FICHAS ATRIUM
CAPILLA DE SAN
HERMENEGILDO Cronología: 1439-1453 Autores: Juan López y Juan Norman
DATOS HISTÓRICOS. Tras la cristianización de la antigua mezquita y su paso a
Iglesia Mayor la principal novedad en el uso del espacio son los
enterramientos. En la capilla de san Hermenegildo, que durante el periodo de
reaprovechamiento de la mezquita (1248-1433) se denominó de san Clemente, se ha
localizado una tumba con un escudo con cinco anclas que pudo pertenecer al
almirante Fernán Sánchez de Tovar, muerto en 1384 en el cerco de Lisboa. Otras
lápidas muestran el escudo de los Padilla, vinculados a la Casa Real desde
tiempos de Pedro I. Cuando a partir de 1439 comienza a erigirse la actual
capilla se aprovechan para su cimentación las estructuras que soportaban el
antiguo muro de la quibla de la aljama almohade, como ha demostrado la reciente
excavación dirigida por los arquitectos Oliva y Jiménez. En 1458 se instala en
el centro del espacio el sepulcro de Juan de Cervantes, dato indicativo de que
la capilla se hallaba terminada. Por la documentación conservada sabemos que
ésta y la vecina de san José estaban unidas por un arco que no fue cegado hasta
el siglo XVIII, empleándose la primera como presbiterio y la segunda como nave
de un espacio unificado. PATRONATO. El 21 de octubre de 1453 Juan de Cervantes
ordenaba las constituciones de la capilla de san Hermenegildo, suscritas por su
secretario Juan González de Piñera, que actuó en calidad de notario apostólico.
A través de este documento se vertebró el funcionamiento interno de la
capellanía, señalando su dotación económica. La institución estaba formada por
cuatro capellanes, de los que uno sería el mayor, encargado de fiscalizar la
tarea de los otros tres, y un sacristán. La designación de los cinco quedaba
bajo discreción del deán y Cabildo. Cada uno de ellos percibiría como renta
anual 3000 maravedís, mientras que el sacristán, que recibía ante notario un
inventario de ornamentos, cobraría 2000. Los cuatro capellanes estaban
obligados a celebrar cada semana cinco misas cada uno. Además debían
cumplimentarse todas las fiestas de Nuestra Señora, las de san Miguel, san
Gabriel, san Hermenegildo y todos los santos, días en los que quedaban
obligados a que se dijesen las primeras y segundas vísperas, ambas cantadas,
así como una misa, tras la que saldrían hacia la sepultura para verificar un
responso rezado y cantado. El Cabildo , veló durante siglos por mantener
intacta la voluntad del fundador. En 1733 se produjeron algunas reuniones
fundamentadas en las exigencias de los capellanes al solicitar mayores
dispendios económicos. Juan de Cervantes había dispuesto para la dotación de la
capilla aplicar el montante económico que se extraía de diferentes préstamos y
prestameras, entre las que se encontraban las de las iglesias de san Marcos de
Jerez de la Frontera, san Bartolomé y san Felipe de Carmona, así como de las de
san Pedro y san Andrés de Sevilla. DOTACIÓN ARTÍSTICA. Arquitectura: La capilla
responde al diseño general del templo que estimamos del maestro Isambret,
debiendo ser iniciada por el maestro Carles Galtés de Ruan y concluida por Juan
López y Juan Norman. Desde 1458 presentaría un aspecto que perduraría sin
cambios hasta el siglo XVIII, cuando se pavimenta con mármol y se rebaja la
cota de suelo para realzar el monumento funerario. Esta pavimentación se
enmarca en un proceso de renovación de las solerías cerámicas que afecta a toda
la catedral y que debe ponerse en relación con la prohibición de enterrar
dentro de las ciudades. Al mismo tiempo se cierra la comunicación con la
capilla de san José y se abre el acceso por la reja lateral. Con anterioridad
la citada reja lateral era continua y se accedía desde la capilla de san José.
