevillana gracias a la producción de Juan de Roelas, que asimila con maestría los nuevos conceptos estéticos emanados de Trento gracias a una más que probable estancia en Venecia, donde conocería de primera mano la obra de Tintoretto, Veronés y sobre todo de Bassano, cuyos efectos lumínicos se reconocen fácilmente en buena parte de su obra. De origen incierto (los últimos estudios afirman que nació en Flandes), aparece trabajando en Valladolid en 1598, permaneciendo aquí hasta 1604, fecha en la que ya se documenta su asiento en Olivares, donde desempeñaría hasta su muerte (1624) el cargo de capellán de la colegiata gracias a la protección que le brindan los condes de Olivares. Durante estos años se convierte en el mejor pintor de la ciudad de Sevilla, asumiendo su taller los principales encargos, tanto de la nobleza (también trabajó para los Medina Sidonia), como de la iglesia. Su renovador estilo rompe de manera radical con el manierismo de impronta rafaelesca aún vigente en Sevilla y orienta la escuela local hacia el camino del barroco, que en breve recorrerán artistas de la talla de Velázquez o Alonso Cano. Roelas es también el primero que introduce en sus obras aspectos que proceden de la vida popular, tan caros a la obra de los citados. El influjo tenebrista se aprecia en esta Piedad que preside la capilla de los Jácomes, obra mal conservada pero que emana un patetismo de intenso realismo, especialmente en las figuras de la Virgen y San Juan, que traslucen un excelente dibujo de contornos.

Santiago en la batalla de Clavijo. Cronología: 1609. Autores: Juan de Roelas. Roelas aporta a la escuela sevillana de principios del siglo XVII modos expresivos y técnicos de raigambre veneciana, como sus composiciones abigarradas y teatrales, la riqueza de las gamas cromáticas de sus lienzos, el empleo de una pincelada amplia y valiente o, incluso, el insólito tamaño de sus cuadros. Pero no sólo será pionero en la técnica sino también en la iconografía, introduciendo en todos sus temas novedosos detalles narrativos. En el frente principal de la capilla de Santiago y dentro de un retablo-marco realizado por Bernardo Simón de Pineda, se encuentra este lienzo de grandes dimensiones que representa la aparición milagrosa de Santiago en la Batalla de Clavijo. La composición de la pintura, movida y aparatosa, nos muestra al Apóstol cabalgando sobre su caballo blanco en el momento de abalanzarse sobre un tropel de aterrados musulmanes. La idea parte de una tabla del mismo tema ejecutada por Pedro de Campaña en 1555 para un lateral del retablo de la capilla del Mariscal. En la figura del santo y del caballo se advierten claros paralelismos con la obra citada, aunque en este caso Roelas invierte el dibujo de la composición. También pudiera darse el caso de que los dos artistas se hubiesen inspirado en el mismo grabado. El ímpetu y la sensación de movimiento son totalmente inéditos en el panorama de la pintura sevillana y española hasta esta fecha. El efecto naturalista que imprime en la descripción del miedo que invade al confuso grupo de sarracenos que yacen bajo las patas del caballo es uno de los grandes logros de esta pintura. A la izquierda de la composición se abre un paisaje en profunda perspectiva donde aparecen los ejércitos combatientes, mientras que sobre el horizonte se recortan agrestes picachos cuyos perfiles resaltan a contraluz sobre la tenue luz del ocaso. Roelas mezcla aquí con acierto la grandiosidad en lo espiritual y la sencillez en lo material, percibiéndose un equilibrio entre la trascendencia religiosa y la normalidad de la existencia cotidiana. Los personajes de la obra muestran fisonomías amables, tanto si pertenecen al mundo celestial como al terrenal y presentan semblantes y actitudes que suscitan la atención y la confianza del espectador. Aspectos sublimes y anecdóticos se funden de manera espontánea en esta obra, sin que nunca pueda constatarse una vulgarización de su contenido.