El cierre de la entrada original lleva consigo un cambio radical en el uso de
la capilla que parece quedar como espacio noble. En el espacio del antiguo
acceso se coloca en 1848 el sepulcro del almirante Mathe de Luna y de su madre
doña Barela, quedando configurada la capilla tal y como la vemos en la
actualidad. Retablos y esculturas: El sepulcro del cardenal Cervantes fue
realizado entre 1453 y 1458 por Lorenzo Mercadante de Bretaña, primer escultor
documentado que trabajó para la catedral. José Gestoso pudo rastrear la
presencia del nórdico en la capital entre 1453 y 1467, destacando que su llegada
habría estado relacionada con el encargo del sepulcro. Mercadante ya había
trabajado en la Iglesia de san Francisco de Zaragoza, donde se le encargó en
1446 un retablo en alabastro dedicado a la Natividad. Allí habría permanecido
hasta 1448, pasando luego a Francia, desde donde se le requirió en 1453 para un
nuevo proyecto en Sevilla, recibiendo como ayuda para su traslado 6000
maravedís. El sepulcro es de tipo tumuliforme, con la figura yacente simulando
la liturgia de los funerales “corpore in sepulto”. El túmulo lleva en sus
cuatro frentes el escudo cardenalicio sostenido por ángeles, seis figuras en
los ángulos y centro, con otras tantas representaciones de leones en los mismos
lugares del basamento. El yacente está revestido de pontifical, con mitra,
palio, casulla, túnica, tunicela, guantes y báculo; tres almohadones sostienen
la cabeza y el rostro es de gran calidad, posiblemente tomado del natural o de
mascarilla cadavérica, ya que la obra fue inmediata a la defunción del
arzobispo. Riquísimos son también los bordados simulados trabajados en el
alabastro, cuan de si blanda cera se tratase; ya Angulo destacó el estilo
eyckiano de los mismos. En la mitra se representa la Anunciación y en la tira
de imaginería de la casulla diversos santos no identificados. Aparte de las
perfecciones en dibujo, modelado y talla y de sus valores iconográficos, la
obra tiene un sentido testimonial de extraordinario interés por cuanto nos enlaza con el renacimiento flamenco, que tuvo
en Borgoña y Flandes las fuentes del arte de la modernidad, distintas del
renacimiento clásico italiano. Dispuestas sobre sendas repisas que flanquean la
mesa de altar encontramos dos esculturas que efigian a Santiago el Menor y
Santiago el Mayor. Según Hernández Díaz (1984) proceden del primer cimborrio,
arruinado en 1511. Están realizadas en piedra policromada y pueden vincularse
con el escultor Pedro Millán, quien las ejecutaría hacia 1506. Las dos están
muy retocadas, si bien la de Santiago el Menor conserva más rasgos originales.