La Virgen de la Merced. Cronología: H. 1621. Autores: Juan de Roelas. Obra tardía dentro de la producción de Roelas es esta Virgen de la Merced, lienzo procedente del convento mercedario de Sevilla, en la actualidad museo de Bellas Artes. Algunos años antes, en torno a 1613, el autor ya había realizado dos obras de gran formato que le encumbraron a lo más alto del escalafón de pintores; por una parte el Tránsito de san Isidoro, para la parroquia del mismo nombre, y por otra el Martirio de san Andrés, para la capilla que la nación flamenca tenía en el convento dominico de santo Tomás. Las dos tuvieron una gran proyección pública y un enorme éxito tanto en los círculos cultos como en los populares. Tanto es así que el autor marchó a Madrid para postularse como pintor del rey, distinción que finalmente no consiguió. Siguiendo el esquema de las anteriores los mercedarios le encargan la obra que comentamos, que, según Ceán Bermúdez, se colocó presidiendo el retablo de la portería del convento. Otro historiador, Palomino, se refiere a este cuadro como el de las cabezas, por la variedad de expresiones que presentan los numerosos personajes que aparecen en el lienzo. La composición se resuelve en dos registros de altura, figurando en el superior la Virgen con el niño rodeada de ángeles que le ofrecen ramilletes de flores, todo impregnado de una luz irreal cuyos tonos bermellones remiten al manierismo flamenco. En la parte inferior se suceden varios planos de profundidad. En primer término y a la derecha, bajo las banderas española y papal, figuran religiosos mercedarios, papas y protectores de la orden, mientras que a la izquierda se advierte un grupo de cautivos que recuerda la importante misión que los mercedarios realizaban en tierra de infieles, pues eran ellos los encargados de entregar los rescates que se pedían por los prisioneros de guerra, generalmente cautivos en el norte de África, función en la que reemplazaron a los antiguos alfaqueques. En un segundo plano aparece una multitud de santos y santas de la orden mercedaria que, arrodillados, imploran a la Virgen.

La Gloria. Cronología: H. 1621. Autores: Juan de Roelas. Atribuida a Roelas por Diego Angulo, esta pintura, aun resolviéndose en pequeño formato, presenta una composición de amplísimo desarrollo donde se advierte una clara influencia de las obras del Tintoretto, lo que entronca perfectamente con el venecianismo que siempre profesó Roelas. Los personajes son de diminutas proporciones y de fisonomías similares, resueltas con menudos y precisos toques de pincel. Los atrevidos escorzos de algunas figuras indican de igual modo el conocimiento de la obra de Luis de Vargas y de los manieristas romanos.

Inmaculada. Cronología: 1613-1616 Autores: Francisco de Herrera el Viejo. Herrera el Viejo es, junto a Roelas, el más importante impulsor del naturalismo pictórico en la escuela sevillana. En este sentido es interesante apuntar la influencia que ejerció sobre su aprendiz Diego Velázquez, sin duda el mejor intérprete de este estilo durante el siglo XVII. Esta pintura de la Inmaculada ha permanecido siempre en el mismo lugar para el que fuera encargada por el gremio de sederos y gorreros en 1613, que quisieron así unirse al fervor mariano imperante en la Sevilla de la segunda década de centuria. En la composición afloran de manera evidente las influencias manieristas reflejadas en un marcado dibujo que otorga a la figura de la Virgen una rigidez ajena al dinamismo que aparece en otras obras del autor. Los ángeles que figuran bajo el manto de la Virgen y las cinco pequeñas cabezas que conforman la peana si responden, por el contrario, al nuevo estilo naturalista que caracteriza la producción de Herrera. También presenta notable calidad el paisaje que aparece en el tercio inferior, donde se incluyen elementos alusivos a las letanías lauretanas. Su ubicación en una capilla alta del muro exterior del patio de los Naranjos que da a la calle Alemanes ha motivado, un acusado deterioro de la obra, ya que, aunque siempre ha estado protegida por un cristal, éste se ha roto en varias ocasiones, estando expuesta por tanto a las inclemencias del riguroso clima sevillano. Esta circunstancia ha derivado en múltiples repintes y añadidos, resueltos recientemente tras una exhaustiva restauración llevada a cabo en los talleres de la catedral, que le ha devuelto su aspecto original.

 

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