El retablo que preside la capilla es de estilo barroco, ejecutado en 1752 por
Manuel García de Santiago, siendo la estatuaria obra de su padre, Bartolomé
García de Santiago. En el cuerpo principal preside san Hermenegildo,
apareciendo en la calle izquierda san Fulgencio y en la derecha santa
Florentina. En la parte central del ático encontramos un relieve con el tema de
La Virgen entregando el escapulario a san Simón Stock, situándose a los lados
dos santos entre parejas de ángeles que no hemos podido identificar. Pintura:
En el muro frontero a la entrada se dispone en la parte central una pintura del
XVIII con una representación de santa Librada. A sus lados cuelgan dos
importantes lienzos realizados en 1630 por Frans Francken II. El primero,
situado a la izquierda, ilustra el tema de Las bodas de Caná, pieza de notable
calidad, tanto por lo elaborado de su composición como por la buena técnica
empleada en su realización. En este caso los comensales de la boda están
vestidos a la moda europea de principios del XVII, y sólo ciertos elementos
como la presencia de la Virgen María, que señala a los novios, las seis tinajas
(en este caso convertidas en lujosas jarras), y sobre todo la figura de Cristo
en pie (después de haber abandonado su asiento de comensal para obrar el
milagro de la transformación) nos trasladan al episodio sagrado narrado por el
evangelista Juan. La escena se desarrolla en el interior de una estancia,
siendo muy acertada la captación del ambiente y la actitud gestual de los
personajes, resuelta con acertado dibujo. Hace pareja esta obra con otra del
mismo autor que representa La cena de Baltasar, pasaje que se narra en el libro
V de Daniel, en el cual el monarca asirio Baltasar, hijo de Nabucodonosor,
bebió en una cena, junto con su corte, en los vasos sagrados de oro y plata que
su padre se había llevado del templo de Jerusalén como botín. En el momento de
beber Baltasar vio aparecer en el fondo de la estancia una mano que escribió en
el muro una frase que anunciaba el fin de su reinado. Dos pinturas de las
santas Justa y Rufina del siglo XVIII, situadas en el muro de los pies de la
capilla, completan el catálogo pictórico. Artes Suntuarias: Ante la mesa de
altar se sitúa una silla arzobispal del siglo XVIII. Este mueble solía ubicarse
en el presbiterio durante las ceremonias que presidía el prelado. Su esquema
corresponde al de un frailero, pero sus líneas son más movidas y la decoración
más abundante. La estructura básica se ha complicado al curvarse algunos
elementos, tales como los brazos, patas y chambranas. La reja que cierra la
capilla es del siglo XV y presenta una viga superior con la heráldica del
cardenal Cervantes. En 1798 se pagó al herrero Juan de Llera para que abriera
un postigo en la misma que permitiera el acceso desde la nave. La vidriera con
los atributos de san Hermenegildo es obra de Francisco Gutiérrez del 1819
CAPILLA DEL NACIMIENTO
Cronología: 1436-1449 (muro oeste del templo) Autores: Carles Galtés de Ruan
(maestre Carlín) DATOS HISTÓRICOS. La capilla se adosa al interior del muro de
los pies del templo. Su erección se debe a la iniciativa del mercader Francisco
de Baena, a quien el Cabildo autoriza el 17 de junio de 1552 a construir junto
a la puerta del Nacimiento una bóveda de enterramiento para él y su linaje y a
levantar un altar cerrado con reja, concluyéndose, según Loaysa, en 1555.
PATRONATO. Ninguna noticia hemos podido encontrar sobre Francisco de Baena,
salvo la ya mencionada de su oficio, el de mercader. El linaje Baena tiene su
origen en la localidad del mismo nombre de la provincia de Córdoba, estando
documentado su asiento en esta capital hacia 1450. Desde mediados del siglo XVI
figuran también establecidos en Sevilla como cargadores de Indias,
registrándose algún miembro de la familia como residente en el Nuevo Mundo.
DOTACIÓN ARTÍSTICA: Arquitectura: No presenta la capilla ninguna estructura arquitectónica
emergente. El retablo y el espacio contenido por la reja se alojan entre la
jamba interior de la puerta del Nacimiento y el pilar que sostiene el arco de
ingreso a la vecina capilla de san Laureano. Retablos y esculturas: El retablo
se compone de banco, tres calles y ático, estando las calles laterales
divididas en dos cuerpos mientras que la central presenta sólo uno. El conjunto
queda contenido por un arcosolio de intradós casetonado, muy similar al que se
dispone en el acceso a la capilla de san Antonio por su frente oeste, que pudo
inspirarse en este que comentamos, casi cien años anterior. Los soportes son
balaustres retallados, dorados y de fondo jaspeado, que a la altura del banco
apoyan sobre plintos de base cuadrada. En su decoración alternan motivos
religiosos y paganos de raigambre plateresca, destacando la abundancia de armas
y máscaras, algunas de éstas rematadas con tocados de plumas que parecen evocar
el arte indígena americano, pudiendo aludir al oficio del comitente (mercader) o
a la participación del mismo en empresas de conquista o exploración. Los
elementos citados parecen inspirarse en la decoración de algunas obras de los
arquitectos Diego de Riaño o Martín de Gainza, no descartándose la intervención
de este último en el diseño del retablo que nos ocupa. A día de hoy se
desconoce el autor de su traza, aunque muy bien pudiera ser el mismo pintor de
las tablas que contiene, Luis de Vargas. Por estos mismos años se ejecuta el
tenebrario de la catedral, obra de Hernán Ruiz, Vázquez el Viejo y Juan
Giralte, con el que presenta también algunos paralelismos. Pintura: Preside la
capilla una tabla con el tema de la ADORACIÓN
DE LOS PASTORES, ejecutada, como el resto de pinturas que contiene el
retablo, por el artista Luis de Vargas entre 1552 y 1555. Vargas es el primer
artista sevillano de notable relevancia en el ámbito de la pintura renacentista
europea, llegando a adquirir una hegemonía en Sevilla que anteriormente a él
habían ejercido artistas foráneos como
Alejo Fernández o Pedro de Campaña. Nacido en 1505, su primera formación viene
de manos de su padre, Juan, también pintor. Con 21 años se instala en Roma,
donde permanece desde 1527 a 1534. En esta última fecha regresa a Sevilla y
aquí continúa hasta 1541, cuando marcha por segunda vez a Italia, de donde
regresa en 1550. Vivirá en Sevilla desde entonces hasta la fecha de su muerte,
1567. En su estilo se reconoce la influencia de los manieristas romanos
discípulos de Rafael, como Pierino del Vaga, al que trató directamente, o Salviati
y Vasari, de los que toma canon, lenguaje corporal, ritmo cromático, serenidad
expresiva y detalles narrativos. Además, la monumentalidad y los atrevidos
escorzos del Miguel Ángel de la Sixtina estarán presentes en toda su
producción. En 1550, de vuelta en Sevilla, su estilo influye en Campaña, cuya
pintura se italianiza. La obra que estudiamos manifiesta claras influencias
miguelangelescas (escorzos de los evangelistas) y rafaelescas (ángel de san
Mateo o anciana de perfil junto a la Virgen), además de modelos tomados de
Pierino del Vaga (niño Jesús) o Salviati (conjunto de pastores). Mención
especial merece la espléndida Epifanía situada en la parte central del banco.
De formato acusadamente horizontal la obra muestra en el centro de la
composición a la Sagrada Familia bajo la estrella recibiendo la visita de los
Reyes Magos, quienes aparecen adorando al Niño. Uno de ellos besa el pie de
Jesús, detalle señalado en el apócrifo Liber de Infantia Salvatoris (siglo IX),
mientras que los otros dos lo miran con devoción en presencia de un paje. La
escena transcurre en un paisaje con ruinas clásicas que simbolizan el triunfo
de Cristo sobre el paganismo. A la izquierda, se distinguen los pajes y
servidores de los reyes con caballos y un dromedario. También en el banco, a la
derecha, vemos una Anunciación, de trazo abocetado pero con un juego lumínico
de conseguido efecto, y a la izquierda la Circuncisión, donde llama la atención
el ámbito arquitectónico con columnas tortuosas que acoge la escena. Las calles
laterales están ocupadas por los cuatro evangelistas, mientras que el ático
acoge un medio punto con el Padre Eterno. Artes suntuarias: La reja que cierra
la capilla se compone de dos cuerpos y remate. Sabemos que se encontraba
asentada a finales de 1555. Es posible que en su diseño y ejecución
interviniera Pedro Delgado, habitual colaborador de Martín de Gaínza primero y
de Hernán Ruiz II después, ambos maestros mayores de la catedral por estos años
y en consecuencia supervisores de todas las intervenciones de rejería que se
ejecutaban en el templo. Delgado interviene poco después en otra capilla
decorada por Vargas junto a la puerta de san Cristóbal, siendo por tanto
plausible el atribuirle también la reja que comentamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario